Las crónicas de Pandora

Capítulo 24

 

         Anteriormente

 

                —He terminado —Murmuró a las cinco de la madrugada Jazira.

          Esa última noche le había dedicado más de siete horas seguidas, enfrascado en una traducción que le mantuvo en vela, como si hubiera sido poseído por un trance o la historia que trascurría por sus dedos fuera sumamente interesante y enriquecedora. Cuando enrolló de nuevo la piel milenaria lo hacía con sumo respeto.

          —En tal caso... —murmuró Jaime, que se había levantado del suelo al escucharle decir eso—. Nuestra misión aquí también.

          Lyu se levantó con él, expectante ante lo que iba a hacer el traductor.

          —No hasta que entregue su traducción y el pergamino —aclaró la chica.

          —Eso será mañana. Por fin podremos volver a casa.

          Jazira abrazaba el manuscrito con lágrimas en los ojos y negando con la cabeza.

          —¿Qué habrá escrito al final?

          —Ojalá lo supiera. Deberíamos hacer una copia a ese pendrive —propuso Lyu—. Solo por si le pasa algo. Seguro que Montenegro querrá saber qué pone ahí.

          —Copiadlo —intervino Vanessa desde el comunicador—. Yo quiero leerlo.

          —Espera un momento, mira lo que está haciendo —interrumpió Jaime.

          Ante la sorpresa de los soldados del EICFD Jazira había echado el manuscrito a la chimenea y estaba siendo devorado por el fuego.

          —¡Lo está quemando! —Exclamó Lyubasha.

          —¡Sacadlo de ahí! —Escucharon la voz desesperada de Vanessa—. Si lo quema...

          —No puede vernos, no debe... —respondió Jaime, angustiado.

          —No importa demasiado el original, lo que necesitamos es la traducción.

          —¡Necesitamos la prueba! —Gritó Vanessa.

          —No son las parámetros de la misión —respondió Lyu, retadora—. Solo nos interesa el fichero, que llegue a completarse y entregarse al museo.

          —¡Y si es falsa! —Gritó Vanessa—. No tendremos forma de demostrarlo.

          —¿A quién? —Preguntó Chemo, que se unió a la discusión sin entender la actitud de su compañera.

           —¡Obedeced inmediatamente! —Ordenó Vanessa cambiando el tono de su voz por una imperativa y amenazante.

          —¡Qué diablos haces! —se escuchó la voz de Chemo.

          —Mataré a Chemo si no lo sacáis del fuego a la voz de ya —ordenó Vanessa.

          —Deja de apuntarme, joder. ¿Qué crees que conseguirás con eso?

          —Si no consigo ese pergamino con su traducción... Me matarán a mí y a mi familia —explicó con lágrimas en los ojos.

          Jaime recordó la conversación que tuvo con Lyu del día anterior. Ambos sabían de la traición de Vanessa pero no tenían idea de hasta qué punto estaría dispuesta a llegar.

          —Yo lo sacaré —propuso.

          Aprovechando que estaba protegido por "la piel de Superman", que era el traje de grafeno, extrajo el pergamino del fuego y lo abrazó para apagarlo cuanto antes. Sintió que algo de calor traspasaba la fina goma, que se le calentó y el rollo en seguida dejó de arder. Jazira había dejado de mirar hacia el fuego y, por un milagro del destino, no se percató de su desaparición.

         —Mierda, el documento de word... —observó Lyu, que no dejaba de espiar al hombre, que parecía poseído por alguna clase de trance.

          —¿Qué pasa? —Preguntó Vanessa.

          —No lo está copiando, lo mira con una cara muy rara, como si estuviera pensando destruirlo también.

          —¡Tenéis que detenerlo! —Ordenó la chica de la nave—. No dejéis que lo borre o tendré que...

          —¿Matarme? Tía, yo creí que teníamos una conexión.

          —No seas ridículo, lo de ayer solo fue para que no sospecharas de mí. Ahora ya da igual.

          —Podemos enfrentarnos a Rodrigo juntos —dijo Lyubasha.

          —Necesito esa traducción. Haz lo que tengas que hacer pero que no la borre.

          —Al menos hay que preguntarle qué mosca le ha picado —opinó Jaime.

          Lyubasha asintió. Se quitó el casco y desactivó su escudo magneto—óptico.

