Las crónicas de Pandora

Capítulo 2

        Hoy he sentido a mi padre como nunca. Fue al amanecer, que salí a refrescarme al pozo y escuché que alguien estaba llorando en el establo. No pude evitar acercarme y vi que la niña que iban a desposar, Elisa, lloraba desconsoladamente. Le pregunté qué le pasaba y me dijo que no quería hablar con nadie. La felicité por la boda y eso consiguió el efecto contrario que yo pretendía, lloró aún más amargamente.

        —¿Qué te pasa? ¿Te sientes enferma?

        —Aléjese de mí —protestó enérgicamente.

        —Soy Jeshua, el carpintero que va a hacer vuestros muebles. Pequeña, solo pretendo ayudarte —sonreí afablemente, no me gusta ver a la gente llorar.

        —No soy pequeña —respondió, furiosa—. ¿No pretenden casarme? Entonces tráteme como una mujer.

        —Entiendo, ¿Te llamas Elisa? ¿Me equivoco?

        —Yo soy.

        —Si quieres que alguien te ayude, tienes que contarle lo que te pasa.

        —Sí, claro —respondió furiosa.

        Qué sentimientos más contradictorios, furiosa y triste a la vez. No voy a mentir, me sentí afortunado de no tener que casarme yo con ella, pensé que sería harto complicado entenderla pues no me entra en la cabeza que pueda haber esos dos sentimientos conviviendo en la misma persona al mismo tiempo.

        Aunque mentiría si dijera que no entendía sus motivos. Por supuesto que lo sabía, ¿Quién no? Los matrimonios concertados son complicados cuando los padres no toman en consideración la opinión de sus hijas. Lo normal, lo que dicta la ley de Dios, al menos en mi corazón, es que ellas tengan la última palabra.

        Pero es demasiado frecuente ver que se las entregan al que más dote ofrece, sobre todo entre los que necesitan más dinero que en estos tiempos somos casi todos. Aunque en este caso, dudo que su padre necesite esa dote.

        —¿No quieres casarte?

        —No con Jared —respondió en un quedo murmullo.

        —¿Y con quién te casarías?

        —Ismael. Él me prometió que pediría mi mano hace dos años. Pero no tiene dinero suficiente y mi padre no me entregaría a él. Mañana me caso y he oído decir que Jared ansía tener un heredero, ya es muy viejo.

        En ese momento me quedé en silencio y sentí que el espíritu de Dios tomó la palabra a través de mis labios.

        —No debes llorar. Tienes que elevar los ojos al cielo y pedirle a nuestro padre lo que anhela tu corazón.

        Ella dejó de llorar como si de repente reconociera en mí a una persona diferente y juntó las manos en actitud piadosa. Pero no dijo nada, me miró y me pidió, con lágrimas en los ojos que yo se lo pidiera por ella.

        —Dios no escucha a las mujeres —sentenció.

        —Eso no es cierto —respondí, sonriente—. Precisamente está más atento a los que le necesitan de verdad. A los que confían en él.

        —¿Tú confías en él? —Preguntó con timidez.

        —Sí, plenamente.

        —Pídeselo tú, por favor —insistió.

        —De acuerdo. Padre, que estás en los cielos, escucha a tu sierva llorar y suplicar por tu ayuda.

        Elevé las manos al cielo, le sentía tan dentro de mí que supe que estaba muy presente entre nosotros dos.

        Ella me miraba esperanzada.

        —Elisa, pídele lo que quieras, está escuchándote.

        —¿De verdad? No quiero casarme con Jared, por favor que mi padre acepte darme en matrimonio a Ismael.

        Sonreí al ver que lo pedía con verdadera fe.

        —Confía en él, sé que todo irá bien. ¿Quieres volver a tu habitación?

        Elisa se secó las lágrimas con su camisón y aceptó mi mano para levantarse. Sentí un cariño muy especial por ella y deseé con toda mi alma que se cumpliera su deseo.

        —Gracias —musitó. Se levantó, se sacudió la suciedad pegada a sus ropas y se marchó corriendo al interior de la casa.

        Sé que todo saldrá bien para ella. Mi padre está en ello. Me habría gustado escribir antes en este diario pues he sido testigo de milagros asombrosos que dejarían en ridículo algunos que cuentan en las sagradas escrituras. Él no habla a través de las palabras muertas, se expresa en nuestras vidas si estamos abiertos a que lo haga.

