Antonio Jurado y los impostores

17ª parte

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         Paco la llevó al parking. Se detuvo ante un Lamborgini bastante moderno con alerón trasero anclado en el centro del maletero. Sus faros se encendieron con tres puntos LED deslumbrantes y luego se apagaron cuando sonó como la desactivación de la alarma. Era color cobre metalizado, con detalles en negro mate. Era realmente espectacular.

         —Suba señorita Emmerich —invitó Paco.

         Pulsando un botón del mando se abrió el maletero. Él se quitó la chaqueta y la colocó con sumo cuidado, estirando la tela con las manos. Luego le pidió a ella su chaqueta. Ésta se la dio y la puso al lado. Después cerró el maletero y abrió las puertas, que se elevaron deslizándose hacia arriba desde el anclaje de atrás.

         Lara nunca había montado en un coche tan bajo ni tan caro. Era como sentarse en un primer escalón de una escalera.

         —Parece que le pagan bien en el centro.

         —Oh, vamos, Lara, tutéame, ya no estamos en el trabajo. Aunque en realidad yo no estoy allí por dinero, lo que me pagan lo dono a Aldeas Infantiles. Tengo más de lo que puedo necesitar en cien vidas.

         —Ya puedes tener pasta, este coche debe costar... ¿Un millón de euros?

         —No tanto, me lo compré hace un mes por unos cuatrocientos mil. Calderilla.

         —¿Y a qué te dedicas? —Se sentía muy forzada por tener que tutearle—. Tanto dinero no sale de debajo de las piedras.

         —He sido consejero de personas importantes. ¿Sabes lo que hacía?

         —¿Aconsejarles? —intentó adivinar ella, sintiéndose ridícula.

        Ja, ja, ja —respondió burlón—. Se puede decir que sí. De una forma muy resumida.

         Arrancó el motor. Apenas notó ruido y una pequeña vibración en su asiento. El coche olía a nuevo, la tapicería de cuero era suave al tacto, en absoluto se sentía pegajosa como su aspecto pudiera sugerir.

         Salieron del garaje en completo silencio, seguramente con motor eléctrico. Cuando les vieron salir la gente les miraba asombrados aunque no podrían verles por dentro porque tenía los cristales tintados y era casi de noche.

         El viejo conducía bien. No corría demasiado, respetaba todas las señales,... Hasta que le miró a la cara y vio con sorpresa que la estaba mirando con los ojos más pervertidos que había visto nunca. No dejaba de mirarla y sus manos acariciaban el volante como si estuviera imaginando que la tocaba a ella. Pensó que iban a chocar, pero al mirar hacia el salpicadero vio que un panel luminoso indicaba que estaba con el piloto automático.

         —Estoy ansiosa por respirar el delicioso aroma de ese café —comentó, tratando de romper el tenso momento ya que él la miraba entre las piernas como si tuviera un delicioso plato de comida escondido en su entrepierna.

         —Podemos acomodarnos en el coche, mientras llegamos. Hay atasco.

         —No te equivoques, Paco. Estoy por la información, no quiero tener que ponerme violenta.

         —No lo harás. Te dije que te contaría lo que me pidieras, pero ya sabes mis condiciones.

         —No, solo te voy a invitar a un café.

         —Ni siquiera sabiendo que tengo una fortuna incalculable te apetece conocerme un poco más.

         —Paco, estoy segura de que no te costará trabajo encontrar a una docena de mujeres dispuestas a hacerte lo que les pidas por mil euros por cabeza. Pero ese no es mi trabajo.

         El viejo se rió con una mueca exagerada.

         —Oh, Lara, la gracia no está en pagar, mucho menos en violar a la fuerza, no, eso es horrible. Un hombre sexagenario como yo no puede permitirse el lujo de ir a una discoteca y encandilar a una chica de mi... estilo. Las que me gustan no son jovenzuelas, ni tampoco demasiado mayores. Pero chicas como tú o tu vieja "eneamiga" —pronunció la palabra inventada con una sonrisa perversa—, Ángela, elegís cuidadosamente al macho alfa que va a conocer los entresijos de sus piernas,... Con ella tuve una noche única, pero tú eres como escalar el Everest. Estoy cansado de lo fácil, lo mío es lo imposible.

         —Pues Ángela no era precisamente difícil —se extrañó de que se hubieran acostado pero no podía negarlo, hacía tiempo que no sabía de ella—y yo, que sepas que no soy tan exigente —respondió con un tono de ironía. No en vano esa misma tarde estaba deseando acostarse con un ligón de tres al cuarto sin dos dedos de frente.

         —¿De verdad? Tu listón no es alto... Entonces, ¿lo harías conmigo? Vamos, sé sincera. Si no me conocieras, si no supieras que soy rico...

