Antonio Jurado y los impostores

33ª parte

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            —¿No te referirás a la morenita? —Preguntó Dani—. La protegida de Frank.

            —¿La conoces?

            —No he hablado nunca con ella, pero mi tío siempre la pone de ejemplo, la niña que superó al maestro. La considera casi como una hija, estuvo pagándole los estudios durante un tiempo y yo la veía entrar y salir del bar. No tienes idea de las ganas que tengo de conocerla, está buenísima.

            —Supongo que encaja, es esa misma —reconoció Lara.

            —¿Es una protegida del tío? —Preguntó Mónica.

            —Es una sic.

            Por la mirada de asombro y complicidad de la chica, esa palabra encerraba un significado secreto y emocionante.

            —La noche está llena de sorpresas —sonrió finalmente—. Ya estoy deseando conocerla también.

            Entraron en el garito, era uno que hacía esquina, de su fachada colgaba un tablón como si fuera un "Salón" del viejo oeste y en su interior reinaba la oscuridad. No encontraron mucha gente, era día entre semana y aún temprano, las once de la noche.

            La música era ochentera, la que más le gustaba a Lara. En ese momento ponían una balada de "Los héroes del silencio" y Dani y Mónica bailaron pegados, con sus copas en la mano. Parecían siameses, no se soltaban ni para beber. Además era bastante violento estar cerca de ellos porque Mónica movía frecuentemente su mano juguetona por su paquete y él, no dejaba de sobar su vientre y de vez en cuando sus pechos.

            Incómoda, decidió excusarse y se fue al baño. Se lavó la cara, se desinfectó las manos con gel, se bajó la mascarilla. Se miró al espejo, esperando que su reflejo demostrara tener más confianza en sí misma que ella. Pero no, aun parecía más asustada.

            —Si salgo sin que me vean puedo darles esquinazo —musitó.

            ¿De qué iba a servir? Sabían dónde vivía.

            —Ángela... Siento meterte en este lio... Pero no tengo a nadie más.

            Ella fue quien la amenazó que si volvía a las andadas no dudaría un segundo en hacer caer sobre ella todo el peso de la justicia. Y estaba a punto de pedirle que la ayudara a matar a esos dos cabrones.

            Entonces Mónica se metió en el baño, caminaba contoneándose y la miró con ojos de viciosa. Era la primera vez que la veía sin la sombra de Dani encima de ella. Tenía un tipazo de infarto, podía ser súper modelo. Sus piernas suaves y contorneadas demostraban que no pasaba de los veinticinco años y estaba en plena forma. Sus brazos eran musculosos pero finos, femeninos y sus hombros marcaban el hueso de la clavícula como una estatua de mármol perfecta. Era tan sexi que se sentía intimidada.

            —¿Estás bien? ¿Pareces mareada? —Preguntó.

            —Estaba a punto de salir. Necesitaba lavarme la cara, no me ha dado tiempo a cenar, así que estoy con el estómago vacío.

            —¿En serio? Yo tampoco he comido más que una manzana a medio día. ¿Conoces algún sitio vegano por aquí? —Preguntó.

            —No, prefiero alguna hamburguesa, si no te importa —replicó.

            —Cuando venga tu amiga vamos a cenar, si te parece. Ahora tengo una cita con el señor Roca. Sal pronto, que nos quitan al macizo.

            La guiñó el ojo sonriendo y se metió en un retrete.

            «No comes animales por no hacerles daño, pero qué poco te importa matar a personas. Hija de...» —Pensó mientras salía.

            Lara comprendió lo que pasaba, tenían miedo de que se escapara. Mónica fue a revisar el baño y él esperaría fuera. La querían muerta. Miró el teléfono, eran las once y diez. Ángela debía llegar en cinco minutos si es que era puntual, que no era su fuerte.

            Salió sonriendo, intentando ocultar sus temores. Dani la recibió cogiéndola por la cadera, como hacía con su prima. No estaba acostumbrada a que nadie la llevara por ahí, exhibiéndola igual que un trofeo.

