Las crónicas de Pandora

Capítulo 28

 

 

 

Anteriormente 

          Diez horas más tarde se encontraban en el hangar del cuartel.

          —¿Pero cómo es posible viajar en el tiempo con una máquina? —Preguntó Ángela a un ingeniero que se subió al halcón para explicarles el manejo del módulo temporal.

          A su lado estaban Montenegro y Antonio, equipado con su traje de grafeno.

          —Esto es muy complicado para que podáis entenderlo, esta máquina utiliza integrales de segundo grado aplicadas a la física cuántica y ni siquiera los ingenieros que han fabricado los motores pueden comprender por qué funciona. El diseño fue escrito en una hoja de papel en los años treinta por un genio llamado Nikola Tesla...

          —Ya sabemos quién fue —replicó Ángela, impaciente.

          —Lo que quiero deciros es que nuestros ingenieros han sabido aplicar la compleja fórmula matemática pero no puedo explicarles qué significa ni cómo funciona. Si Albert Einstein explicó su teoría de la relatividad con una sencilla potencia de dos y no hay ser humano que la comprenda, imagínese una integral de segundo grado.

          Montenegro carraspeó al escuchar sus explicaciones.

          —No hay tiempo de explicar todo esto, señores —interrumpió—. Limítese a explicarles cómo funciona el módulo temporal, sobre el pilotaje tengo entendido que ella sabe manejar la nave.

          —Bueno, este modelo no lo he volado nunca —contestó la aludida—. Casi siempre pilota Abby o Brenda.

          —Usted tiene experiencia como piloto, es muy sencillo adaptarse.

          Ángela veía los centenares de controles del aparato y miró a Antonio para expresar con su mirada el pánico de verse ella en la tesitura del manejo de semejante complejidad sin posibilidad de ayuda.

          —No te preocupes, el vuelo es sencillo, también te lo explico en un momento —comentó el técnico. Verás hay que accionar aquí la palanca esta que abre este compartimento. Parece un sencillo cajón para objetos personales porque no queremos que cualquier pueda acceder al módulo temporal. Ahora pasas la mano por aquí...

          Sin preguntar le agarró la suya y le pasó delicadamente los dedos de la chica por la superficie que no podía verse por estar en el lado contrario del frontal del cajón.

          —Aquí, ¿lo notas?

          Ángela palpó una parte que podría pasar por un tornillo que sobresalía un par de milímetros.

          —Saca la tapita con la uña —el ingeniero no tenía por qué mantenerla agarrada y sin embargo no la soltaba.

          Hizo lo que le dijo, al hacerlo le dolió un poco porque se la fracturó levemente. Las tenía muy finas y delicadas. Nunca se las pintaba ni reforzaba y solía cortárselas muy cortas para no rompérselas haciendo parkeur o escalada.

          —Ya está —dijo, mirándose la uña partida, apartando la mano del ingeniero como si fuera una mosca.

          Martín le miró la uña hipnotizado. Para que no le diera importancia se llevó el dedo a la boca y se la mordió con el fin de igualarla. Al volver a mirarlo vio que aún la miraba más embobado. Hubiera deseado que ese comportamiento descerebrado no fuera tan común entre los hombres con los que solía relacionarse.

          —¿Y ahora qué? —Preguntó impaciente.

          —Pulsa el botón —respondió saliendo de sus pensamientos—. Suponía que lo habías entendido. No te distraigas, guapa.

          Antonio resopló fastidiado desde atrás.

         El teléfono de Montenegro sonó y lo cogió con presteza.

          —¿Lo tienen?

          —Sí señor, enviamos el cuerpo en diez minutos. Disculpe la demora, no ha sido fácil localizar uno de esa edad y tamaño.

          —Buen trabajo, dense prisa.

          Y colgó.

          —Buenas noticias, han encontrado un cuerpo de apariencia similar a la de Don Paco.

          —Genial —asintió Ángela—. No debo notar la diferencia, sino descubriré que algo falla.