 

 

 

 

            Jazira puso una pluma de paloma al final de la página, entre la última página traducida y la siguiente, y cubrió el manuscrito con una manta de algodón suave. Luego envolvió el pergamino en ella y lo empaquetó, guardándola en su armario, junto a las otras mantas, nadie tocaba allí salvo él y su mujer, pero ésta nunca las cogía, en todo caso añadía después de lavar. Debía mantener ese asunto en el más absoluto secreto, ni siquiera ella podía saber en qué andaba metido. Se aseguró de que su traducción se guardara correctamente en el disco duro y luego sacó un pendrive de su llavero y la copió en él. Todas las precauciones era pocas, aunque se quedó pensando que cualquiera podía abrir el fichero en su pendrive. Ojalá supiera encriptarlo.

            — Si querían seguridad debieron pagar más —protestó, encogiéndose de hombros.

            Estiró la espalda y se quedó pensando que la historia de ese judío era, efectivamente, la de un nazareno carpintero de veinticinco años que se ajustaba con total exactitud con el Jesús de los cristianos. Aún era joven, un poco inseguro y los católicos nunca aceptarían estos escritos como válidos ya que según ellos el "Salvador" siempre supo que era Dios y fue consciente de su propia grandeza desde su nacimiento. Probablemente tuvieran razón y ese no era más que otro carpintero más de los tiempos del Mesías.

            También existía la posibilidad de que algún monje de cualquier siglo pudiera esconder allí ese pergamino (cosa harto improbable ya que la casa acababa de ser descubierta y llevaba más de mil años bajo otras edificaciones). Por no mencionar que las posibilidades de que un simple carpintero supiera escribir en aquellos tiempos era bastante remota.

            En Nazaret existía otra supuesta casa de Jesús, la que todos los turistas visitaban a millares diariamente. Si lo hubieran encontrado allí por supuesto que cualquiera podría colarse y meter algo para engañar a la gente. Pero no era el caso.

            Suspiró profundamente, sus manos temblaban. Él sabía la verdad, y no podía contársela a nadie, ni siquiera al que le encargó la traducción. Debía terminarla y después, el primero que la leyera, cuando ya no fuera responsabilidad suya, tendría que decidir. Él solo era un traductor que cobraba por horas.

            Su teléfono móvil comenzó a sonar y vio que era el que le contrató del museo. No recordaba su nombre y lo había etiquetado ""jefe manuscrito"". Sus manos seguían temblando cuando pulsó el botón verde de la pantalla.

            —Jazira al habla —dijo.

            —¿Cómo va eso? ¿Pudiste avanzar? ¿Se entendía lo que hay escrito?

            —Sí, no hay problema he podido traducir un fragmento. Su letra no es la de un escriba, cuesta entenderla al principio pero al final he aprendido todos sus vicios y me está resultando más fácil de lo esperado.

            —Yo tengo nociones de hebreo antiguo y no conseguí entender un solo garabato —se sinceró el del museo—. Dudo que fuera obra de un escriba, esos parecían impresoras, consideraban pecado hacer una letra más grande que otra.

            —Tengo muchos años de experiencia —no supo si sonó prepotente o humilde ese comentario y se sintió avergonzado por lo que pudiera pensar su contertulio—. Yo sí he podido descifrarlo.

            —Lo que me interesa saber, y todo el mundo está encima mío por la duda, es si de verdad ese hijo de José y María es... Jesucristo.

            —Bueno, yo no soy experto en catolicismo ni cristianismo. Parece un chico normal, que trabaja de carpintero y...

            —¡Lo sabía! —Exclamó el otro—. Es auténtico, menudo bombazo tenemos entre manos.

            —No he dicho que fuera él —se apresuró a intervenir, tratando de contener la euforia del otro.

            —¡Vamos a hacer una fortuna con esto! —Gritaba, al otro lado del teléfono.

            —No parece ser alguien como Jesucristo. De hecho, es un joven bastante inseguro y no hace milagros.

            —No me cuentes spoilers, quiero leerlo todo cuando termines.

            —Le digo que no puedo asegurar que es Jesús, por favor no lo difunda.

            —¿Seguro que no lo es? —Preguntó el otro.

            —Bueno,...

            —Eso basta, amigo. Los cristianos comprarán tu libro sin pensarlo y si encima le añadimos un maquetado antiguo, elegante, una portada rústica, humana, con gradados dorados en la portada, van a comprarlos de dos en dos.

            —¿Y no le parece peligroso que esto se sepa? —Replicó, furioso por no comprender la inconsciencia del hombre del museo.

            Por fin logró cortar la risa histérica de su contertulio.

            —¿Cree que la iglesia podría verse afectada por lo que diga ese libro?

            —Los católicos tienen fama de ser...

