Antonio Jurado y los impostores

3ª parte

 

            Aparcó junto al lugar de la cita sin mayor problema, era una zona residencial. Como era un poco pronto siguió escuchando el podcast de los chicos del Complejo Lambda hasta que su reloj le avisó que debía acudir a la cita.

            Paseo por el camino de tierra hacia el puente donde quedaron, junto a un puente que pasaba por encima del rio artificial. Se cruzó de brazos y esperó. Recordó con nostalgia sus paseos de infancia, sus primeras citas, antes de que su vida cambiara por completo. El parque Aluche fue donde dio un beso por primera vez a una chica. Tenía dieciocho años y en un banco, cerca de aquel lugar, besó a Clara por primera y casi única vez. Una chica que nunca quiso salir en serio con él y después de aquello empezó a tontear con otros. ¿Cuántos años habían pasado? Si tenía cuarenta y ocho años, hacía ya treinta.

            Suspiró por recordar aquellos tiempos. No por ser mejores sino porque esos recuerdos se habían guardado intactos en algún lugar de su cerebro hasta ese momento y ahora los revivía como si hubieran sido recientes.

            —¿Por qué me habrá hecho venir a un sitio así?

            Parecía una cita en toda regla, si su mujer le sorprendía allí encontrándose con ella tendría problemas para explicarle el motivo. Aunque bien pensado, ¿quién iba a imaginar tal cosa? Lo malo es que posiblemente no necesitaba muchas excusas para echarlo de casa, ahora que no aportaba dinero y tenía un sustituto perfecto.

            Mientras pensaba todo eso la vio aparecer, vestida de civil, con unos pantalones vaqueros azul claro y una blusa rosa ligera que tenía medio hombro descubierto porque le faltaba una de las mangas. Lo extraño era que aunque parecía mal hecha, le quedaba bien. La reconoció por los ojos y porque estaba en el lugar donde quedaron, ya que la mascarilla le cubría toda la cara. Tenía una blanca con flores pequeñas de muchos colores. Él se puso de las azules baratas.

            —Buenas tardes, disculpa la espera —saludó ella, ofreciéndole el codo para que lo chocaran, como hacía ahora todo el mundo en lugar de dar dos besos.

            —Qué tal, Lara. Me ha sorprendido tu llamada. ¿Es por algún trabajo?

            —No exactamente, bueno, sí, y no. Necesito que me ayudes con un caso —replicó ella, dudosa.

            —Verás, ayer tuve una de mis... Pesadillas. Capturamos a un chino que traficaba con películas en la calle. Fue muy extraño porque normalmente se les quita el material y se les deja libres, pero éste era chino parecía estar deseando que llegara la policía y cuando le incautaron los discos le dio un puñetazo al agente que le sujetaba. El mocoso, de unos siete años de edad, dejó en el suelo a un adulto con técnicas de karate, el otro agente sí logró inmovilizarlo hasta que su compañero se recuperó. Apenas entiende español y se limitaba a decir que no tenía otra forma para ganarse la vida, que no se lo quitáramos y les costó meterlo entre los dos en el coche patrulla.

            » Una vez en la comisaría me pidieron que me acercara, porque algunos ven rasgos orientales en mí y pensaban que iba a tranquilizarse al estar presente y ¿sabes qué me dijo?

            —Ni idea —respondió Antonio.

            —Que le están buscando los Yamaguchi-kumi. Que era habían descubierto que su madre vivía en Estados Unidos y tuvieron que huir ella y él a España. Que no tenían papeles y su madre, Abigail, se estaba prostituyendo mientras él trataba de vender sus películas piratas para comer. Habla inglés muy bien, parece nativo americano. Por suerte yo también lo hablo aunque lo tengo algo oxidado.

            —Vale, yo de idiomas ando flojo. ¿Y qué es exactamente lo que soñaste?

            —Que cuando lo solté apareció muerto al día siguiente. Y ese día fui a investigar el escenario del crimen y explotó algo que debía llevar encima y... Desperté.

            Antonio la miró con curiosidad. Ella le había contado anteriormente su secreto de que podía ver cómo moría y despertaba cuando aún tenía la oportunidad de evitarlo.

            —Si ya sabes dónde pondrán la bomba y que lo van a matar, ¿para qué me necesitas a mí?

            —Dijo algo muy extraño que, claro yo pensé que era una superstición china y no le di la menor importancia.

            —¿Qué fue?