          —Hagas lo que hagas nadie de vuestro entorno puede saber que estáis allí o cambiaréis el curso de la historia y se producirá una brecha. En tal caso accederéis a una nueva realidad alternativa, universo paralelo, como prefieras llamarlo, y no podréis volver a nuestro hilo temporal —aleccionó Montenegro.               

          —Descuide, seremos invisibles, solo tengo que robar el cuerpo antes de que yo misma lo vea... Un momento,... —Ángela palideció.

          —¿Qué ocurre? —preguntó el comandante.

          —Mierda, no solo le mataron, le cortaron la cabeza y no la pude encontrar por ninguna parte. Puede que estuviera debajo de la cama.

          Montenegro se quedó pensativo.

          —No importa demasiado, el verdadero Don Paco regresará con usted de una pieza. Sospecho, querida, que ya habéis hecho el viaje y con éxito. Habrá que cortar la cabeza al cuerpo que están trayendo para que no puedas sospechar que no era él.

          —Espero poder salvarlo, es la idea ¿no?

          —Disculpe la interrupción —cortó el técnico—. ¿Es que no se lo ha dicho? No se puede viajar a la hora que quieran. Tiene que ser a la misma de un día anterior. Los antiguos modelos viajaban saltando años, porque no sabíamos que podíamos desplazarnos también en el espacio cuando las naves se desplazan en el tiempo. Hemos logrado reducir ese tiempo a un día pero es imposible reducirlo más. Tengan en cuenta que la Tierra no solo gira en su órbita, también está rotando y es necesario corregir la posición rotacional sin aparecer bajo tierra, o dentro de un edificio. ¿Recuerdan el experimento de Filadelfia? Aquel barco fue expuesto a unas radiaciones experimentales que durante un segundo escaparon de la inercia terráquea y la materia perdió consistencia. Por eso muchos de los tripulantes aparecieron sepultados en el fuselaje del barco.

          —Ya nos sabemos lo de ese experimento —protestó Ángela —. ¿Entonces tenemos que volver a ayer exactamente a la hora que salgamos del día anterior?

          —Tendrán tiempo de sobra en llegar si aterrizan cerca con su halcón —contestó Montenegro.

          —Llegamos allí a las once de la mañana y son las diez de la noche. ¿Eso significa que podemos ir a descansar? Basta con que vengamos de nuevo a las siete —propuso Ángela.

          —Pueden hacerlo en el halcón, no quiero que se marchen, detesto los imprevistos —protestó Montenegro—. Martín, explíqueles cómo manejar eso y no se entretenga con batallitas, no tengo todo el día.

          El técnico se rascó la cabeza consternado. Los que se habían desviado del tema eran ellos y no comprendía por qué le increpaba a él.

          —Muy bien, pulsa el botón del cajón.

          Ángela lo hizo y una de las botoneras e interruptores del frontal del aparato se levantó y se deslizó hacia la derecha mostrando un panel luminoso y táctil.     

           Sencillo, seleccionas año, mes, día y con el botón verde se activa el viaje. Es importante que observéis este indicador, ahora está al 100%. Pero tras un viaje en el tiempo se consume un 80%, lo que más gasta es activar el portal temporal. Estas son baterías de gran capacidad y solo permiten un viaje completo seguido. Según la distancia física utilizada necesitarán llenarla, y tengan en cuenta que cuanto más tiempo quieran viajar más lejos tendrán que regresar. La nave solo tiene autonomía para recorrer la distancia que se mueve la Tierra por el espacio durante dieciocho mil años, más allá se quedarían suspendidos en medio de la nada ya que aparecerían anclados en un punto donde no tendrían fuentes de energía, como la del Sol, para recargar las baterías del Halcón. La Tierra se desplaza por el espacio a 825.000 kilómetros por hora para ser exactos. Tengan en cuenta que deben alcanzar el planeta cuando viajen en el tiempo lo que obliga a los motores del Halcón a viajar mucho más rápido que eso y es lo que consume tanta energía. No sería posible sin la antimateria que detiene el tiempo a su alrededor.