         —Yo no busco dinero. Y no, ni borracha, ni drogada... Fíjate lo que te digo, ni anestesiada, querría tener un polvo contigo. No te ofendas, pero pretendo ser absolutamente sincera y clara. No sería la primera vez que por ser "amable" tengo a un plasta encima mío hasta que le pego un grito.

         Paco se partió de risa. ¿Pensaría que la cosa no iba con él?

         —Y ahora es cuando me gustas más. ¿Lo ves?, no lo harías. Acostarme contigo se me antoja tan excitante como pisar la Luna.

         —No, nada de eso. No estoy aquí para excitarte. Quiero que me hables del secuestro, de lo que sepas sobre esa gente desaparecida. La interpol nos ha pedido una pista, algo de donde podamos tirar y necesito nombres, direcciones... Dime algo.

         —Claro, y tengo de todo lo que necesitas —Paco sonrió enseñándole los dientes. Eran blancos como el marfil, pero distaba mucho del atractivo de una estrella de Hollywood. Aunque, bien mirado tenía un aire a un actor que interpretaba a 007, uno alto, moreno que no recordaba su nombre y hacía las películas en los años noventa. Aunque tenía que poner mucha imaginación para ver ese parecido ya que a Paco le quedaban pocos pelos en la cabeza no había envejecido demasiado bien.

         —Si no lo has entendido todavía, no pienso hacer nada sexual contigo —musitó Lara con toda la paciencia que le quedaba.

         —Yo hablo cuando tú... Me contentes.

         —¿Y qué tal si hablas mientras no me enfado? —Preguntó, aguantándose las ganas de partirle la cara.

         —Brutalidad policial, por favor, no me subestimes Lara. Te lo voy a poner de otra manera... Mis influencias llegan hasta el mismo núcleo del poder mundial. Hace unos meses decidí arruinar a Antonio Jurado, mañana podría poner los ojos en ti. Así que yo lo veo de forma distinta, pregúntate por qué sigues teniendo trabajo, ¿crees que puedes ocupar tu cargo hasta que te jubiles? y sobre todo,... ¿quieres darle buenas noticias a Pablo Jurado? Espera voy a responder en tu lugar.

         Lara le miró con un odio tan espeso que podía cortarse con un cuchillo.

         —¿Por qué has venido a verme? —la observó inquisidor, con intensidad. Que estuviera en el puesto del conductor sin mirar a la carretera la ponía de los nervios, ¿no debería estar atento a la carretera?—¿Crees que tú has llegado a mí por casualidad? ¿Quién crees que ha exigido a tu jefe una prueba sobre ese caso que os traéis entre manos? Tú no lo sabes pero he amenazado a Pablo Jurado con que si no averiguas algo sobre ese secuestro vamos a tener que buscar otro comisario y te aseguro que si eso sucede, tú también caerás. Soy como una araña, Lara y has caído en mi red, yo pedí a Luis que te diera mi nombre, y no solamente a él. Lo cierto es que no tenías muchas opciones. Si te soy sincero creí llamarías a tus viejos amigos del EICFD... Te habrían dado mi nombre igualmente.

         —Hijo de...

         —No seas grosera —le quitó importancia con una sonrisa afable—. Tú también pensabas en sacarme la pistola y amenazarme por las malas si por las buenas no abría la boca. ¿Me equivoco? El mundo está así de podrido por esos pensamientos negativos. Pero si los dos pensamos en positivo, si todo funciona como cabe esperar, dadas las circunstancias, nuestras vidas y comodidades mejorarán con toda certeza.

         —Si esperas que con esa amenaza te complazca sexualmente, estás muy equivocado.

         —Creo que eres tú la que no se entera —miró hacia delante y acarició el volante, que se movía solo.

         Lara esperó a que hablara pero por lo visto la estaba dando tiempo a reflexionar.

         —Te ofrezco un contrato. Trabajarás como mi guardaespaldas. Puedes seguir con tu empleo de la comisaría si lo deseas, lo que te doy es un sueldo por estar disponible cuando yo te requiera, y casi siempre será fuera de la jornada laboral.

         —¿Ahora me estás sobornando?

         Paco negó con la cabeza, visiblemente molesto.

         —¡Yo soy la ley! Te ofrezco la oportunidad de cambiar del lado de las ovejas al de los...

         —¿Lobos? —Cortó ella, con asco.

         —De los pastores —rectificó él—. Debes saber que desde que Alastor se marchó las cosas han cambiado en la organización. Ya no somos esclavos de un viejo chiflado con poderes demoníacos. Ahora nosotros llevamos las riendas del mundo a un destino mejor. Pero necesitamos eliminar la morralla, y no me refiero a matar a nadie. Tu amigo Antonio era un grano en el culo, Donald Trump pronto desaparecerá de la vida política. Ya tenemos el control de Japón, China, Alemania, Francia, Inglaterra y España. Y Estados Unidos está a punto de caer bajo nuestras riendas. El mundo debe remar en una única dirección o el cambio climático, el coronavirus o cualquier amenaza a nivel mundial destruirán nuestro imperio.

