Las crónicas de Pandora

Capítulo 16

 

 

 

Anteriormente

         El lingüista estaba empeñado en sacar cuanto antes el trabajo. Apenas dormía una hora al día.

          Cuando no podía más guardaba el manuscrito en su jersey gris de lana y se iba a dormir. Su mujer se preocupaba ya que apenas comía y el equipo delta, desde que comenzó a escribir sobre Cafarnaúm, decidieron hacer guardia de dos en dos por el peligro real que suponía ese escrito si alguien se decidía a robarlo.

          Vanessa no estaba conforme, pero no podía decirlo para no levantar sospechas. Necesitaba quedarse sola si quería robar el documento sin que nadie la viera lo que se lo impedía era que Chemo no se separaba de ella aquella noche mientras Jazira escribía en su ordenador.

          Cuando el lingüista no pudo más y guardó su trabajo apagó todas las luces y la pareja de soldados se quedaron solos en su despacho.

          —Esto es un coñazo, nosotros aquí sentados mientras Abby y Alfonso viajan en el tiempo y descubren cosas que nadie ha visto —se quejaba con el casco Chemo.

          —Deberías haber leído lo que ha escrito —respondió—. Acaba de descubrir que es probable que sea una falsificación pero sigue enfrascado en la traducción como si le fuera la vida en ello.

          —¿Es falso? —Preguntó Chemo—. Me pareció ver que hablaba de los primeros apóstoles.

          —Cualquier monje franciscano o jesuita podía haber escrito esas palabras. No se sale del canon bíblico y eso solo puede significar que es falso. La historia de la Iglesia es tan turbia que dudo que digan la verdad sobre su fundador. Nadie lo hace, siempre se miente y se ocultan los vicios y pecados de aquellos a quienes siguen.

          —En ese caso no hay peligro del que protegerle, ¿no? —Se alegró Chemo.

          —No estoy de acuerdo —puntualizó Vanessa—. Si la iglesia lo confisca tendrá una prueba "irrefutable" de que no mienten. Lo acogerán como si fuera un nuevo tesoro, algo que querrán implantar a todos sus fieles. Jazira es judío, dudo que el museo quiera que este documento termine siendo propiedad de la Iglesia Católica.

          —Es una empresa como cualquier otra, lo venderá por diez millones y los pagarán con gusto. Piensa en todos los nuevos fieles que llenarán las cestas los domingos.

          Vanessa no pudo rebatirle, tenía razón.

          —En cualquier caso, es falso. No deberíamos dejar que lo venda.

          Chemo se levantó del suelo y se acercó a la figura fantasmagórica de Vanessa con estupefacción.

          —¿Estás insinuando que lo robemos? ¿Aún no se puede afirmar que sea lo que dices? ¿Y si es auténtico y arriesgamos una fuente histórica única e irrepetible?

          —Y si no… No sería justo que se aprovechen así de la gente.

          —Pero tía, las órdenes son protegerlo, no robarlo.

          —Somos del EICFD, ¿no? Defendemos a la humanidad de las amenazas desconocidas. Que alguien pueda comer la cabeza a la gente con patrañas, ¿no te parece una amenaza? Se han levantado guerras por mucho menos.

          —Estás loca, no pienso apoyarte con esa locura. En todo caso Montenegro debería decidir, nosotros solo somos unos mandados.

          —Tienes razón, estoy agotada... Esto es un infierno de misión, es peor que intentar dormir con el goteo del grifo del baño de un vecino.

          —¿Quieres el relevo? Nos quedan dos horas pero seguro que no tendrán problemas en reemplazarnos. No sé qué es peor, esperar en la nave o aquí. Nadie puede dormir doce horas seguidas.

          —No, déjalo. Aguantaré este ratito.

          Aunque ver a un hombre traducir un documento antiguo era un trabajo soporífero, ahora que se había acostado se encontraban a solas en su estudio y era mucho peor. Los trajes de grafeno daban calor, eran incómodos, apretados y de llevarlos tres días seguidos tantas horas empezaban a formarse estrías en sus partes más apretadas. En las ingles especialmente. Vanessa estaba deseando quitárselo. Pero si se los quitaban en plena misión, se exponían a los disparos enemigos. Aunque podían seguir invisibles.

          —Nos aburrimos porque queremos —rompió el corto silencio Chemo—. Cuéntame algo de tu vida. Mira, yo quería ser médico antes de entrar en esto. Estaba estudiando bachiller cuando presencié el ataque extraterrestre a unos vecinos, lo denuncié a la policía y éstos me dijeron que mandarían a los expertos a hablar conmigo, que no fueron otros que Abby y John. Me enseñaron todos esos inventos de Tesla y...

          Mientras el chico le contaba su vida, ella se quitó las botas y el pantalón de grafeno silenciosamente. A oscuras no podían verse ni con el casco de visión verdadera. Y con la voz de Chemo de fondo, el chico ni se enteraría de que se estaba desnudando.