          —¿Tenemos algún mapa galáctico para encontrar de nuevo la Tierra? —Preguntó Antonio—. Por lo que he entendido, esto no es solo una máquina del tiempo, sino una nave espacial. Imagino que la limitación del día es porque la tierra no estará lo bastante lejos y al dar un salto en el tiempo inferior podríamos aparecer en el centro de la Tierra.

          —Veo que lo has pillado, amigo —afirmó Martín con una afirmación de cabeza—. En realidad basta una hora para librarse de ese peligro con holgura, aunque no sería mucho problema ya que al aparecer en estado de fase se puede maniobrar la nave sin que tenga interacción con la materia. Eso no quita que sea realmente complicado y engorroso manejar este cacharro con magma incandescente interponiéndose en tu campo visual. Es como estar ciego... Y seguramente sea imposible encontrar los mandos ya que el tacto deja de ser útil en ese estado y solo los guantes especiales de los pilotos pueden activar mecanismos de la nave si al menos puedes verlos. El siguiente paso es viajar 12 horas. Se está experimentando con ello, ahora que hay fondos, los avances llegan realmente rápido. Puede que en una semana tengan los resul...

          —Al grano, señor Martín —ordenó Montenegro.

          —En esta pantalla tienen el ordenador de abordo —explicó el ingeniero, colocándose las gafas ovaladas  y apartándose el exagerado flequillo de sus ojos—. Enciéndela y sigue los pasos que te voy a explicar. Cada nave puede comunicarse con el resto en una frecuencia distinta...

          Antonio quiso apartar al técnico de su novia, estaba arrimándosele mucho y sonreía como queriendo conquistarla. Además ahora la tuteaba.

          Una música sonó en el bolsillo del comandante, sacó una especie de tarjeta de crédito que se iluminaba alternativamente y sonaba como un despertador.

          —Les dejo, tengo que responder al consejo. Regresen con Don Francisco, no causen ninguna fisura y vuelvan de una pieza —Montenegro les ofreció un saludo marcial—. Buena suerte.

          Dicho eso, cuando los tres le saludaron, se marchó a paso ligero.

          —Gracias —Ángela frunció el ceño, molesta por la cercanía y la sonrisa de Martín—. Creo que me ha quedado claro.

          —¿Alguna duda más? —Preguntó.

          —No, ya nos apañaremos.

 

 

 

 

 

          —Los catres del halcón están en la popa. En los...

          —Ya los encontraremos —interrumpió Antonio.

          —Pero no es fácil, yo mismo me sorprendí cuando me los mostraron el primer día. Tened en cuenta que esto es un avión comercial modificado. Aparentemente es de línea, con asientos para los pasajeros y sus cuartos de baño. Pero en realidad solo hay un urinario. Acompañadme.

          Les guió por el pasillo de la derecha. Como dijo, ese halcón era mucho más grande de lo normal porque tenía la apariencia de un avión de larga distancia, un Boeing 747, concretamente.

          —Las bodegas están en la planta de abajo, allí tenéis las celdas de contención por si transportáis prisioneros. Pero los catres... —Se detuvieron ante una puerta del urinario—. Aquí están.

          Abrió y les mostró que en lugar de un grifo y su inodoro había un pasillo muy estrecho que descendía a un agujero negro por unas escaleras demasiado altas.

          —Seguidme —se adelantó.

          Apenas cabía él en el hueco.

          Cuando bajó y le perdieron de vista Ángela le siguió y Antonio fue detrás. Aquello era como un ataúd de metal. Era imposible bajar dos personas a la vez.

          Una vez abajo vieron una estancia levemente iluminada con cortinas de terciopelo a su alrededor. En el se distinguía una mesa de metal con taburetes fijos de dos plazas a ambos lados.

          —Bienvenidos a los aposentos de comandancia —anunció Martín. En esta puerta tenéis comida y bebida, y tras estas cortinas, están las camas.

          —Es claustrofóbico —opinó Ángela.

          —Espero que no tengáis un despertar violento, el techo de las camas no permite ni sentarse, son literas —corrió una de las cortinas y tenía razón. Apenas había cincuenta centímetros entre catres.