         —¿Eres el consejero español? —Dedujo Lara, asustada. Era una declaración que podía suponer su muerte.

         —Y tú serás mi nueva asesora. Dime que aceptas y juntos veremos un nuevo amanecer mundial.

         —Déjame decirte una cosa —replicó ella—. El Brexit no es precisamente algo que mejore nada en el continente. Alemania ha dejado de ser la potencia que era, Francia tiene manifestaciones masivas,... España es un caos político y China ha creado el coronavirus. Japón es el hogar de los yakuza y me temo que pretenden poner a sus impostores en todos los estratos de la sociedad.

         —Habría sido más fácil si ese mal nacido de Antonio Jurado... —Paco apretó los puños y entornó los párpados. Respiró profundamente, abrió los ojos, inyectados en sangre y logró sosegarse antes de explotar—. Ya llegaremos a ese asunto. Primero debes decirme que estás conmigo.

         —Estar en el poder no te da la razón. No puedes gobernar democracias si la gente no os vota —respondió Lara, retadora.

         —Te aseguro que se puede —replicó, con media sonrisa—. Solo hay que dominar las dos potencias del mundo, las grandes fortunas, y los medios de comunicación internacionales. Lo demás consiste en  y prometer vidas acomodadas a personas ambiciosas.

         —¿Cómo yo?—Preguntó, sumisa.

         Estaba pisando arenas movedizas, sabía que acabaría muerta si él no podía confiar en ella y eso le daba confianza de retarle. Si la mataba podría rectificar el pasado y no tendría que volver a pasar por todo eso si averiguaba la verdad.

         —Tú eres mi reina. ¿Sabes jugar al ajedrez? Quiero tu inteligencia, tu don de mi parte.

         —Sobreestimas mis cualidades. Aunque ¿qué puedes ofrecerme a cambio?

         —¿Una vida de lujo? —No quería ponérselo fácil, si sabía lo que podía hacer su ventaja contra él era nula—. Una agente que ve su muerte anunciada cuando aún puede evitarla, ¡Vaya! Es lo que cualquiera querría tener de su parte.

         —Entenderás que no me vendo fácilmente —replicó.

         —No temas, querida, nosotros no somos los malos. Si alguien nos molesta lo quitamos del medio legalmente, y si ha infringido la ley hacemos que caiga con todo su peso el mazo de la justicia.

         Lara comprendió que si no aceptaba y se no mostraba favorable la hundirían, podía despedirse de su trabajo y probablemente no volvería a encontrar otro. Ya se lo hicieron a Antonio Jurado.

         —Hemos llegado —desconectó el piloto automático y condujo él para salir de una via de dos carriles. Tras una glorieta giraron a la izquierda y se internaron en una urbanización. Durante el tiempo que él condujo, no dijeron una palabra. Llegaron a una especie de plaza comercial al aire libre donde vio varios restaurantes, una tienda china de alimentación y una clínica veterinaria.

         —Aquí es —afirmó—. Lo conozco desde hace tiempo. Es un tugurio como cualquier otro pero el aroma de su café es único. Además... Y es lo que más me gusta de este sitio, no suele haber gente. Podremos hablar sin problemas, sin peligro de que alguien nos escuche.

         —Qué suerte —susurró, sonriendo condescendiente.

         Salieron del coche, cogieron los abrigos del coche y Paco la invitó a entrar la primera. Una camarera servía una copa de vino a un hombre de unos ochenta años, que no les quitó el ojo de encima.

         —¡Buenas tardes Paco! —Saludó, levantando la mano.

         —Hipólito, déjate caer más por casa hombre —respondió—. Estás aquí todo el día.

         —¿Quieres que vea la novela con la bruja de mi mujer?, en el bar al menos está Carolina para alegrarme la vista.

         Lara la miró con una mirada paciente y sufridora. La camarera puso los ojos en blanco pero se reía. Le hacía gracia o quizás lo tenía que soportar porque era el único cliente fijo.

         —Que viejo pícaro estás hecho —replicó Paco, como si él no fuera ninguna de las dos cosas.

         La llevó a la mesa más alejada de la barra y cuando se sentó él fue hacia la barra.

         —Dos cafés muy calientes. Donde siempre, guapa.

         —Ahora mismo, señor.

         La seriedad y marcialidad de su respuesta hizo sospechar a Lara que no le trataba como cliente sino, quizás, siendo su subordinada.

         Cuando regresó a su lado se quitó el abrigo con sumo cuidado de no doblarlo en exceso. No era más que una chaqueta del traje de color gris pero por el mimo con el que la trataba se diría que era más cara que su coche.