            —Si no les gusta, proclamarán que es otro apócrifo y santas pascuas —le restó importancia el director—. ¿Crees que son una mafia como se empeñaba en decir ese escritor...? ¿Cómo se llamaba?

            —¿El del Código da vinci?, ¿Dan Brown? Vive en una casa de oro, es uno de los escritores más exitosos de los tiempos modernos, puede permitirse...

            —Ese no —le cortó—. Me refiero a uno español. Puso en evidencia nuestro legado histórico y ten en cuenta que solo por ver las calles por las que Jesucristo y la Virgen María pasearon se acercan millones de turistas al año. ¿Cómo se llamaba?

            —No tengo ni idea —respondió Jazira.

            —Su libro... Era algo del ""laberinto"", el guardián... Espera que lo busco...

            Jazira puso los ojos en blanco esperando unos segundos eternos. Tenía hambre, no había cenado y no quería hablar delante de su mujer.

            — Nada, no veo el libro. Al final no sé si nos tomó el pelo o simplemente vino a ofender a todo el mundo con tal de que su libro fuera más realista en cuanto a las supuestas persecuciones por lo que estaba escribiendo. No dejó títere con cabeza, criticó al papa, al jefe de los Cristianos ortodoxos, a las autoridades israelíes... A los árabes, a todo el mundo. Claro que tuvo problemas con la justicia, pero no por su libro, sino porque era un drogadicto que odiaba a todo el mundo. ¡Las horas que me hizo perder ese sujeto! Según él sabía leer hebreo antiguo…

            —¿Qué documentos estudió? —Pregunto Jazira—. Quizás sean reveladores para mi trabajo.

            —Copias de evangelios apócrifos originales. Llevan años traducidas y publicadas en multitud de idiomas. Pidió el evangelio de María, el de Pedro y el de Tomás. Preguntó a expertos, a personalidades de la Iglesia Católica. A los que le decían que eran falsos les gritaba ¡manipuladores!, que él sacaría la verdad a la luz, que la iglesia tenía los días contados. Menudo personaje, se pasaba el día fumando marihuana y se creía una especie de salvador. No he visto a nadie que odie tanto las religiones y a los que creen en ellas. Menudo elemento. Lo más chirriante del tema era que él no quería hacer ese libro, que se lo habían ordenado escribir y se limitó a fingir que se estaba preparando para ello. Decía que no tenía sentido esforzarse, ya le habían prometido el premio más importante de su pais si dejaba en evidencia a los católicos.

            —Esos apócrifos... —Insistió Jazira— ¿Me dejarían estudiarlos?

            —No quiero que te contamines. Tú céntrate en ese y déjame a mí las conclusiones.

            —Ha dicho que van a comprar el libro por millones —añadió, por miedo a que le colgara  y se despidiera.

            —Seguro.

            —Pero en mi contrato de obra y servicio solo me va a pagar por las horas de traducción.

            —Y lo ha firmado. ¿Algún problema?

            —Bueno, creo que podríamos renegociar.

            Hubo un tenso silencio al otro lado.

            —Hablo de un porcentaje de los beneficios, un cinco por ciento, quizás.

            —Me caes bien Jazira, eres humilde, trabajas bien... Te elegí por eso. ¿Sabes cuánta gente podría estar haciendo ese trabajo? Estuve horas estudiando perfiles, tengo más de diez candidatos. Ese manuscrito es propiedad de Israel, de Nazaret —recalcó—. Los beneficios serán para el museo. Ni siquiera yo veré un billete en mi bolsillo.

            Las mentiras apestaban en cada nota musical de su disertación, seguramente no vería uno físico pero Jazira sabía que ese hombre se haría de oro con su libro y él seguiría luchando por conseguir pagar el alquiler de su casa.

            —No me parece justo que yo tenga que hacer el trabajo y otros se lucren a mi costa.

            —Tú no estás escribiendo el libro —acusó, recio—. Lleva escrito dos mil años y es propiedad del museo nacional de Israel. Tendrías que pagar por solo tocarlo —pronunció esas palabras con desprecio marcado en la voz—. Creo que el contrato es justo, cobras más que otros traductores y he dado la cara por ti. Había personas con más renombre que tú. Sin ir más lejos tengo gente en el museo que estaba deseando ponerle las manos encima. Pero... Si no te parece justo —cambió el tono ofendido por uno más sosegado—. Podemos cancelar el contrato, tráeme el pergamino mañana y te pago por tu día de trabajo, ya sabes, la parte proporcional acordada.