          —No mueva ni un músculo —amenazó, apuntándole con su fusil de plasma.

          Yazira dio un respingo por el susto. Se volvió con ojos vidriosos, asustado y sorprendido.

          —¿De dónde demonios sale usted?

          —Espero que no intente borrar todo su trabajo —continuó la chica.

          —Te recuerdo, tú eras de la Interpol.

          —Sí, ahora aléjate de ese teclado, ponte de pie con las manos en alto.

          —No puedo.

          —Apretaré el gatillo, nadie sabrá que estuve aquí... No seas estúpido.

          —Esto no puede llegar a ver la luz.

          —¿Por qué? —Preguntó Lyu.

          —Porque significa que durante dos mil años, los judíos hemos estado dando la espalda al verdadero Mesías... Es el fin del judaísmo.

          —No lo creyeron tus antepasados con el mismísimo Jesucristo delante de sus ojos, ¿cómo iban a creerle a usted por esta traducción?

          —Máteme si es lo que tiene que hacer.

          Sin importarle las consecuencias pulsó el botón eliminar y a continuación aceptó al mensaje posterior.

          —¡¡No lo haga!!

          Pero lo hizo y Lyubasha solo consiguió matarlo cuando el archivo ya no existía.

          El impacto del blaster le reventó el pecho al traductor y apenas tardó en morir unos segundos.

          —¿Por qué lo has hecho estúpido? —Preguntó enojada.

          Por un momento hubo un silencio mortal en la sala. La mujer de Jazira seguía durmiendo en su habitación, ajena a todo lo sucedido.

          —No sé de qué te preocupas tanto —intervino Jaime.

          —¡Lo siento Chemo! —Vanessa parecía destrozada con lo que había escuchado—. Tendrás que morir.

          —¡Espera! —Gritó Lyu—. Solo lo ha eliminado. ¡Es windows! Nunca elimina los documentos definitivamente a menos que pulses el botón Shift. Y este hombre no lo sabía.

          Se acercó al terminal, examinó el escritorio de la pantalla y abrió la papelera de reciclaje.

          Allí estaba el documento, intacto.

          —Lo tenemos —dijo Lyu, aliviada—. Copiémoslo en un pendrive y salgamos de aquí.

          —¿En serio pensabas matarme? —Escucharon decir a Chemo, con voz nerviosa y temblorosa.

          —Perdona, me puse muy nerviosa, tenemos que entregar eso a Rodrigo hoy antes de que se entere de que el traductor ha muerto. No tienes la culpa, pero si no lo hago va a morir mi gente.

          —¿Cómo?

          —Te lo he dicho, matará a mi madre y mi hermana.

          —Y ¿para qué quiere este documento un vampiro? —Preguntó Jaime.

          —No sé, pero supongo que solo pretende quedárselo y que nadie lo vuelva a encontrar —respondió la chica del micrófono—. Me da igual, no pienso dejar que mate a mi fam...

          —Y el dinero que te da por él no importa, ¿eh? —Cortó Lyu—. Espero que seas generosa con tu propinilla ya que vamos a ayudarte a salvar el pellejo a ti y a los tuyos.

          —¿En serio? —Preguntó Jaime—. Yo creí que íbamos a acabar con Rodrigo.

          —No creo que Montenegro tenga que conocer el detalle —respondió Lyu—. Os recuerdo sus palabras: "No quiero saber nada que no sea necesario que sepa, limítense a cumplir su misión."

          —Yo... Secundo el plan —aceptó Chemo, tembloroso.

          —¿Qué dices tú Vane? —Preguntó Jaime.

          —Es arriesgado y no creo que sea fácil acabar con él —respondió ella—, pero os lo agradezco chicos. No me lo merezco.

          —Ya lo sé, estúpida —insultó jocosa Lyu—. Tendrás que ser generosa a la hora de repartir. Me conformo con el veinticinco por ciento.

          —Ya me estoy viendo en la playa dentro de una semanita —murmuró Jaime, sonriendo.

          Entre tanto copió el fichero en un pendrive personal y luego vació la papelera de reciclaje. Nadie encontraría ni rastro de ese documento y por tanto la policía no tendría la menor idea de por qué había muerto ese hombre.