            —¿No estarás enferma? —Le preguntó con voz de borracho—. No vayas a contagiarnos el Covid.

            —Si lo tuviera sería la primera sorprendida —respondió.

            Dani la cogió por la barbilla y la besó con sus labios empapados en piña colada. Fue una sorpresa y no le rechazó porque se suponía que ella buscaba eso. No quería que pensara que sabía lo que pretendían hacerle. Además... Sus labios serían veneno pero Dani estaba tan bueno... No era ningún sacrificio fingir. Y podía estar contagiándole al impostor, se lo tenía bien merecido… ¿A quién quería engañar? Ese beso la derritió, demostraba lo que tanto callaba para sus adentros, que Dani estaba ansioso de quedarse a solas con ella y lo aprovechó al máximo, besándola con desesperación.

            Sus lenguas se encontraron y se estremeció como una quinceañera. El escalofrío la recorrió de pies a cabeza y por primera vez creyó que quizás no era tan mal chico.

            —Vaya, no perdéis el tiempo —protestó Mónica, con una falsa sonrisa desde la puerta del baño.

            Dani la agarró con la otra mano y la besó en el cuello.

            —No te pongas celosa, primita, que tengo para las dos.

            —Hemos hablado de comer algo —intervino Lara—. En cuanto llegue Ángela vamos.

            —¿No queréis un helado de nata? —Preguntó Dani, insinuándose.

            —No te haría gracia que te muerda, con el hambre que tengo —respondió Lara—. Yo no soy vegetariana.

            Se quedó mirándole a los ojos con tal seriedad que Dani y Mónica estallaron en carcajadas.

            Era extraño, supuso que le contagiaría de algo con su beso. Si le hubiera contagiado del impostor, habría caído desmayado. Era interesante saber que no era así, al parecer solo contagiaba si perdía el control.

            —¿Cómo fue la investigación con mí... Nuestro tío? Preguntó Mónica. ¿Lo habéis resuelto?

            —Si te hablara de mi trabajo tendría que encerrarte —respondió tratando de no parecer arisca, con poco éxito.

            —Era por hablar de algo, me da igual, la verdad —reconoció la chica del vestido blanco.

            —Lo importante es que no la han despedido —añadió Dani—. Eso significa que salió bien. Si ha sido gracias a mí, me alegro un montón y merezco un buen revolcón.

            —No, en realidad no fue así, pero bueno, no pienso hablar de trabajo. Si os interesa mucho saber si vuestra ayuda me sirvió de algo... Pues la verdad es que sí. No lo habría conseguido sin ti —miró a Dani a los ojos, aun nerviosa por lo mucho que le gustaba.

            —¿En serio?

            —Bueno, tu tío fue el que me puso sobre la pista. Aunque terminó siendo inútil.

            —Creía que no querías hablar de trabajo —replicó Mónica, con tono aburrido.

            Entonces Lara vio entrar a una chica con mallas grises y blusa de tirantes negra y ajustada. Su pelo negro azabache la hizo pensar que podía ser Ángela. No la vio la cara de modo que dudó. Entonces la mujer buscó y al verla levantó el brazo.

            ¡Sí! Era ella.

            —¡Ya está aquí! —Festejó.

            Fue a su encuentro y ante la sorpresa de todos, incluida la propia Lara, se saltó todas las medidas de seguridad el Covid y la abrazó con fuerza.

            —Creí que no venías —susurró a su oído—. Esos dos quieren matarme.

            Ángela no se perturbó lo más mínimo, los estudió unos segundos y luego la miró a ella.

            —No entiendo en qué puedo ayudarte —aprovechó su lejanía para responder entre susurros.

            —No me libraré de ellos a menos que...

            —¿Quieres matarlos? —Preguntó Ángela, asombrada.

            —¿Hay otra salida?

            —¿Qué tal si... Me lo cuentas todo? —Susurró a su oído, examinando a la pareja desde su posición.

