Los últimos vigilantes

7ª parte

 

Cuando supo la dirección fue a ver a Brigitte a la cama y la dio un beso en la frente.

—Tengo que irme, han atacado a las chicas. Ángela está herida y necesita ayuda.

Se levantó con pesadez y miró el teléfono.

—Es casi la hora del cole. ¿No puedes ir después?

—No tengo ni idea de la gravedad de su estado...

—No llegarás a tiempo a llevar a los niños —Brigitte se incorporó—. No vayas.

—Amorcito, me ha salvado la vida varias veces. No puedo fallarla.

Su mujer se dejó caer y cerró los ojos de nuevo.

—Haz lo que te de la gana... —Murmuró antes de volver a respirar con fuerza y quedarse dormida.

Cuando salió de la habitación sintió que su instinto tiraba de él hacia la cama. Algo no encajaba, Ángela herida, Amy atrapada, la nave rota... ¿Cómo logró escapar Ángela? El EICFD nunca dejaba trabajos a medias. A menos que ella saliera victoriosa del encuentro y matara a todos los soldados de la organización.

—Será mejor que me dé prisa. Pueden volver a encontrarla.

Al salir vio que la perra de pelo rubio y de ojos claros, Duna, le acompañaba a la puerta con evidentes ganas de salir al patio. Apenas la conocía, cuando viajó al futuro solo llevaba unos meses con ellos. Se preguntó dónde estaría Thai. No la había visto desde su regreso.

Puso la dirección en el GPS y vio que tardaría cuarenta minutos en llegar. Arrancó deprisa, disponía de dos horas antes de las nueve y no sabía el atasco que podía encontrarse.

Corrió a la velocidad límite permitida y ganó unos según el gps. Finalmente llegó a la dirección, un parque céntrico del barrio de Moratalaz. Cuando salió del coche y buscó a su amiga, vio que se levantaba de un banco y corría hacia él con una gabardina vieja y sucia encima.

—Ya era hora, creí que no vendrías nunca.

—He venido lo más rápido que he podido.

Ángela se subió al coche dejando tirada la gabardina sucia que llevaba encima y vio su armadura de placas.

—¿Cómo conseguiste librarte del EICFD? —valoró Antonio.

—Mejor no me hables de ellos. Sabes que mes han intentado liquidar.

—¿Cómo has sobrevivido?

—No me dejaron elección, tuve que eliminarlos, así de sencillo. No pude detener a los que se llevaron a Amy, pero los que querían matarme ahora están tiesos. Vamos arranca de una vez.

Antonio arrancó el coche y condujo de vuelta a casa.

—¿Os hicieron alguna pregunta? —Se interesó.

—No.

—¿Por qué a ti te intentaron matar y a Amy se la llevaron? ¿Qué querrían de ella?

—Ojalá lo supiera, no me agobies —respondió seca.

—Que mi mujer te haya permitido que puedas contar conmigo cuando quieras no justifica que me trates como un subordinado —declaró él, dolido.

Ángela le miró con sorpresa.

—Tu mujer te tiene bien dominado, si estás aquí por ella —se burló.

—¿Cómo? —Antonio le lanzó una mirada furtiva, extrañado—. ¿Te has golpeado la cabeza?

Ángela frunció el ceño, miró por la ventanilla y le ignoró.

—Escucha, —añadió él, estaba muy rara—, quiero ayudarte. No estoy aquí porque mi mujer me lo ordene, de hecho ni siquiera me dejó venir. Tengo que volver a casa enseguida, le prometí a mis hijos llevarles hoy al cole pero te debo la vida y por eso no podía dejarte tirada.

—Perdona por responder así, estoy nerviosa. No esperaba esa encerrona y ahora mismo no confío ni en mi sombra. A saber lo que le estarán haciendo a Amy, puede que la estén torturando y no puedo hacer nada.

Hubo un tenso silencio en el que Antonio no supo qué decir.

—¿Han destrozado la nave como para que no podamos viajar en el tiempo? —Inquirió Antonio, nervioso—. Ya me había imaginado viajando a hace 65 millones de años para averiguar qué pasó con los dinosaurios. Me iba a llevar la cámara de fotos y así podrían verlos, no tienes idea de lo mucho que les gustan. La fiesta de cumpleaños era temática de dinosaurios, Miguel los imita constantemente. Tienen unos cien muñecos entre los dos, muchos de ellos se mueven como robots... Les iban a encantar los videos. Charly duerme con un tiranosaurio que llama Braulio...

Estaba claro que Antonio compartía la pasión por esos seres extinguidos pero no se daba cuenta de lo peligroso que era mencionar siquiera que se podían realizar viajes en el tiempo. Entonces Ángela le rozó la mano.

—¿No extrañas un poco lo nuestro? —Preguntó jugando con sus dedos encima del dorso de su mano, sobre la palanca de cambio.

Antonio apartó la mano visiblemente sorprendido.

—¿Por qué lo dices? Tú y yo nunca...