 

 

          Una vez en la nave pusieron tierra de por medio y aterrizaron en un desierto cercano para hablar entre ellos. Chemo no dijo una sola palabra desde que Vanessa le amenazó y por su expresión, no estaba en absoluto de acuerdo con las decisiones y acciones que se habían llevado a cabo.

          —Esto es muy serio, chicos —rompió el hielo Lyu—. Hemos matado al hombre que debíamos proteger...

          Chemo carraspeó visiblemente molesto.

          —¿Hemos?

          —No me dio alternativa, borró el fichero que debíamos...

          —No, en eso estás radicalmente equivocada —corrigió el chico—. El documento era prescindible, como yo y ese pobre traductor. Pero Don Rodrigo lo ha pedido, y se ha convertido en prioritario, ¡ya ves! Ese desgraciado no es quien nos da las órdenes y nos paga el sueldo. Vanessa, no cuentes conmigo para tus conspiraciones, que sepáis que no voy a aprobar ninguna de vuestras decisiones si pretendéis apoyar a esta desertora. Deberíamos quitarle las armas y borrar su huella digital para que no pueda volver a amenazarnos.

          —Escucha, Chemo —respondió la chica de rasgos orientales—, no he renunciado a pillar a ese cabrón de Rodrigo. Aunque le diéramos este fichero y el pergamino probablemente nos querrá silenciar para siempre. Lo único que hemos ganado es tiempo. Vanessa, tú vas a entregarle esto y vas a cobrar tu recompensa. Con el Halcón rastrearemos este pendrive, que va equipado con GPS y nos llevará directamente a su casa. Antes de que pueda hacer nada iremos a hacerle una visita y le eliminaremos de una vez y para siempre. Montenegro quería que encontráramos al que intenta matar a los consejeros, eso es exactamente lo que haremos.

          —Yo quiero mi parte —bromeó Jaime.

          —El dinero debe repartirse a partes iguales o te quedas sola en esto —añadió Lyu—. A menos que Chemo renuncie a la suya, claro.

          —Yo,... —El chico bufó—. También quiero la mía, joder, pero debería llevarme más porque casi me mata.

          —No seas tonto, no iba a dispararte —musitó Vanessa.

          —Y si me quedo sola...

          —Tendremos que detenerte —añadió Lyu—. No tienes elección.

          —Yo digo que antes de entregar esto a ese vampiro tendríamos que leerlo —intervino Jaime—. Tengo curiosidad de por qué Jazira quiso deshacerse del pergamino y su traducción.

          —Yo pensaba hacerlo, pero más adelante.

          Lyu se sentó en el ordenador de a bordo y enchufó el pendrive. Vio el fichero y lo copió al portapapeles, luego creo un email nuevo y puso su propia dirección como destinataria.

          —¿Quién quiere una copia? —Preguntó.

          —¡Yo! —Dijo Jaime en seguida.

          —Yo también —añadió Vanessa.

          —Joder, mándaselo a todos, ¿no? —Protestó Chemo.

          Así lo hizo, adjuntó el fichero y lo mandó sin asunto ni texto.

          —Ya está, ¿qué hacemos, Vane? Tú mandas ahora.

          —Chicos, —respondió la aludida—de verdad que os agradezco que me perdonéis por mi traición, pero si seguimos adelante y se sale con la suya... Todos vamos a estar en el punto de mira de la organización y de Rodrigo. No quiero que expongáis vuestras vidas por mí.

          —A ver si te enteras, guapa —replicó Chemo, aun molesto con ella—. Es nuestra misión así que siempre nos jugamos la vida, es nuestro trabajo. No lo hacemos por ti.

          —Intenta no volver a hacer nada a nuestras espaldas y... —Jaime sonrió con picardía—, si te ofreces voluntaria a la orgía de celebración cuando todo termine, yo no tendré en cuenta lo que has hecho.

          Chemo soltó una carcajada y Lyu rió con ellos. La única a la que no le hizo gracia la broma fue a Vanessa.

          —A veces olvido que sois una panda de pervertidos.

          Dicho eso sonrió y negó con la cabeza.

          —Es una broma, solo quería quitar hierro al asunto —añadió Jaime.

          —Y por si cuela también —comento Lyu, aun riéndose.