             Mónica estaba siendo abrazada por detrás por Dani mientras ésta le tocaba el paquete de forma descarada y la miraba a los ojos con intenciones muy libidinosas. Era un chico con la camisa blanca desabotonada a medio pecho, luciendo pecho fornido y sin pelo, barba de tres días y una chulería exagerada incluso para un madrileño. Ambos la miraban como vampiros a una inocente presa.

            —¿Qué les has dicho que iba a pasar cuando llegara? —Se interesó, sonriendo.

            —Sexo desenfrenado para cuatro —respondió Lara, roja como un tomate.

            —Dudo que ese hombre pueda satisfacer a una sola de nosotras. Pero suena más divertido que tu plan.

            —No tenemos que hacerlo —replicó enojada—, les he hecho creer que pasaría para que no me maten.

            —¿Una de tus visiones? —preguntó Ángela, con gesto de fastidio.

            En ese momento la pareja llegó hasta las dos y saludaron con sonrisas falsas y lujuriosas.

            —¿Qué tal? Así que tú eres la amiguita de Lara —dijo Mónica, con voz sensual.

            —Yo te conozco —intervino Dani, apuntando a Ángela con la mano que sostenía su piña colada. Que faltara poco para que le echara el líquido encima delataba su estado de ebriedad.

            —El sobrino de Luis —reconoció Ángela—. La última vez que te vi parecías un gamberro. No has cambiado.

            —Siempre había deseado conocerte. Cuando venía de Italia y te veía en el bar me preguntaba si algún día podría tener ese gran lujo. Mi tío te respetaba mucho. Es una pena que ya no te pases a visitarle. Caray estás tan tremenda como siempre, por ti no pasan los años.

            —No te veo desde hace…,¿Cómo te llamas? —Confesó Ángela.

            —Dani, para sorberte… digo servirte, o lo que prefieras.

            —Sigues creyéndote la última Coca-Cola del desierto y encima grosero.

            El chico soltó una carcajada. Mónica la miró ofendida.

            —Eso nunca me lo habían dicho, pero me hace gracia como suena —replicó Dani, haciendo un gesto con los dedos mirándose el paquete—.  Algún día, en nuestro aniversario de boda, te lo recordaré y nos echaremos unas risas.

            —Eres incluso más idiota de lo que yo pensaba —bufó Ángela.

            —¿Qué haces? —Preguntó Lara, preocupada por el creciente mal rollo que surgía entre ambos.

            —Vamos a tener una familia juntos dentro de... diez años —Dani seguía ignorando sus dardos envenenados.

            —Escucha, cretino —respondió Ángela, ya sin sonreír —. Tú y tu puta os vais a largar de este antro, no quiero volver a escuchar hablar de vosotros o tendré que visitar a tu tío para hablarle de ti. ¿Lo has entendido?

            —¿Pero por qué te empeñas en ocultar que te gusto? —Respondió meloso.

            Apartó a Mónica de su lado y dio un paso hacia Ángela. Desde que te conocí en el Alberti te juro que he visto claro mi futuro contigo. Estamos hechos el uno para...

            —¡Deja de decir chorradas! —Exclamó furiosa.

            —¿Lo ves? Te está doliendo porque tratas de apagar tus sentimientos.

            —No te confundas, lo que contengo son mis ganas de soltarte un bofetón. Yo flipo —al fin Ángela sonrió mirando a Lara—. He intentado ser directa...

            —No... No funciona con él —replicó la inspectora—. Cuanto más le desprecias más chulo se pone, es insoportable.

            —A lo mejor hay que hablarle como a los animales.

            Ángela soltó su derecha y le dio un puñetazo en la nariz tan fuerte que le hizo retroceder dos pasos tambaleándose. Aunque no tiró la bebida ya que sus mayores esfuerzos los invirtió en evitar que se derramase ni una gota.

            —Guau, buen derechazo —reconoció sonriente—. Me pregunto si serás así de ruda cuando nos acostemos. Me encanta el sexo duro.

            —Yo tengo culpa de eso —confesó Mónica, sonriente.

            Ante semejante muestra de indiferencia por su actitud agresiva, Ángela se sorprendió por su propia reacción. Por mucho que odiase admitir tal cosa, ese chico le caía bien.