            —Mencionó que su madre era una antigua geisha del clan Yamaguchi y que al escapar con su padre, los Yakuza la buscaban porque era la única que sabía la ubicación del ALS. Al parecer era la chica de uno de los peces más gordos del clan y éste le regaló el dispositivo sin que ella lo supiera. Debe ser algo minúsculo para que no supiera lo que es. La cuestión es que no han dejado de buscarlos desde su fuga y están dispuestos a lo que haga falta para encontrarlos y no dejar rastro de su existencia. Ahora que está en la comisaría...

            —Mierda, saben que lo tenéis —bufó Antonio—. Cogiendo a su hijo, llegarán a la madre.

            —No, si esto no es nada —reprendió Lara—. Agárrate porque todo es verdad. Lo que yo soñé fue lo que puede pasar mañana. Al soltarlo, el chico nos suplicó que le mantuviéramos encerrado, que no quisiera terminar como con su padre. Te hablo del sueño, ¿eh? Esto puede ser una paranoia mía... Le pregunté qué le pasó y me dijo que después de morir su papá apareció al día siguiente como si nada hubiera pasado. Aunque les costó comprenderlo pensaron que el muerto debía ser otra persona pero ese mismo día al besar a su padre por la alegría de verlo vivo se dio cuenta de que no algo no iba bien. Al parecer el auténtico tenía unas verrugas en el cuello, muy pequeñas, apenas visibles que se notaban al roce de los dedos. Sin embargo, ese hombre no las tenía. El muchacho me dijo que los Yakuza utilizan unas copias humanas para expandir sus tentáculos por el mundo, son sus ojos y cuando les necesitan, actúan como autómatas. Fue ese impostor quien les traicionó, su madre no quería creerlo pero él tenía un vínculo difícil de describir con él y tras su muerte, cuando le miraba a los ojos veía a un completo desconocido. Si te soy sincera, aquí me vino tu nombre a la cabeza. Le soltamos a pesar de sus protestas y seis horas después apareció en un callejón con grafitis negros y horribles de una guadaña y cadáveres dibujados en todas las paredes. El autor firmaba como "Parca". El cuerpo del chaval estaba en medio de la calle en un gran charco de sangre. Lo identificamos por su ropa, le habían cortado la cabeza y las manos con una katana, como si quisieran sembrar la duda en su madre de que quizás no fuera su hijo. Cuando fui a investigar los hechos, al acercarme a su cuerpo en el callejón, una bomba me explotó en la cara y desperté.

            —Querían suplantarlo, supongo —dedujo Antonio—. Necesitaban eliminar la evidencia de su muerte. ¿Crees que necesitan su cabeza y manos para lograrlo?

            —Me fascina tu credibilidad —respondió Lara, como si fuera tonto—. Yo soy más realista, creo que simplemente lo borraron del mapa para engañar a su madre. Utilizarán su cabeza para... Yo que sé, maquillarlo y demostrar que sigue vivo.

            Antonio se frotaba la frente medio avergonzado y pensativo. Ella creía que él era el tipo de persona que creería una historia como esa y por eso acudía a él. Único en su especie.

            —Y crees que tu poder de retroceder en el tiempo para impedir tu muerte te permite anticiparte a lo que va a pasar mañana y quieres que te ayude a salvarlo... —Trató de adivinar Antonio —. ¿Cómo?

            —Sabía que lo pillarías a la primera —sonrió Lara—. Verás, no voy a cambiar mi forma de actuar. Quiero comprobar hasta qué punto es cierto lo que he soñado. Intentaré sacarle información adicional pero el juez ha ordenado ya su liberación y en cuanto pase el plazo de 24 horas voy a ordenar su liberación. Pero quiero que tú estés en la puerta de la comisaría cuando le soltemos. Voy a recomendar al muchacho que no se separe de ti y tú te encargarás de mantenerlo con vida.

            Antonio abrió los ojos como platos.

           Vaaale, creo que me he perdido algo... ¿Y cómo se supone que yo voy a luchar contra esos yakuzas que sin duda lo estarán esperando cuando salga? No soy un luchador, ni siquiera tengo permiso de armas...

            —¿Sabes? Puedes parecer torpe, un poco descerebrado, friki, bastante tarado y sobre todo,... Muy imaginativo. He leído tus relatos y me parecen interesantes y entretenidos. Pero hay una cosa que admiro en ti.

            —Dispara —invitó él, convencido de que iba a ser una cualidad insultante.

            —Te las apañas para salir con vida de todo. Usa tu súper suerte y de paso, salva al muchacho.