—¿Y no crees que también puedes gustarme? —siguió mirando por el cristal, al infinito—. Da igual.

Antonio suspiró. No esperaba que el contacto de su mano le acelerara el corazón y mucho menos que esa mujer tan atractiva pudiera sentirse atraída por él, aunque era lógico ya que la otra del tiempo presente también lo sintió... Algo habia distinto en ella desde la última vez que la vio esa misma tarde. No parecia herida y sin embargo la notaba agotada. Debió ser una lucha terrible.

—¿Crees que la nave se puede reparar? —Insistió él.

—Lo dudo mucho, está destrozada —respondió sin dar más detalles.

—¿Dónde está?

Ella le miró negando con la cabeza.

—Siento que no puedas ver dinosaurios. De verdad. Pero ahora me da igual.

—¿Conocías a alguien del EICFD de los que fueron a por ti?

—No, a nadie. Eran cadetes jóvenes.

—Sí, tengo entendido que han reclutado mucho personal. La última vez que supe de ellos Abby y John Masters se convirtieron instructores. Bueno, la rubia volvió al servicio activo para "ayudarme" en mi viaje del tiempo. Pero ya sabes lo que pretendía en realidad.

Ángela le miró interesada.

—Ya —se limitó a decir.

Llegaron a su casa a las ocho y media. Tenía unos pocos minutos antes de ir a ver a sus hijos y se quedó en el coche con ella.

—¿Estás bien? ¿No dijiste que estabas herida? No lo pareces.

—Unos golpes nada más, moratones en el brazo —se explicó.

—Luego entras y Brigitte te dará algo de ropa de calle. Espero que tengáis una talla parecida.

—Gracias.

Salió del coche y entró en su casa. Ángela sacó su teléfono móvil y, cuando se sabía a salvo de cualquier mirada, llamó al cuartel.

—Comandante, estoy en la puerta de su casa.

—Tenga cuidado que no la vea, tienen el traje puesto. No cometa errores.

—Él me ha traido. Cree que soy su amiga, la otra Ángela del futuro o pasado... Yo qué sé. Me dejará entrar en su casa y con suerte podré dormir allí. Necesito información ya, señor. Casi me pilla. Me ha contado que Abby viajó en el tiempo con él y ella debió hacer algo inadecuado porque hablaba como si fuera imperdonable. ¿Qué fue lo que pasó?

—Entiendo, la teniente le acompañó a su pasado, supuestamente a detener a John, que le hicimos creer a Jurado que iba a matar a su madre con el fin de borrarle de la existencia. Pero no nos consta ningún dato de su pasado de hace más de veinte años y nos resultaba imposible si no iba él en persona y le seguíamos. Abby tenía la misión de matarla, embarazada de él y por lo que nos ha contado la otra Ángela le salvó en el último segundo. Lograron regresar y mandaron a la teniente de vuelta al cuartel en ropa interior como señal de venganza... Sepa que este dato es alto secreto pero usted o su otra yo debería saberlo porque participó en ello.

—Abby tenía la misión de matar a Antonio —repitió ella, sorprendida.

—El consejo no quiere viajeros en el tiempo que actúen por libre. Jurado estaba desarrollando su propia máquina y había que detenerlo. De hecho nadie del planeta puede saber que existen, fuera de nuestra organización.

—Pero Antonio sigue vivo... ¿Por qué?

—Ayer a estas horas no, se lo aseguro. Ese no es de 2018 sino de 2016. Esas dos mujeres que ha liquidado han evitado que regrese y muera en su línea temporal, le han vuelto a salvar. Señorita Dark, tiene dos misiones, conseguir su traje y matarlo a él y todos los que sepan que se puede viajar en el tiempo.

Ángela se quedó blanca al oír esa orden. Eso implicaba matarle a él y a su esposa, que casi seguro estaba al corriente de todo. Los niños no tendrían donde ir... Y aunque había matado a sangre fría a mucha gente, incluído Frank, esta vez era distinto. Ya se mató a sí misma sin pestañear, tendría que hacerlo, era su trabajo.

—Señor va a ser complicado que no meta la pata, tengo la cicatriz en el brazo y como me vea descubrirá que no soy yo y me eliminará en el acto con el poder del traje. Es un suicidio, no podré hacerlo —«no quiero hacerlo», añadió para sus adentros.

—Confío plenamente en sus habilidades, Dark. Traigame ese traje al cuartel, no importa lo que tenga que hacer. Si lo consigue le juro que la convertiré en capitana del escuadrón Delta.

—El sueldo compensará...

—Triplica el de cadete.

Escuchó la puerta de la casa, al otro lado de la valla y colgó sin despedirse del comandante. Una subida sustancial de sueldo le venía de maravilla, con lo que cobraba viviría bien, pero los caprichos más caros no se los podía permitir.

Antonio abrió su puerta y la invitó a seguirle.