            —Mira, puedes tocar —agregó Dani, con chulería, ofreciendo su paquete para que lo palpara igual que lo hizo antes su prima—. No sabes cómo me pone que una chica como tú me toque.

            —¿Nos disculpáis un momento?

            Ángela agarró del brazo a Lara y la sacó del local casi a rastras. Cuando estaban lejos de la parejita se puso delante de la inspectora, con los brazos en jarra y gesto de fastidio.

            —Desde luego merecen la muerte —dijo finalmente—. Ese chico merece que le maten diez veces.

            —¿Me estás diciendo matar cuando quieres decir...?

            —Joder, pues claro. Está para comérselo. ¿Podemos quedárnoslo?

            —¿Qué? —Replicó Lara, sorprendida.

            —Mira, no tendrá cerebro aunque le sobra gracia. No es musculoso pero tiene un cuerpo de chocolate, ¿te has fijado lo bronceado que está? —Insistió.

            —¿Te has olvidado de que quieren matarme? —Replicó Lara.

            —No sé,... Hay algo raro, es como si tú... ¿Qué te has hecho en el pelo?

            —Cortármelo —replicó.

            —¿Con la preciosa melena que tenías? ¿Por qué?

            —Vale, a mí también me vuelve loca Dani, le odio porque no puedo quitármelo de la cabeza.

            —¿Y no crees... —Comenzó a decir Ángela—, que puedes haberle podido equivocar esta vez?

            —¿Dudas de mis visiones?

            —No, aunque no me han parecido asesinos. Cuéntamelas.

            Lara cogió aire y se dispuso a hablar pero Ángela pensó que no sería prudente que hablaran tanto la cogió de la mano deseando verlas por sí misma. Al instante la información llegó a su cerebro y la soltó.

            —Verás fue… Cuando llegaron a casa, me fui a cambiar y le escuché por detrás de la puerta decir que les gustaba la casa y que se estaban pensando quedársela. Salí con la pistola para echarlos y Dani me la quitó, forcejeamos y me mató.

            —Debe ser más hábil de lo que parece.

            —Tiene los reflejos de un gato.

            —Lo siento.

            —¿El qué? —Preguntó Lara, extrañada.

            —Dani huele a mujeriego que tira de espaldas.  La prueba está en que se nos quiere cepillar a las tres a la vez.

            —¿Me lo dices o me lo cuentas?

            —Creo que esta vez tus dones te están mintiendo porque si te has cortado el pelo por él, está muy claro lo que pasa.

            —¿Qué?

            —Yo tengo una norma muy básica que trato de cumplir a rajatabla. Soy como soy, mi pelo está a mi gusto, mis tatuajes, mi maquillaje, mi ropa… La compro porque le gusta a mi menda. Jamás haré un cambio estético por un jilipollas. Y creí que era algo que teníamos en común. Tú también eres así.

            —Bueno, no siempre.

            —Te has enamorado de un imbécil, admítelo.

            —Es superior a mis fuerzas, ¿tanto se nota? —reconoció, mirando a otro lado.

            —Te destrozará el corazón...

            —No me conviene, se aprovechará de mí, me adulará de mil maneras hasta que esté más vulnerable y luego me dará la puñalada cuando consiga que confíe en él ciegamente.

            —Exacto —abundó Ángela.

            —¿Qué puede salir mal? —Preguntó con una sonrisa de resignación.

            —Todo.

            —Lo sé...

            —Puto amor —Rezongó Ángela.

            —Maldito sexo —añadió Lara.

            —¿Vamos a dejar pasar la oportunidad de ver la película por unos celos estúpidos? —Preguntó Ángela.

            —No, supongo que no.

            —No les hagamos esperar más... —Iban a volver pero Ángela la detuvo alzando la mano—. Te debo muchas, tía. Voy a hacerte el favor de tu vida, te dejaré sola con él. Voy a llevarme a esa tal Mónica para que os deje disfrutar de una estupenda velada, no la cagues.