            —Bueno, en condiciones normales te diría... Ni de coña. Pero estoy en paro, no cobro ni un miserable euro y dependo del sueldo de mi mujer, que no es demasiado grande, por no mencionar dos problemas instalados en la habitación de abajo que hacen más difícil llegar a fin de mes. Y no hablo de mis hijos.

            —¿Cómo?

            —No quiero aburrirte con mi complicada vida matrimonial,... Pero necesito dinero. Un trabajo, un sueldo, lo que sea. Si me ofreces algo puedo ser tu hombre. No sé, "ayudante de la comisaria"... ¿Qué se te ocurre?

            —No confío en nadie de allí, solo en ti y es porque no trabajas en la policía. Lo siento, no puedo contratarte —respondió.

            —Pues jugarme la vida gratis no me mola nada —negó con la cabeza.

            —¿Cuál era tu tarifa? —Preguntó Lara—. Como detective paranormal.

            —quinientos euros diarios, pero la inflación, la situación actual por el coronavirus... Han causado una pequeña subida.

            —¿Cuánto pides?

            —Mil por día. Además por adelantado, no me fío de que al final de todo te laves las manos y me digas que ya ni te acuerdas de nuestro trato.

            —¿Estás loco? Eso es una barbaridad. Ninguna niñera cobra tanto.

            —Disculpa, pues nada tengo un teléfono que quizás te interesa. Es la que cuidaba a mis hijos y un día casi me explotan la casa mientras ella se masturbaba con su novio por videoconferencia en nuestra habitación.

            Lara puso los ojos en blanco.

            —Te necesito a ti.

            —Si es solo para cuidarle mañana, no te saldrá tan caro —replicó él—. ¿Quién no tiene mil euros en la cuenta? Tú no gastas mucho, seguro que tienes dinero.

            —No llevo el tanto encima —replicó enojada—, pero te lo puedo dar mañana en la comisaría —respondió ella de mala gana—. Ven a las nueve y sé puntual.

            —Mejor págame por transferencia bancaria. Te daré mi número de cuenta y si mañana he cobrado, iré a la comisaría.

            —¿No te fías de mí? —replicó Lara.

            —No me fio ni de mi esposa.

            Le dolía decirlo, pero era la verdad, desde la llegada de los venezolanos... Si se negaba a ayudar a Lara no cobraría aunque al menos no se jugaría la vida con los asesinos más peligrosos del planeta. Al ver que se lo estaba pensando se arrepintió de no pedir cinco mil al día. En realidad, no quería aceptar esa misión suicida.

            Lara accedió con un asentimiento de cabeza. Le pidió su número de cuenta, que ella anotó en su teléfono, y después le ofreció el codo derecho a modo de despedida por la "nueva normalidad". Antonio lo chocó con el suyo y cada uno se dirigió a su vehículo.

            —¡Mierda, espero que no me pague! —Musitó cuando ya estaba al volante—. Aunque no nos viene nada mal, por fin algo de dinero fresco en casa... Este mes hay que pagar el seguro del coche y nos viene de perlas, podemos volver a tener algún ahorro que otro. Además si me quedo a ese muchacho un par de días, serán dos mil euros.

            Antes de alegrarse por el dinero que embolsaría se dio cuenta de que se arrepentiría de haber aceptado ese trabajo.

 

 

            Cuando aparcó en casa sintió en el móvil un mensaje. Lo miró y vio que se trataba de una transferencia que se haría efectiva las próximas 24 horas, una de mil euros. Su concepto: "Mañana a las nueve sé puntual".

            —Joder, debí pedir diez mil —apretó los labios medio alegre por el dinero fresco, y completamente aterrorizado.

 

            Cuando Brigitte le vio llegar le preguntó dónde había ido y le dijo que tenía un trabajo temporal. Ella se mostró alegre y entonces salió Michael de su cuarto y le felicitó por ello. Le estrechó la mano y dijo: "Espero que te dure."

            Pero Antonio se mordió la lengua y pensó responder: "Sí, pero tú no vas a ver un céntimo de ese dinero."

            Sin embargo sonrió lo más amable que pudo.

            Sus hijos corrieron hacia él y le llamaron como locos.

            —¡¿Por qué has tardado tanto?! Nunca estás cuando te necesito —recriminó Charly—. Mira, no puedo pasar una pantalla del Mario. Miguel no quiere jugar y mamá tampoco.