          —Son muy... Confortables —se burló Ángela, mirando a Antonio con cierta decepción por el hecho de que era imposible usar esas camas para tener relaciones sexuales. Bien pensado quizás por eso eran así.

          —Bueno, ya os he enseñado todo. Si tenéis alguna pregunta,...

          Martín sonreía mientras se deleitaba observando el diminuto camarote.

          —Gracias, no se me ocurre ninguna —respondió Antonio.

          —En ese caso os dejo. Buena suerte muchachos,... —Martín se quedó mirando a Ángela con una sonrisa estúpida.

          —Gracias —dijo Jurado, molesto.

          —Después de esto podríamos tomar unas copas, ¿no te parece? —Esta vez solo hablaba a la chica.

          —Por supuesto —respondió ella, sonriendo—. Pero no contigo, tengo novio.

          —Ah, perdón...

          Después de ese corte, Martín subió por la escalera apresuradamente.

          Cuando se quedaron a solas, Antonio sonrió.

          —Qué suerte que tu novio sea yo...

          —¿Para quién? Porque para mí... —respondió con seriedad.

          Al ver su gesto dolido rectificó sonriendo.

          —No vuelvas a montarla por un puto móvil, ¿De acuerdo?

          —Lo siento, no volverá a pasar.

        —Estoy segura de que eso no, pero me intriga la siguiente forma que encontrarás de fastidiar un momento perfecto.

          —¿Estáis bien? —Escucharon a Martín, arriba—. Ya podéis salir.

          —Vamos a descansar antes de la misión —comentó Antonio.

          —En ese caso yo me marcho, ¡un placer! —Escucharon arriba.

         

         

          Cuando se quedaron solos se tumbaron en un catre cada uno. A Antonio le costó trabajo doblarse para entrar en uno de esos agujeros con colchón, semejantes a las fosas que podían encontrarse en una cripta.

          —¿Después de tu matrimonio no te parece que si hubieras sabido cómo terminaría no te habrías casado? —Le preguntó Ángela, pensativa.

          Antonio se extrañó por la curiosa pregunta. ¿En qué estaría pensando?

          —De hecho... Hubo un momento en el que me asusté, antes de casarme. Supe que me estaba equivocando, no me imaginaba con ella siempre... Solo pensaba en que durara lo tenía que durar y me dio pánico. Pensé que en ese tiempo... No la conocía lo suficiente y no había marcha atrás. Recuerdo que una noche después de aquel pánico, le dije una frase que nunca pudo olvidar y que en mi corazón sentí como romántica.

          —Sorpréndeme —pidió Ángela.

          —Le dije: "Cada día me arrepiento menos de haberme casado contigo."

          —No jodas —replicó ella, soltando una risotada—. ¿En qué sentido...? ¿Qué estabas pensando para decir semejante cosa? ¿Y encima pensaste que era romántico?

          —Lo era, porque yo sabía cómo iba a terminar. Me aterraba casarme con ella, nos contábamos todo y tenía muy claro que era una mujer con tendencia a cambiar de pareja, ella misma se enorgullecía de no saber con cuántos hombres había estado. Recuerdo que su padre la felicitó cuando nos casamos y le deseó disfrutar de los dos años que duraríamos juntos. Fíjate, y duramos diez.

          —Vamos que era una reputa del carajo —dedujo Ángela.

          —No solamente lo era, estaba orgullosa de ello. ¿Ahora lo entiendes? Para mí era romántico decirle algo así.

          —No, debías estar muy desesperado o muy gilipollas. ¿Cómo pudiste casarte entonces?

          —Supongo que pensé que había encontrado en mí al hombre de su vida... Tienes razón, estaba totalmente gilipollas. Pero es que el amor sinónimo de estupidez, supongo. Te aseguro que sentía algo por ella más allá de lo físico. Estaba seguro de estar metiéndome en un avispero pero merecía la pena, ahora lo puedo entender.

          —¿Qué? —Preguntó, molesta.

          —Puede que ella me haya pisoteado el corazón, que supiera que lo iba a hacer... Y a pesar de ello seguí adelante, supongo que hay que equivocarse para conseguir cosas importantes.