            Lara la miró aterrada. Pero su amiga ya había entrado y cuando quiso reaccionar salía con Mónica de la mano y a Dani colgado de su cintura como si no pudiera soltarla.

            —Vamos a comprar algo de cena, me ha encantado la idea de la orgía pero no podemos hacerlo con el estómago vacío. Me muero de hambre. Mónica vendrá conmigo a comprar algunas pizzas. ¿Os parece? ¿Qué tal si nos esperáis en casa de Lara?

            —¿Por qué no vamos los cuatro a por la comida? —Preguntó nerviosa la inspectora.

            —¿Para qué? —Le guiño el ojo Ángela—. Con dos somos suficientes, ¿verdad Mónica? Además así voy conociéndote más, no me gusta compartir sexo si al menos no hemos intercambiado un par de mentiras.

            —Claro —Mónica no aceptó esa explicación demasiado bien y no supo si sonreír o enojarse.

            —Dani, vete con Lara, haz de caballero por una vez y acompáñala a su casa para que no le pase nada por el camino —ordenó Ángela—. Como me entere que le haces daño...

            —¿Qué? —Preguntó confuso.

            —¿Vamos? —Ofreció su brazo a Mónica—. Vente conmigo, guapa.

            Ésta aceptó su ofrecimiento y se alejaron calle abajo.

            —Son las doce de la noche, no hay pizzerías abiertas a estas horas —rezongó Lara.

            —Bueno, nunca se sabe, es una zona de fiesta —replicó Dani—. Vamos a casa, se me ha terminado la copa.

            Tiró el vaso a un basurero y cogió a Lara por la cintura, manoseando su cadera y extendiendo los dedos hacia su trasero y metiéndolos en su bolsillo de atrás. Ella quiso reaccionar, apartarle a un lado, pero le encantaba sentir el calor de su mano tocándola con tal intimidad e impunidad. Hasta ese momento no se dio cuenta de la envidia que tenía a esa prima suya.

            —Menos mal que has traído a tu amiga para dejarnos solos. No sé cómo quitarme a Mónica de encima, no veas lo pesada que se pone.

            —No parecías incómodo con ella —le acusó, con lava en la garganta por el fuego que ardía en sus entrañas—. Quiero que entiendas una cosa, esto no significa nada, en cuanto termine cada mochuelo a su olivo.

            Dani se detuvo para mirarla a los ojos. Eso la puso tan nerviosa que no supo qué decirle. Entonces el chico le tocó la barbilla y le plantó un beso en los labios que la estremeció como un tornado subiendo por su estómago hasta su garganta, descendiendo a lo más profundo de su ser, obligándola a perder el control de sus actos. Sus labios llenos de pelo le arañaron toscamente la nariz pero su lengua se unió a la suya en una baile sincronizado que terminó con los dos apoyados en el muro del edificio de al lado, ella subiendo las piernas para envolverle con ellas y él sobándole la espalda por debajo de la blusa.

            —Vamos a casa, corre —musitó ella.

            —Es lo que yo decía —respondió él, sonriendo como un estúpido engreído, esa sonrisa que tanto la volvía loca.

            Caminaron a toda prisa calle arriba en dirección a su casa, que estaba a menos de cinco minutos caminando.

            —¿Y qué era eso de que te veías con Ángela casado dentro de diez años? —Preguntó furiosa.

            —Se lo digo a todas cuando conozco a alguien borde. Las derrite como gatitas en celo.

            —Vaya, pues inexplicablemente ha funcionado.

            —No sé dónde voy a despertar mañana, ¿voy a saber dónde estaré dentro de diez años? —se rió Dani, guasón.

            A Lara no le hizo gracia el comentario.

            —¿Por qué a mí me cuentas tus secretos de ligón? —Preguntó Lara.

            —Siento que tú eres distinta —respondió, aunque era una frase típica de ligar, esta vez le creyó.

            —¿En qué?

            —Tú me ves por dentro, sabes lo sucia que está mi... Alma, y aún así me buscas. A las demás las tengo que engañar, necesito hacerme el duro, el hombre sin sentimientos, el que solo busca sexo... Si te ven llorar, si sienten que eres débil, inseguro... Se buscan a otro.