            Jazira se vio invadido por la ira y estuvo a punto de aceptar, pero aun le faltaba por traducir casi todo el pergamino y sabía que, solo si se lo quedaba, la verdadera traducción saldría a la luz.

            — No se enoje, era por intentarlo —reconoció—. Necesito el dinero como agua de mayo.

            — Son los tiempos que nos toca vivir —recitó el otro, recuperando su tono desenfadado—. Hay que alegrarse de lo que tenemos.

 

 

 

 

            Al día siguiente estaba ansioso por retomar su trabajo, su mujer le dio un beso antes de irse a la escuela donde trabajaba. Como el tráfico era tan terrible no se llevaba el coche habitualmente.

            —Ten cuidado —le pidió él—. Llevas en tus entrañas a mi hijo, eres un tesoro doble para mí.

            —Espero no tener demasiadas náuseas hoy. Ayer fui al baño nada más llegar al colegio y vomité todo el desayudo por el olor a suciedad.

            —Ve antes de desayunar —recomendó.

            —Si aguanto, eso haré. Es que los olores son terribles, hasta el café empieza a darme arcadas.

            —Vaya, con lo que te gusta.

            —Y como no tomo, me da más sueño... No quiero ir a trabajar —puso cara de niña caprichosa y luego sonrió, le dio otro beso y se marchó.

            Jazira no podía evitar tener miedo por ella. Si alguien se enteraba de que tenía ese pergamino en casa...

 

 

            Sin más preámbulos fue a continuar con su trabajo. Debía quitárselo de encima cuanto antes, así podría dedicarse más a sus exámenes y sus clases de la universidad. Se puso a pensar en el hombre que escribió aquel pergamino. La sensación de paz que sentía cuando lo iba traduciendo era indescriptible. Hablaba de temas muy contemporáneos y quería saber mucho más.

            Lo sacó de su escondite y lo desplegó hasta la pluma que usaba de marca. Olía a piel ancestral, su tacto era suave, después de escribirlo, la grasa hacía que sonara un peculiar crujido cuando lo desplegaba.

            Encendió su ordenador y mientras arrancaba su teléfono móvil sonó. Vibró en la mesa y lo cogió, era su mujer.

            —¿Te has olvidado el bolso? —Preguntó jocoso.

            —Tienes que venir a buscarme, algo me ha golpeado y me han arrastrado al interior de una especie de avión, date prisa, ¡llama a la policía! Maldita sea, me han escuchado... ¡Qué demonios! Son invisibles....

            La señal se cortó súbitamente.

            —Raquel... —susurró el lingüista con lágrimas en sus temblorosos ojos—. ¿Raquel?

            Lo sabían...

Comentarios: 6
  • #6

    Chemo (sábado, 09 abril 2022 22:27)

    Espero con ansias la parte del erotismo. Jejeje

  • #5

    Tony (miércoles, 06 abril 2022 09:36)

    Va a ser complicado catalogar este libro porque si ya solía mezclar géneros antes, este va a ser un multi género. Tendrá altísimas dosis de realidad, actualidad, historia, leyendas, ficción, fantasía, épica, romance, misterio, terror, erotismo (puede que exclusivo en la web y en el libro no tanto... O más, no se)... Solo espero que por ser demasiado ambicioso no termine siendo un inacabado.

  • #4

    Tony (miércoles, 06 abril 2022 09:30)

    No destripes el final Jaime. Aunque la chicha, la salsa de este libro va a ser el camino y creo que ya en el capítulo 4 o 5 empieza el verdadero argumento. Este libro tendrá 8 protagonistas, puede que más. Quiero tener libertad de que ninguno sea "imprescindible" jejeje (risa macabra)

  • #3

    Alfonso (martes, 05 abril 2022 23:27)

    Me parece interesante la teoría de conspiración de Jaime. Lo importante es que de alguna forma, Antonio y Ángela van a estar involucrados en todo este rollo conspirativo.

  • #2

    Jaime (domingo, 03 abril 2022 23:21)

    Voy a sacar un poco de mis teorías conspirativas para el pronóstico de la siguiente parte. Un consejero deseoso de hacerse del pergamino ha mandado al EICFD obtener el pergamino a como dé lugar y han secuestrado a la esposa de Jazira. Ahora, el EICFD de Paco pretende recuperar el pergamino para sí y destruirlo. Además de que el Vaticano también se encuentra involucrado y tomará partido.
    ¿Qué opináis?

  • #1

    Tony (jueves, 31 marzo 2022 23:43)

    No te olvides de volver la semana que viene, el relato continúa.
    Y sobre todo, comenta, critica, predice. Todos sois bienvenidos.