          —¿Volverías con ella si te lo pidiera? ¿Todavía la quieres?

          —Una cosa es pincharse los pies en cristales con el objetivo de conseguir un tesoro y otra es repetir por masoquismo.

          —¿Entonces por qué lo volverías a hacer?

          —La vida es felicidad, llanto, placer y sufrimiento. Y éstos han tenido unos resultados. Dos universos de diferencia entre estar con ella y rechazarla: Mis hijos.

          Ángela se quedó muda, nunca había sentido que nadie mereciera tanto la pena. No sabía lo que se sentía siendo madre y, por primera vez en su vida, no era motivo de orgullo sino de dolor agudo en lo más profundo de su alma.

          Antonio suspiró.

          Después de un par de minutos en silencio, Ángela preguntó:

          —¿Y yo? ¿Qué te hago sentir respecto al futuro?

          Antonio no respondió. Su respiración se hizo más fuerte y no sabía si fingía dormir o se hacía el dormido para evitar una de sus respuestas explosivas. Suspiró, decepcionada y cerró los ojos preguntándose si no había sido mejor que no llegara a responder esa pregunta.

          Sin embargo Antonio no estaba dormido y varios minutos más tarde, cuando Ángela ya dormía y no podía escucharle respondió.

          —Tú me das miedo, eres justo la chica con la que siempre he soñado. Pero temo no ser bastante para ti y termines dándote cuenta. De momento, me limito a disfrutar de cada día a tu lado.

          Esperó alguna respuesta y al no tenerla movió la cortina de su catre y se asomó. Al verla dormida, a un escaso metro de distancia, al otro lado del pasillo del claustrofóbico dormitorio, se preguntó si había dicho alguna barbaridad.

          Mientras se quedaba dormido, su mente se dejó llevar por esa intrigante visión de futuro, al lado de Ángela y se vio esperando una niña, viviendo juntos, sus hijos emocionados de tener una hermanita pequeña y, en el fondo de la visión, vieron su madre, mirando hacia él, arrepintiéndose de haberlo dejado marchar. Él nunca volvería los ojos a ninguna otra mujer, Ángela era sin duda con la que quería envejecer… A pesar de que no podía imaginarse más allá por miedo a no verla a su lado, o quizás, porque temía un desenlace abrupto por ser tan incompatibles.

 

 

          Ángela soñó con su padre. Durante toda su vida lo había idolatrado, a pesar de las cosas horribles que le contaron sobre él, ella nunca lo bajó de su pedestal. Hasta que un día descubrió por sí misma la forma horrible en la que asesinó a su madre. La había mentido siempre diciéndole que se marchó con otro hombre. La convenció de que su madre no quería saber nada más de ella y por tanto solo recordaba haberla odiado desde muy pequeña. Descubrir que todo cuanto creía era una mentira le produjo un shock emocional del que seguía sin ser capaz de superar. Primero odió a su padre, quiso cambiar el odio que sentía por su madre pero no podía ya que nunca la conoció y lo que recordaba de ella lo olvidó a causa del continuo y abrasivo odio. Lo que le provocaba otro inmenso rencor hacia la figura de su padre al que seguía idolatrando porque solo recordaba cosas bonitas de él. A pesar de su vida, sus vicios, sus horribles maquinaciones, cuando la llamaba princesa podía ver amor en sus ojos. Él era un monstruo, pero ella era lo único que era capaz de querer en el mundo… Era su Universo, el sentimiento más puro que tuvo su padre antes de morir y probablemente por la que se vio obligado a hacer semejantes monstruosidades.

          Tal y como describió Antonio a sus hijos, personas tan importantes que haría cualquier cosa por tenerlos.

          Pero Ángela no tenía eso... Desconocía lo que era sentir algo así por nadie. Ya no era un conocimiento liberador, pues lo consideraba un punto débil. Ahora le producía el mismo dolor que tener un puñal clavado en el estómago. Recordó a su hija, Natalia, pero jamás sintió nada y el sentimiento era mutuo. Al no criarla no significaba nada.