            —Pero ese juego es la especialidad de mamá –la miró con reproche, bien sabía que prefería estar de cháchara con sus amigos que hacer caso a sus hijos.

            Al llegar el crío Brigitte suspiró, se alejó hacia la cocina y musitó que necesitaba un café. Abrió la nevera, la observó un rato y sacó una lata de cerveza. Michael fue detrás de ella a la cocina y escuchó que alguien hacía el ruido de apertura de una lata mientras decía: "Necesito una cerveza ¿Quieres la mitad?".

            —Claro —aceptó Michael. A Antonio ni le miró, ni le dijo hola.

            Él sabía que Brigitte había sido alcohólica, que lo dejó poco antes de estar con él y desde entonces bebía una que otra cerveza puntual en casa, durante las comidas. Ahora que estaban los invitados, se las tomaban de tres en tres (ella una, y los otros nunca decían no) y cuando él no la veía aprovechaba para servir vodca con zumo de naranja ¿celebrando las siete de la tarde? Cada día que se repetía la escena, él soltaba un suspiro de hartazgo, a duras penas contenido.

            Antonio acompañó a Charly al sofá, ella nunca jugaba con los niños y se quedaba en la cocina de parloteo así que él se fue con ellos y cogió el mando de la consola que le ofrecía. Pusieron el juego en marcha y Antonio no fue capaz de concentrarse en la partida pensando que esa situación se tenía que acabar o terminaría explotando.

Tras publicar las dos primeras partes de su nuevo relato en su página web, sus seguidores decían que eso olía a divorcio. Él sabía que estaba a la vuelta de la esquina pero no le daría la satisfacción de pedirlo él, pues eso le pondría las cosas, especialmente a los invitados, demasiado fáciles. Él quedaría como el malo, los niños le culparían de la ruptura y encima tendría que marcharse él. La mera idea de tener que dejar la casa y a sus hijos con ese hombre le hacía hervir la sangre como lava de volcán.

 

 

            Por la noche, cuando los peques se acostaron Brigitte y él se quedaron a ver una serie, como hacían habitualmente. Estaban en la tercera temporada de “The black List”.

Antonio pensó decirle que el trabajo duraría un día y sería extremadamente peligroso. ¿Cómo lo iba a hacer? Se llevaría al muchacho a un lugar seguro, ¿pero dónde? Seguramente Lara contaba con que tenía recursos económicos de sobra para esconderlo hasta que los malos dejaran de buscarlos, pero eso ya no era posible. No podían ir a un hotel, ni meterse en un cine, restaurante… Por miedo a contagiarse del Covid-19. Ya era posible porque se había terminado el estado de alarma y todos los negocios volvían a estar abiertos, pero ese maldito virus le daba pesadillas. El año anterior había cogido la gripe A y estuvo tres meses tan malo que creía que se iba a morir. Si ese era peor, como lo cogiera no salía vivo.

¿A dónde iría? A su casa no, debía estar loco si pretendía... Si llevaba a los yakuza a la puerta de su casa, donde estaba su familia... Y esos dos.

            Mientras pensaba todo eso "Redington" disparaba a un mafioso, en la serie "The Black List", sonrió con la idea de que quizás no les venía mal un susto a sus invitados. Si había suerte, se iban corriendo si llegaba esa panda de asesinos disparando a todo bicho viviente. Pero su familia terminaría muerta, no merecía la pena correr el riesgo. Y en el peor de los casos podrían quedarse solos con un par de muertos de hambre. Definitivamente, no era una buena idea.

            —Luego dices que yo tengo humor negro —dijo Brigitte—. ¿Qué te hace gracia de que le dispare?

            —Estaba distraído, pensando en otra cosa.

            Entonces vio que Redington quedaba con Elizabeth Keen en un edificio sin terminar lleno de grafitis. Siempre quedaban en lugares extraños, solitarios y seguros.

            «Eso es, llevaré al chino a las ruinas de entrenamiento del EICFD. Con suerte, si nos siguen, habrá algún agente por ahí que pueda echarme una mano.»

 

 

 

Comentarios: 10
  • #10

    Yenny (martes, 15 septiembre 2020 05:05)

    A rogar que todo se solucione pronto y las cosas mejoren para todos.

  • #9

    Yenny (martes, 15 septiembre 2020 05:03)

    Si antes nuestro sistema de salud era deficiente con esta crisis es peor, demasiado desempleo y la economía ha estado parada por tantos meses que este año va a ser muy difícil y mientras tantos nuestros políticos viendo por sus intereses.
    Pero a pesar de todo lo malo, tratando de salir adelante aunque a veces dan ganas de irse a la cama y no despertar hasta que acabe todo esto.