          —Eso siempre, la caña hay que tirarla, ya sabes, si pica un pez, ¡sopita de pescado! —comentó con chulería.

          —Madre mía que bruto eres, macho —objetó Chemo—. Yo lo he pillado.

          —¡Es una expresión! —Replicó Lyu.

          —Supongo que tú no lo pillas porque no sabes que a vuestros genitales se les llama Chirlas precisamente por su olor a sopa.

          Vanessa se tapó los ojos, avergonzada. Pero no pudo contener una tímida carcajada.

 

 

          Un día más tarde Vanessa esperaba en una cafetería del centro de Praga. Tenía una mochila a sus pies con el pendrive y el pergamino, mientras aguardaba la aparición de Rodrigo. Puede que fuera él mismo en persona. La cita era a las dos de la tarde y estaba a punto de ser esa hora.

          La gente entraba y salía del recinto y ninguno se paraba ni siquiera a mirarla. Para no llamar la atención tenía un café humeante delante aunque no quiso probarlo por si la gente de ese local estaba compinchada y trataban de envenenarla.

          Desde el Halcón, a cien metros de altura con la nave en modo oculto y escuchando todo lo que pasaba a su alrededor, esperaban los chicos del equipo Delta, Chemo y Jaime, por si tenían que saltar a ayudarla. No querían estar más cerca por miedo a que el vampiro los detectara con sus agudos sentidos. Lyu controlaba la señal de la mochila desde el ordenador de a bordo.

          —Se está retrasando —opinó Chemo, impaciente.

          —Es una ciudad con un tráfico terrible. Y aparcar debe ser complicado —respondió Jaime.

          —Como si ese cabrón fuera a venir en coche —musitó Vanessa.

          —No lo sabemos.

          —Si viene en un halcón, sabrá que estamos aquí —replicó Lyu—. Confiemos en que no tenga uno propio o nos verá.

          Como respondiendo a su deseo, el mismísimo Rodrigo entró en la cafetería y se sentó en frente a Vanessa, con una sonrisa de prepotencia. Iba vestido con gabardina negra cerrada con cuello alto. Los cabellos rubios grisáceos le llegaban hasta los hombros y su rostro era alargado, mentón recto pero estilizado, ojos azules amarillentos y cutis tan tenso y blanco como una figura de porcelana. Tenía las manos en los bolsillos y se acercó a su mesa con aires de superioridad. En su gesto de piedra no se veía venir nada bueno, parecía furioso.

          —Creí que no vendría nunca —protestó Vanessa.

          —Solo me he retrasado tres minutos —respondió—. Y no fue por mi voluntad.

          —Tengo el documento y la traducción. ¿Trae el dinero? No veo que traiga un maletín.

          —¿Por qué has tenido que matar al traductor? —Preguntó inquisitivo.

          —Él... Trató de destruir ambas cosas.

          —No era el único que sabía de su existencia. Si pretendías borrar la pista del pergamino, habéis conseguido el efecto contrario.

          —¿Qué? —Vanessa le miró con sorpresa, el vampiro sabía que estaban los cuatro metidos en el ajo, sino no habría usado esa forma verbal.

          —Al enterarse de su muerte, el director del museo arqueológico ha removido cielo y tierra para que se coja al asesino. Ha divulgado por todos los medios posibles que le han matado por traducir el diario de Jesús, lo que ha suscitado ampollas en todas las iglesias del mundo. Quieren echar el guante al manuscrito que escondes entre tus piernas acusándose unas a otras por la muerte de Jazira. Todo Israel está consternado y el director del museo acusa a todos los cleros. Aunque no me molesta que se maten entre ellos, lo cierto es que nadie duda de la veracidad de ese documento y es justo lo que pretendía evitar.

          —No lo encontrarán, solo vas a tenerlo tú. Ahora que es tan famoso, tendrá un valor incalculable.

          —¡Estúpida! —Insultó sin alzar la voz, pero claramente enojado—. La policía ha encontrado el fichero en su ordenador. Supieron de inmediato que debió ser eliminado y han llevado el disco duro a un experto que no ha tardado ni cinco minutos en recuperarlo.

          Al pronunciar esa frase se le vieron los afilados y marfileños colmillos, ligeramente más largos de lo común en cualquier humano. Su color perlado apenas era más claro que su tez pálida.