          —... Ya, el resto es como me pasó a mí —cortó Vanessa—. ¿No te he contado que mi madre fue abducida delante de mis ojos y me salvaron cuando pretendía atacarles con una rama? Les iba a pegar pero me apuntaron con sus plasmas y pudieron matarme si John no se hubiera expuesto lanzándose en plancha para evitar que me hicieran un boquete en el pecho. Así descubrí que no estamos solos.

          —¿Y tu madre? —Preguntó Chemo.

          —La soltaron. Aunque no lograron detener el Ovni... Por mi culpa. Me dijeron que iban a detenerlos pero al interponerme la prioridad era salvarme.

          —Menos mal que al menos ella escapó —respondió el muchacho.

          Vanessa suspiró profundamente sabiendo que le acababa de soltar la primera mamarrachada que le vino a la mente y que su historia era radicalmente distinta. Pero mientras hablaban se deleitaba al sentir el aire fresco refrescando la parte inferior de su cuerpo. No llevaba ropa interior y habría estado desnuda de haber habido luz del día y sin escudo óptico. El peto no podría quitárselo sin desactivar su invisibilidad pero con eso le bastaba... Y sentirse desnuda la hizo sentir que hacía algo prohibido y gracioso, ya que si Chemo se enteraba de cómo estaba se podría poner nervioso.

          —Es curioso, pero cuando no estás cerca de Jaime, hasta pareces un buen chico —le alabó.

          —¿Ahora te das cuenta? —Se jactó sonriente—. Soy el hombre perfecto.

          —Sí, eres un perfecto idiota —se carcajeó Vanessa.

          —También tú te pones más borde cuando está cerca Lyu. Jaime y yo tenemos una porra con vosotras.

          —¿Ah sí? ¿Cuál?

          —Él dice que sois tortilleras.

          La chica se rio en silencio aprovechando su invisibilidad. Le hacía gracia que pensara eso cuando se estaba excitando por sentir el aire fresco entre sus piernas y el vello de su vagina se mecía con la brisa que entraba por la ventana. Si Chemo supiera que estaba a un paso de proponerle sexo... El chico era soez, presuntuoso y un poco payaso, pero era mono, tanto que se mojaba solo de imaginar un polvo con él.

          —Por favor... —Protestó Vanessa—. ¿Tú no crees?

          —Yo digo que tú no. Pero Lyu lo es sin duda. ¿Me equivoco? Bueno a ti te mola el rancio este que estamos defendiendo, no lo puedes negar.

          —No me gusta decir abiertamente quién me mola, no puedo, me da mucha vergüenza —replicó molesta—.  No niego que es un hombre guapo, pero no es el chico por el que mojo mi cama por las noches, precisamente.

          Chemo se quedó en silencio, sorprendido por esa confesión.

          —Vosotros creéis que las bromas con el sexo nos excitan —continuó ella—y no tenéis ni idea.

          —Mujer, son para quitar tensión al ambiente. No van en serio...

          —¿De verdad? —Desconfió—. Claro, pero si cuela...

          —Tú lo has dicho —aclaró su compañero con voz divertida.

          —Tengo que confesarte una cosa —dijo Vanessa sin pensar, arrepintiéndose de cada sílaba que pronunciaba. Pero estaba excitada y su cabeza no mandaba sobre su cuerpo.

          —¿En serio? ¿Yo tengo otra? Las damas primero.

          Vanessa cogió aire buscando cualquier tontería para evitar decir lo que deseaba instintivamente confesar.

          —Tengo que admitir que no soporto este traje de grafeno... —Comenzó—. Y me he quitado la parte de abajo hace rato.

          Entonces Chemo soltó una carcajada maliciosa.

          —¿Tú también? —Confesó—. Así que estamos en pelotas... qué lástima no poder vernos.

          —Pero sí tocarnos... —Vanessa no se reconocía.

          —¿Eso significa que puedo arrimarme a ti?

          La chica se mordió el labio inferior.

          —Lo que quiero decir es que ya estás tardando...   

          —Espera que voy.

          Chemo se arrimó a ella y comenzó a palparla sintiendo la piel sintética y ajustada de grafeno protegiendo sus pechos y su estómago. Al deslizar la mano por debajo del cinturón de invisibilidad se vio tentado a pulsar el botón para poder verla. Pero no habría servido de nada con tan poca iluminación. Deslizó los dedos por su vagina y notó lo mojada que estaba.

          —No se lo cuentes a Jaime, por favor —musitó ella a su oído.

          —Descuida, me gustas demasiado como para que ese capullo se entere y monte un circo con esto.

          Se quitaron el casco de visión verdadera, el cinturón de invisibilidad aun sabiendo que si alguien aparecía les descubriría allí, y también el resto del traje. Después de besarse Chemo se apartó un momento y suspiró con dudas.