  • #8

    Chemo (lunes, 14 septiembre 2020 04:03)

    Bueno, hablando del divorcio, yo por eso creo que es mejor mantenerse soltero. Está bien todo mientras existe una conexión mutua; pero una vez que llegan los hijos, las responsabilidades se vuelve todo un caos que casi nunca termina bien.
    Al menos ya se viene lo interesante. Seguramente todavía hay alguna célula operativo del gobierno manejando el EICFD. No creo que la Organización deje perder todos los recursos que han invertido para nada.

  • #7

    Tony (lunes, 14 septiembre 2020 01:39)

    La realidad en España es, según el gobierno, totalmente controlada, pero en la calle empezamos a conocer a los contagiados.
    Mi hermana lo tiene y están confinados en su casa. Mis padres aún no estamos seguros, creo que no porque no la vieron después de su contagio. Aunque mi padre estuvo malo estos días y parece que sólo fue un catarro.
    Los colegios hacen huelga pasándose por el foro todo tipo de precauciones sanitarias, los médicos y enfermeras haciendo huelgas también y el gobierno que hace? Dar orden a la prensa de no mencionar para nada las huelgas. Aquí enciendes el telediario y lo primero que siempre dicen: En Cataluña crecen los contagios. En Baleares tambien.
    Y se acabaron las noticias del Covid. Luego hablan de presupuestos, de corrupcion del PP, de lo que quiera hacer Pablo Iglesias (que todo el mundo sabe que no va a hacer)...
    Otra cosa que se escucha mucho: los hospitales empiezan a estar saturados. Yo fui a hacerme unos análisis el lunes y fui el unico. Entrar y pinchar.
    ¿Donde esta es multitud?
    No se, hay tantas incoherencias que ahora mismo no se si quiero pasarlo y pasar del tema o cagarme vivo si ese bicho entra en mi casa.

  • #6

    Yenny (lunes, 14 septiembre 2020 01:00)

    Eso es divorcio seguro, la relación ya es insostenible y si las dos partes no quieren esforzarse en solucionar las cosas, no hay nada que se pueda hacer; pero que Antonio se quede en la casa con los niños, creo que él les tiene mas paciencia y les presta más atención y que Brigitte le pase la pensión.
    Esta historia me recuerda a otra sobre yakuzas que ya está en la página, ¿ tiene relación?
    Que todos esten bien, cuídense mucho. No se si las noticias son muy alarmistas o que, hacen ver como si en España estuvieran con un rebrote descontrolado. Espero que la realidad no sea asi.

  • #5

    Alfonso (domingo, 13 septiembre 2020 21:07)

    ¡Divorcio a la vista!
    Antonio realmente debería hacer algo para salvar a su familia. Tal vez sea apresuado decir que ya no se puede salvar, pero las actitudes de su mujer y los inquilinos incómodos no dejan otra posible solución.
    Si la mafia encuentra al crío, no solamente lo tendrán a él sino toda una base militar con secretos que ne debería conocer nadie.
    Y bueno, a esperar otra semana para la continuación.

  • #4

    Jaime (domingo, 13 septiembre 2020 03:52)

    Ah, gracias por la aclaración, Tony.
    Bueno, al menos Antonio podrá aclarar en la siguiente parte que él siempre corrige a Jaime en sus interpretaciones. Jeje

  • #3

    Tony (sábado, 12 septiembre 2020 20:41)

    Creo que no lo has entendido bien, Jaime. Lo que le molesta a Antonio no es lo que digan los demás sino que sus hijos puedan querer más a los otros dos.El ALS es algo que quedará explicado en la próxima parte.

  • #2

    Jaime (sábado, 12 septiembre 2020 19:37)

    El orgullo de Antonio de no querer dejar a Brigitte "por lo qu digan los demás" le va a salir más caro. Claramente su mujer ya no siente nada por él. O se hace el hombre de la casa o lo deja todo po la paz. Aunque mejor pensado, podría mandar a sus hijos a visitar a una tía lejana mientras él lleva al chico japonés a su casa.
    Por cierto, ¿qué es el ALS? Supongo que es una droga pero no estoy seguro.

  • #1

    Tony (sábado, 12 septiembre 2020 14:38)

    Espero que sigáis todos bien y no olvidéis comentar.