          —Lo siento, no sabía... Que se podía hacer tal cosa.

          —No dejes que lo encuentren de lo contrario... Estás muerta. El que lo esconda será acusado del asesinato, el mundo entero pedirá vuestras cabezas. En cuanto a nuestro trato... Lo vais a lamentar, no quería llegar a esto pero no me dejáis elección. Primero habéis destruido a mis hombres de confianza, ahora esto. El día del juicio final ha llegado para esta egoísta humanidad y ya no podré hacer nada por evitarlo.

          —¡Espera! —Exclamó ella—. ¿Por qué es tan grave? Lo hemos leído y... Es inofensivo, solo dice aquello que enseñan las iglesias aunque de forma más hermosa. Explica lo que ocurrió cuando murió en la cruz y describe con detalle el infierno que tuvo que visitar para rescatar a los justos.

          —No importa. Ya te dije que lo que ponga ahí no es transcendente. Lo que quería era que lo desacreditaran, que negaran su procedencia, que fuera declarada una falsificación ya que seguiría sin demostrarse su existencia.

          —¿Y qué ganas tú con eso?

          —Eso no es lo que debería importarte. Pregúntate todo lo que vas a perder por fallarme.

          —¿Vas a matar a mi familia? ¡Por favor! Hice lo que pude —Vanessa suplicó arrodillándose ante él, a pesar de las miradas de los otros clientes de la cafetería.

          —No lo has entendido. Nunca amenacé con matarles, solo te dije lo que pasaría si no lograbas lo que te estaba pidiendo. No tengo nada más que hablar contigo. Yo que tú, me despedía de mis seres queridos, en tres días, este mundo será el infierno de Dante.

          Dicho eso se levantó y se fue de la cafetería con un caminar solemne y fatal.

 

          —No podemos dejar que escape —exclamó Chemo—. Hay que matarlo mientras podamos o cumplirá su amenaza.

          Saltaron desde la nave y activaron la amortiguación por gravedad. Vieron salir al vampiro milenario de la cafetería y con sus fusiles de plasma abrieron fuego. Rodrigo se vio sorprendido por el ataque, que recibió un impacto fatal que le destrozó el costado izquierdo. Sin embargo el segundo disparo de Jaime pasó a través de él como si fuera niebla. Un instante más tarde se volatilizó.

          —¡Mierda! —Bramó Jaime—. Ha vuelto a hacerlo.

          —Y no se llevó nada, ni siquiera el Pendrive —comentó Vanessa, aún en la cafetería.

          —Joder ¿Cómo vamos a matar a este cabrón? —Abundó Chemo—. Creí que no tenía poderes durante el día.

          —Eligió esa cafetería porque está en una calle oscura, aquí nunca entra el Sol. No es idiota —corrigió su compañero.

          Al ser invisibles y tener el casco, Vanessa solo pudo escucharles.

          —No serviría de nada acabar con su vida —musitó por el comunicador.

          —¿Por qué crees eso? ¿No has oído su amenaza? —Gritó Jaime.

          —Si fuera él el problema... No me habría dejado con vida.

          —¿Entonces quién cojones va a ser? —Bramó el aludido, furioso.

          —No lo sé.... Mamá... —musitó—. ¿Qué es lo que he hecho...?

          —Si piensa soltar de nuevo la plaga de los zombis estamos preparados —intervino Lyu—. No es la primera vez que nos enfrentamos a un brote.

          —De momento y para que la policía deje de investigar este pergamino, deberíamos hacerlo público. Yo sé de uno que estaría de acuerdo conmigo y no tendrá problemas en ponerlo a disposición del mundo, en Internet.

          —¿La página de Antonio Jurado? —Adivinó Lyu—. Nunca me gusta cómo nos describe en sus libros, nos hace quedar como pervertidos que solo piensan en el sexo. Por suerte no nos llamamos igual que en sus historias, sino le mato.

          —A mí me molan bastante —opinó Chemo—. Cuenta lo que nos pasa y le da un toque interesante, épico. Con esta vida que llevamos a veces nos olvidamos que somos como súper héroes, dispuestos a cualquier cosa por salvar al mundo de forma altruista.

          —¿En serio? ¿Y tu sueldo también lo donas a la beneficencia? —se burló Lyu.