            —Eso es mentira —replicó Lara.

            —Es triste —corrigió él—. Pero en tu caso, evidentemente no es así. Tú me quieres a pesar de todo lo que crees saber de mí.

            —Yo no te quiero —replicó ella molesta.

            —Oh, sí. Nunca me lo han dicho con tanta claridad.

            —¡Cuándo! —Respondió con un grito.

            —Cada vez que me miras. ¿Acaso crees que tus ojos pueden mentirme?

            Al detenerse y mirarse de nuevo le salieron sendas lágrimas y comprendió que tenía razón, por alguna razón que iba contra toda lógica, estaba locamente enamorada de él.

            —No te preocupes, Lara —la consoló con una sonrisa irresistible—. Yo también siento lo mismo, no escuches lo que dicen mis labios. Mis ojos no mienten, mírame.

            —Pero tú no me conoces —respondió ella, mientras dos lágrimas descendían por sus mejillas.

            —Tú a mí tampoco. Será un apasionante descubrimiento mutuo.

 

Continuará

 

Comentarios: 7
  • #7

    Chemo (domingo, 27 junio 2021 19:56)

    Espero la siguiente parte de Lara con Dani.

  • #6

    Tony (domingo, 27 junio 2021 08:40)

    Gracias Vanessa,
    La realidad esta ahí. Aunque aquí se habla de sentimientos contra toda lógica que son aún más raros, pero reales.

  • #5

    Vanessa (sábado, 26 junio 2021 20:27)

    Ya que lo habéis pedido os voy a dar mi opinión al respecto. Yo tengo amigas que literalmente se derriten por estos tíos como Dani, con experiencia ligando chicas. Supongo que yo soy inmune a ellos porque a mí en general me aburren y no logran nada conmigo con esas técnicas empalagosas. En lo personal, yo me voy más con los chicos honestos que tienen un halo de misterio y que no les da pena mostrarse vunerables ante una chica.
    Mi consejo para los chicos es que se tomen su tiempo en conocer a una chica y no les de pena mostrarse atrevidos y sean tal como son. A muchas de nosotras nos llaman más la atención los chicos que se muestran tal como son que los conquistadores con mucha labia y poca esencia. Aunque supongo que hay chicas para cada quien.

  • #4

    Tony (miércoles, 23 junio 2021 05:49)

    No creo que caigan “tan facilmente”, este no es un caso común, Lara misma sabe que no el lógico pero sus sentimientos la confunden.
    Pero tienes razón, Alfonso, espero que alguna chica conteste si es posible o no esta situación. Al menos Vanessa que espero que se pase por aqui y nos ilustre desde su perspectiva.

  • #3

    Alfonso (martes, 22 junio 2021 23:00)

    ¿En serio pueden caer tan fácilmente las féminas? Quizá esta historia esté un poco exagerada; ojalá que alguna mujer pueda contestar para saber si es cierto. Ahora entiendo porque los gamberros siempre andan con alguna mujer mientras que muchos hombres exitosos no pueden conseguir algo «decente». Mi esposa cuenta que hay algo de verdad pero que nunca se ha dejado engatuzar por estos galanes.
    Espero la próxima parte de sexo con ansias, aunque se excluya del libro compilatorio.

  • #2

    Jaime (martes, 22 junio 2021 04:06)

    Ya espero el sexo de la siguiente parte. ¿Será que las visiones de Lara no funcionaron esta vez? ¿O Ángela tiene un plan para deshacerse de estos granujas mientras que le da a Lara la oportunidad de su vida con Dani?
    Habrá que esperar la siguiente parte.
    Por cierto, me pregunto si Dani estará infectado o si Ángela habrá podido darse cuenta que Lara está infectada.

  • #1

    Tony (martes, 22 junio 2021 00:32)

    Espero no haberos hecho esperar demasiado, últimamente tengo muy poco tiempo. Aunque avanzo bastante, no me da la vida para publicar nada.
    No olvidéis comentar y espero que estéis todos bien.