—Los niños no han terminado de desayunar. Si no te importa, ve al salón y descansa allí. Tengo que ir a llevarlos al cole, están ilusionados con que yo les lleve.

—Claro, estoy agotada.

Abrió la puerta de la casa y le indicó hacia dónde estaba la sala. Era una estancia espaciosa con una mesita baja frente a dos sillones situados junto a dos ventanales. Al otro lado estaba el mueble y la televisión, una muy grande anclada a la pared.

Una perra de tamaño medio, ojos claros y pelo corto y claro se dedicó a olisquear sus piernas aunque parecía muy dócil y se dejó acariciar.

—No sabía que tenías perro.

—Se llama Duna —explicó Antonio—. No sé dónde está Thai y me da miedo preguntarlo.

—Claro, hace casi dos años que no vuelves a casa... Suerte que tu mujer sigue esperándote.

—No estuve fuera sino muerto —aclaró Antonio—. Y para mí no han pasado más que unas horas. Brigitte tiene razón, me meto en demasiados problemas. He pensado lo de los viajes en el tiempo y me hacía ilusión poder hacerlos con vosotras pero sin la nave estáis atrapadas en este curso termporal igual que yo. No podré hacerle fotos a los dinosaurios, aunque eso es lo de menos, lo importante es averiguar qué ha sido de Amy. Pero eso luego, ahora descansa.

Antonio salió de la sala y fue a la cocina donde estaban desayunando dos chiquillos. Se fijó en ellos, uno era moreno y de pelo liso, el otro ondulado y castaño. Entonces pasó frente a la puerta del salón Brigitte y la miró con una sonrisa.

—Veo que has vuelto. ¿Dónde está la viciosa de tu amiga?

—¿La qué? —Se extrañó.

La mujer de Antonio puso las manos en jarras sobre sus caderas.

—La rubia loca esa. ¿Se llamaba Amy?

—Ah, la han capturado.

—Si no crees que era una ninfómana sin remedio es porque ambas lo sois. Vaya pareja...

Ángela no supo si sonreir o no. Aquella afirmación era demasiado íntima como para que ella pudiera comprenderla sin más. ¿Cómo sabía que le gustaba tanto el sexo? Claro, supuso que porque estuvo liada con su marido. Debía ser por eso y además podía estar enfadada con ella por aquellos sucesos del pasado. Pero estaba segura de que creía que era la otra Ángela, la que no tuvo lios con su marido, ya que él se lo dijo antes y casi mete la pata. Algo se estaba perdiendo y no sabía qué.

Salieron con prisa al colegio los cuatro. Ella se quedó a solas con la perra de ojos claros y le acarició la cabeza ya que tanto le gustaba. A los dos minutos se aburrió y decidió tumbarse en el sofá. Esa noche había sido muy larga, fue alistada de urgencia por el EICFD, tuvo que luchar contra su doble de otro tiempo y estaba cansada. Dejó sus botas al lado de la mesa del centro, se echó sobre el cómodo sillón de tres plazas, cerró los ojos y no pudo dormir por los niños.

—Papá quiero ver dinosaurios —decía Charly mientras le ponía el abrigo.

—Quizás echen alguna película en el cine —respondió Antonio—. Cuando salgas del cole lo miramos.

—No me gusta el cine. 

—Pero hijo, se extinguieron hace muchos millones de años, no se pueden ver los auténticos —explicó brigitte con tono aburrido.

—Quelo dinosaurios —exclamó Miguel con su dulce vocecita.

—Papá, si se murieron ¿están en el cielo? —Pregunto Charly.

—Así me tienen todo el día —escuchó que se quejaba Brigitte antes de cerrar la puerta.

Antes de dormir pensó en lo bonito que era tener familia. Nunca una podría cumplir la misión.

 

Comentarios: 5
  • #5

    Valeria (sábado, 09 febrero 2019 20:40)

    Esta muy interesante toda esta paradoja del tiempo

  • #4

    Lyubasha (martes, 04 diciembre 2018 06:43)

    Está muy interesante aunque algo me dice que Ángela no va a conseguir cumplir su misión.
    Quedo a la espera de la 8ª parte ;)

  • #3

    Yenny (viernes, 30 noviembre 2018 05:41)

    Lo más intrigante de está parte es el paradero de Thai ( que esté en el veterinario porfa).
    Lo más probable es que descubran a Ángela por las cicatrices o porque quiera seducir a Antonil

  • #2

    Jaime (jueves, 29 noviembre 2018)

    Aún sigo pensando cómo espera Ángela robar el traje pleyadiano. Seguramente Antonio o su esposa se darán cuenta de que la Ángela que cuidan no es quien ellos creen. Supongo que Ángela volverá a tentar a Antonio para conseguir su objetivo.
    PD: ¿Dónde está Thai?

  • #1

    Tony (jueves, 29 noviembre 2018 11:19)

    Que bien que van uniéndose los de siempre, espero que poco a poco vayan volviento todos tras el cambio de cara de la página.