          Tampoco fue muy enternecedor el día que le ofreció su casa para vivir juntas. La niña prefirió robarle su moto y desaparecer sin dejar rastro. Bien pensado la maternidad le salió barata, de haberse quedado le habría costado mucho más dinero.

 

 

 

          Las horas que se quedaron solos se limitaron a dormir. Antonio seguía agotado y sabían que la jornada siguiente sería muy dura. Debían prepararse para una pelea contra enemigos invisibles, en especial ella, que tenía que salvar a Don Paco.

 

 

          El despertador sonó demasiado temprano, eran las siete de la mañana cuando la melodía del móvil de la mesita del centro de la sala comenzó a sonar. Antonio se despertó y al levantarse sufrió un golpe en la frente y pensó que alguien les había atacado. Sin embargo fue por hacerlo demasiado rápido en aquel catre que no tenía más espacio que un ataúd, sin el lateral izquierdo de madera, que le permitía salir. El golpe le recordó que no era un día de trabajo normal. Pensó en sus hijos, que esa semana estarían con su madre y no debía preocuparse por ellos. Aunque recordar lo que debían hacer le hizo revolver el estómago. Un solo error de cálculo, un fallo en la misión y nunca regresaría a ese mundo. Podría encontrarse a otro Antonio viviendo su vida. En un día no podían cambiar muchas cosas y no causar fisuras. Solo le tranquilizaba saber que, según la memoria de Ángela, ya lo habían logrado. Pero eso significaba que su vida pendería de un hilo y ese era él. Tenía un miedo atroz pues ya sabía qué enemigos eran a los que se enfrentaban.

          Al encender la luz vio que Ángela se reía en su propio catre.

          —¿Qué te hace tanta gracia? —Preguntó.

          —Casi rompes el techo de tu cama —respondió ella. Has hecho temblar todo el avión.

          —Menos mal que es plástico hueco, sino me rompo cráneo.

          —Tienes que admitir que ha sido muy gracioso, si no fuera porque me has despertado. Aunque te lo agradezco, sufría una pesadilla horrible.

          Vio que Ángela salía de su catre solamente con su ropa interior, un tanga blanco y un sostén del mismo color traslúcido. Él también estaba en calzoncillos y verla así le había provocado una erección demasiado evidente.

          —¿No podríamos...?

          —Estamos de servicio y aquí no me imagino cómo, hay duchas donde he sentido menos claustrofobia —replicó ella, poniéndose de inmediato el traje de grafeno—. Vamos, no perdamos tiempo, solo tenemos una oportunidad y mi vida dependerá de ti.

         

 Continuará

Comentarios: 8
  • #8

    Tony (jueves, 09 marzo 2023 08:14)

    Que e "moción". XD
    Está claro que hay unanimidad. Lo malo es que estoy con un gripazo, pero haré lo que pueda para subir el siguiente capítulo antes del viernes

  • #7

    Alejandro (jueves, 09 marzo 2023 03:18)

    Yo también apoyo la moción.

  • #6

    Chemo (martes, 07 marzo 2023 03:41)

    Yo secundo la moción. Jeje

  • #5

    Alfonso (lunes, 06 marzo 2023 04:32)

    Por lo general no concuerdo con Jaime, pero en este caso él atinadamente sabe lo que pasará en las siguientes partes. Jeje

  • #4

    Jaime (lunes, 27 febrero 2023 02:27)

    Se me ha hecho algo cortita esta parte. O será porque en las partes anteriores ocurren muchas cosas.
    Y mi pronóstico para las siguientes partes: mucha acción con mucho polvete. Jeje

  • #3

    Tony (domingo, 26 febrero 2023 21:34)

    Bienvenido Víctor, intento seguir una vez por semana, salvo alguna que se me complica y no puedo. Te lo digo para que estés atento a mi cuenta de Instagram, donde anuncio las novedades.

  • #2

    Victor (domingo, 26 febrero 2023 17:03)

    Acabo de descubrir la página y ma ha gustado. Espero más de Antonio y Ángela.

  • #1

    Tony (jueves, 23 febrero 2023 22:43)

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