          —No me digas que eres gay —Musitó Vanessa.

          —Quería confesarte algo, me siento sucio si no lo hago.

          —¿A qué esperas para decirlo?

          —Verás, mientras tú te obsesionabas con leer lo que ese hombre escribía, yo ya tenía el pantalón quitado y... podía adivinar tus impresionantes curvas fantasmales y... Me he masturbado mirándote.

          —Vaya, sí que te gusto... Demuéstramelo.

 

         

 

          Eso fue lo último que escuchó por el micro. Lo demás fueron jadeos, suspiros, roces, gemidos... De modo que cortó la comunicación.

          «Así que no es tortillera, menuda suerte que ha tenido ese niñato por el turno con Vanessa» —pensó Jaime mirando a su compañera de trabajo de apenas sesenta kilos de peso que dormitaba como un pajarito al otro lado de la bodega de carga del halcón. Tenían dos catres y los aprovechaban en guardias de larga duración con relevos. La mujer de rasgos orientales era tremendamente delicada y antes de dormir, mientras comían sus latas de campaña, le confesó que entró en el EICFD por su coeficiente intelectual y que ella no pretendía ser soldado sino ingeniera de fabricación y desarrollo de prototipos. Es decir, no había ninguna historia trágica en su ingreso en la brigada Delta. Además le contó que siempre tuvo problemas para hacer amistades y que sus padres creían que podía tener algún tipo de trastorno de la personalidad. En realidad lo que tenía era un coeficiente intelectual de 198 y por eso no se entendía con casi nadie. Pensaba, literalmente, que todos sus compañeros eran estúpidos. Pero antes de terminar la conversación le dijo que no entendía por qué él y Chemo se volvían tan soeces cuando estaban juntos. Él respondió que era por cachondeo, que no hablaban en serio.

          Mientras hablaba con ella pensaba que era de la otra acera, que su interés se centraba en Vanessa y que los hombres no le interesaban lo más mínimo. Pero al dormirse ambos y despertarse él antes del relevo, activó el canal privado de Chemo para contarle todo lo que acababa de descubrir y se encontró con aquella conversación con Vanessa.

          Ahora que sabía que su compañera era normal, un poco más lista que la media del equipo (él tenía un coeficiente de 170, Chemo 160 y Vanessa 178) pensó que podía ser su mujer ideal. No presumía de un cuerpo despampanante, ni falta que le hacía. Era muy especial y acababa de decirle que nunca le había contado su historia a nadie… Se arrepintió de que lo primero que se le ocurriera fuera llamar a Chemo para jactarse de haber llegado a donde nadie nunca antes, le iba a contar la historia completa de Lyu… Pero debía respetarla. De hecho, se sentía muy sucio por haber escuchado la conversación de Chemo.

          —Así que no salvó a dos chicas en un ataque zombi. A Vane le ha soltado una historia totalmente distinta de cómo ha entrado en el EICFD. ¿Quién eres realmente, Chemo? ¿No serás un traidor?

          —¿Decías algo? —Preguntó Lyubasha, sentándose en el catre volviéndose hacia él.

          —Nada, pensaba en voz alta.

 

 Continuará

 

 

         

 

 

         

 

Comentarios: 7
  • #7

    Jaime (sábado, 03 septiembre 2022 16:27)

    Presiento que Lyu es bi y habrá trío. Jejeje

  • #6

    Tony (viernes, 02 septiembre 2022 13:57)

    No te desesperes Jaime, quien fue último...

  • #5

    Alfonso (viernes, 02 septiembre 2022 04:26)

    Pobre Jaime. Se quedará virgen de por vida. Jeje

    Espero la continuación.

  • #4

    Jaime (martes, 30 agosto 2022 03:37)

    En vista de que mi compañera es Lyu lo más probable es que me quedaré virgen de por vida. Jajajajaja O al menos durante toda esta historia.
    Bien por Chemo. No creo que Chemo haya mentido por traidor, sino que se inventa sus propias historias de origen para quedar como galán.

  • #3

    Vanessa (lunes, 29 agosto 2022 01:27)

    ¡Ay Dios! Yo me esperaba que se revelara la razón por la cual he traicionado al EICFD mas no esto.
    Aunque pensándolo bien, si Chemo está como en la imagen, no veo por qué hay que dejarlo pasar.

  • #2

    Chemo (domingo, 28 agosto 2022 18:16)

    La demora ha valido la pena. Pasó lo que tenía que pasar. Y todos tenemos nuestros secretos que ocultar así que c'est la vie.
    .

  • #1

    Tony (domingo, 28 agosto 2022 03:05)

    Espero que te recuperes pronto Jaime.
    Lamento la demora, supongo que todos entendéis que he pasado unos días fuera.
    No olvidéis comentar.