          —Voto que sí —afirmó Jaime—. Quiero que publique todo lo que estamos haciendo. Él sabe hacerlo de manera que parezca ficción y la policía no sabrá nada de nosotros. Además ninguna de las iglesias del mundo podrá intervenir cuando esa traducción esté gratis en internet.

          —De acuerdo —aceptó Lyu—. Aunque creo que solo leeis su página vosotros, por si mete alguna guarrería. Yo hace meses que no leo nada.

          —Es que desde que está con Ángela no publica tanto como antes —explicó Vanessa—. Ahora pueden pasar dos semanas entre capítulo y capítulo. Va con meses de retraso, aunque entiendo que redactar nuestras aventuras debe ser complicado y encima no le paga nadie. Tiene que gustarle mucho escribir.

          —Escribir puede, pero carece de imaginación —protestó Jaime—. Si no le contamos nada no sabe qué más publicar. Deberíamos cobrarle por contar nuestras vidas.

          Lyu soltó una carcajada.

          —¿Cobrar qué? Si no gana ni para caramelos con su página. El día que se haga famoso tendrá que pagarnos, eso tenlo muy claro.

          —Bien, es hora de regresar al cuartel y poner al corriente a todos —festejó Chemo—. Y luego a casita, me muero por una ducha y un par de días metido en el sobre a recuperar fuerzas.

 

 Continuará

 

 

 

Comentarios: 8
  • #8

    Tony (lunes, 02 enero 2023 01:57)

    Bueno, y otra cosa más. No es por alabar el siguiente capítulo pero a mí me ha hecho llorar cuando lo he revisado la primera vez (y eso que ya sabía lo que ponía).

  • #7

    Tony (lunes, 02 enero 2023 01:53)

    El diario de Jesús está completo. El próximo capítulo será bastante largo ya que no tiene sentido dividirlo más. Lo publicaré próximamente aunque no se cuándo porque estoy de vacaciones y es mucho texto que revisar.
    Os pediría un poco de paciencia y sobre todo respeto. Probablemente penséis que no se cuenta nada que no se sepa ya (salvo unos cuantos detalles...) aunque como podréis comprobar, la perspectiva es muy diferente y se dan a entender muchas de las cosas que todo el mundo "ya sabe" (evidentemente no se va a contar el evangelio completo) y otras que se saben pero nadie las podía entender hasta ahora.
    Solo espero que nadie lo tome a ofensa personal, no se pretende atacar a ninguna religión, solo a ciertas actitudes propias más bien de las personas más que de ideologías.
    Aunque probablemente sea como alcohol en una herida abierta, seguro que escuece... Pero merece mucho la pena leerlo del tirón.
    Lo que es más que previsible es que a los Judíos les escocerá mucho más.

  • #6

    Vanessa (domingo, 18 diciembre 2022 18:47)

    Esos chicos son unos perveritdos. Yo lo avalo.
    Jajaja

  • #5

    Chemo (sábado, 17 diciembre 2022 15:22)

    Joder, que tampoco es bueno par el ligue parecer un pervertido. Jaja

  • #4

    Tony (viernes, 16 diciembre 2022 21:47)

    Una aclaración, yo no hago que parezcan pervertidos, eso lo consiguen ellos solitos jajaja.

  • #3

    Alfonso (viernes, 16 diciembre 2022 18:29)

    Si el problema no es Rodrigo, entonces ¿quién es? Concuerdo con Vanessa en que si él quisiera el manuscrito de Jesús no hubiera quedado nada del equipo delta. La historia se pone cada vez más interesante.

  • #2

    Jaime (jueves, 15 diciembre 2022 22:08)

    Me he muerto de la risa con esta parte. El mundo ha de pensar que somos unos pervertidos empedernidos. Jeje
    Por cierto, ya tiene años que no he visto ni a Lyu ni a Yenny ni a Valeria. Se están perdiendo de estas emocionantes aventuras.

  • #1

    Tony (jueves, 15 diciembre 2022 00:38)

    Retraso de cinco capítulos exactamente. No publico porque cuesta demasiado organizarse, corregir,... Y aguantar las quejas de mis personajes jejeje...
    No olvidéis comentar, a ver si esta vez hay suerte y Lyu se pasa por aquí.