         —¿Has podido pensarlo? —Preguntó.

         —No me has respondido, ¿cuál es mi compensación?

         —¿Quieres dinero? —Paco metió la mano en el bolsillo y sacó su teléfono móvil—. Dime una cifra...

         —No pienso aceptar un soborno —replicó ella.

         —Tampoco era eso lo que te ofrecía. Estoy buscando el número de mi secretaria, quiero que formalice el contrato cuanto antes. Totalmente legal. Dime lo que quieres ganar al mes, nada de trampas, con los impuestos que haga falta pagar. Tendrás una tarjeta gourmet para comer donde quieras sin preocuparte del precio de los platos, ¿cuánto podrías necesitar al mes? Mil euros. Tendrás el seguro médico privado más caro que tenemos, que cubre operaciones dentales y estéticas. Está valorado en más de seiscientos euros al mes, es el seguro de los deportistas de élite.

         —Estoy cobrando lo suficiente, no necesito un extra sueldo —protestó.

         —Treinta mil euros al año lo gana cualquiera en estos días, a duras penas pagas luz, gas y comida. Tú mereces mucho más que eso. ¿Cuántos años tienes de hipoteca? ¿No te gustaría pagar tu casa en la mitad de tiempo? O ahorrar unos añitos y quitártela de en medio. ¿Te parece bien cuarenta mil?

         —Por eso no podría ni dejar la comisaría. Es poco más y no me ofreces garantía de continuidad.

         —Ni lo pretendo, te necesito operativa. En la brecha. Será al margen de lo que cobres de inspectora.

         —Entonces sí que sería un buen extra —aceptó ella—. Pero a cambio de qué, ¿Tendría que hacer la vista gorda a negocios turbios de tus amigos?

         —No digas tonterías, Lara. No soy un mafioso. Más bien tú tendrías mi poder a tu servicio, si no puedes detener a un canalla por los medios tradicionales, yo te daré las armas necesarias. Te lo vuelvo a repetir, somos los buenos, la constitución y las leyes nos amparan.

 

 

 Continuará

 

 

Comentarios: 7
  • #7

    Vanessa (domingo, 24 enero 2021 13:33)

    Para contestar a Alfonso, en mi experiencia, he conocido hombres feos y bastante mayores que yo que saben cómo seducir, mientras que con otros hombres más jóvenes y guapos he perdido el interés tras simplemente hablar con ellos un par de minutos. Supongo que todo depende de la técnica y habilidad. El problema de Paco es que es muy intimidante, en especial porque sabe todo de Lara, y se nota que es un viejo rabo verde a leguas de distancia. Si hiciese un poco más por conocer íntimamente a Lara y seducirla seguramente ella olvidaría a Dani en ese mismo momento.
    Me parece interesante la idea de Alfonso sobre la agencia de espionaje de la Organización. Cada vez se pone más interesante la historia.

  • #6

    Chemo (sábado, 23 enero 2021 23:50)

    Yo también creo que Paco quiere reclutar a Lara para hacer operaciones encubiertas para la rama española de la Organización. Y de paso intentar divertirse con ella.

  • #5

    Alfonso (viernes, 22 enero 2021 14:52)

    Supongo que Paco está reclutando a Lara para otra célula de la Organización que se dedica a hacer operaciones encubiertas para la rama española de la Organización, similar al EICFD.
    Honestamente, no sé que tenga Dani que no tenga Paco. No soy mujer, pero Paco me parece más atractivo independientemente de su estatus económico y político. Dejaré a Yenny y Vanessa que opinen al respecto.

  • #4

    Tony (jueves, 21 enero 2021 20:03)

    Solo es Paco, no es ninguna persona famosa. No puede serlo ya que es aún más importante que incluso el presidente del gobierno. A éste nadie puede cambialo de unas elecciones a otras.

  • #3

    Jaime (jueves, 21 enero 2021 19:44)

    Me refiero a qué político o empresario de España es este Paco de la historia. Tengo algunas hipótesis pero ninguna de estas celebridades parece ser tan famosa como para ser consejero de la Organización, y desconozco si se dediquen a la escritura o impartir clases.

  • #2

    Tony (jueves, 21 enero 2021 16:00)

    Si te refieres a quien se parece, Lara se refería al actor Timothy Dalton.

  • #1

    Jaime (jueves, 21 enero 2021 15:37)

    La historia sigue y sigue y Tony no se anima a ir al grano con esta historia entre Paco y Lara. Parece que Paco más que sexo está probando a Lara y desea tener a alguien confiable y capaz de su lado para ejecutar operaciones secretas del Consejo. Aunque no deja de desearla sexualmente. Supongo que en las siguientes partes, él la mandará a hacer actividades de espionaje contra los yakuza.
    Por cierto, ¿qué personaje de la vida real es este Paco?