Los últimos vigilantes

30ª parte

            —No te entregué para que te maten. Nadie merece ni una pizca de tu dolor porque todos cogen lo que les da la gana, no miran por los demás, no les importa más que pedir, recibir, exigir, poseer, robar, matar... Y nunca, jamás hacen nada gratis. Estos no cambiarán jamás.

            —¿Por qué no? Tú lo has hecho, cualquiera podría. Ese es el motivo por el que son más importantes los pecadores arrepentidos que los justos. Demuestran que cualquier oveja descarriada puede merecer el cielo como la que más.

            —Yo no soy ningún ejemplo, hijo. Quizás sea la peor. No merezco ni la sombra de tu amor —recordó cómo dejó que se lo llevarán y se sintió terriblemente culpable.

            Ángela le miró con miedo. Su determinación era tan fuerte como la de su hijo. Ella quería acabar con el mundo y él iba a morir para evitarlo, ya lo había hecho. Se quedó conmocionada al comprender por qué Jesús murió en la cruz. Él amaba el viejo mundo a pesar de sus muchos pecadores. Él confiaba en el arrepentimiento de todos.

            No quiso ver su ejecución y volvieron al presente, al cuartel del EICFD.

            —Sálvalos —ordenó él.

            —Hazlo tú —replicó ella, retadora—. También tienes el poder y me desobedeciste, te dejaste matar contra mi voluntad. Te dije que te marcharas y te has dejado humillar, insultar, golpear, matar... ¿Es que no has tenido suficiente? No te merecen, a ninguno de los dos. Abre los ojos, la raza humana es egoísta y acabará destruyendo el precioso planeta que el gran Padre creó con tanto tiempo y paciencia.

            —Si no quieres salvar el mundo por los adultos, hazlo por los niños —insistía Jesús, que no parecía escucharla.

            —¿Esos chillones monstruitos que no dejan ni respirar a sus padres?

            —¿Como puedes odiarlos? Son criaturas inocentes, sin maldad. Son la alegría de las familias ¿Podrías mirar a los ojos a un niño mientras matas o dejas morir a su padre y a su madre?

            Ángela soltó una risotada.

            —Si los adultos los matan sin piedad cuando aún no han nacido. ¿Crees que merecen que les trate yo mejor que ellos a sus hijos no natos?

            —Madre, entiendo tu dolor y rencor. Sé por qué te niegas a ver el mundo como yo lo veo, tendrías que pedir perdón por tus muchos pecados y prefieres que te dé por imposible, y contigo a todos los demás. Tu más que nadie puedes salvarlos, me lo debes porque sabes que antes de dejarles morir, tendrás que matarme a mí. Aquel día, en Jerusalén, me dejé matar con el propósito de que entendieras cuanto me importan. Ni aunque me claven en una cruz voy a castigarlos. Ellos son nuestros iguales y hermanos, el poder que el Padre nos ha regalado no nos hace superiores sino que nos ha puesto sobre los hombros una inmensa responsabilidad. Que podamos destruir lo que nos rodea no significa que debamos hacerlo. Somos como niños a los que su padre entrega las llaves de su casa. Si ahora las usamos para dejar entrar a toda clase de delincuentes... El padre, cuando venga, nos las arrebatará y el castigo será ejemplar. Así que adelante, acaba conmigo si tanto quieres el fin de todo, pero no cuentes con mi aprobación.

            —No me lo pongas tan difícil.

            —¿Cuántas veces debo morir para que les perdones? —insistió él.

            Ángela chasqueó los dedos y el tiempo volvió a circular. Ninguno se hizo visible ante Montenegro y los suyos. Abby y John miraban el mapa de la pared con ansiedad.

            —Son ellos los que han destruido el mundo, no me han escuchado —explicó.

            —¡Ha desaparecido! —Exclamó Montenegro, mirando hacia ella—. Espero que esté haciendo algo y pueda detener los misiles.

            —¿Por qué? —Preguntó Abby—. Todos sabemos que era lo correcto. Nadie más iba a destruir a esos monstruos.

            —Esa merece menos perdón que el resto —susurró, mirando a su hijo. Menuda víbora.

            —Tiene miedo, Ángela. Está aterrada por lo que ha visto en el futuro, igual que tú, aunque no lo ha entendido. Cree que te equivocas y te ve como yo, para Abby eres una humana a la que se le ha subido el poder a la cabeza. Y éste, por grande que sea, no te da la razón.

            —¿No se da cuenta de que ese futuro lo causan ellos? Si tan solo me hubieran obedecido...

            —General, ¿Cuántas ojivas han salido del silo? —Preguntó Montenegro.

            —Todas —respondió Walter—. He hecho lo correcto, sí. Es lo mejor que se podía hacer... He salvado el mundo.

            —¡Las diez! Incluso la experimental... —Bufó el comandante—. Que sea lo que Dios quiera, maldita sea, os dije que la obedeciérais, que ella era nuestra superior...

            Jesús chasqueó los dedos y volvió a dejar el tiempo casi congelado.

            —Él sí confiaba en ti —indicó, señalando a José Montenegro—. No puedes quedarte con los actos que te decepcionan, el mundo está lleno de ellos. Lo que cuenta es... Estos que aprenden de sus errores.

            —No sé,...

            —¿Vas a salvarlos? —Insistió.

            —No —respondió con seriedad.

            —Esa arma de la que hablan es una bomba de helio —explicó Jesucristo—. Tiene la potencia de quinientas bombas atómicas convencionales. Hará un agujero tan grande en el océano que todo el suelo se deslizará inestable y...

            —Un gran terremoto lo sacudirá y destruirá todo, sí —completó ella, asintiendo con la cabeza una vez—. De modo que no tenían que lanzar más que esa... —explicó Ángela.

            —Haz algo —su orden sino a súplica desesperada, incluso notó la fuerza de su poder divino tratando de persuadirla. Pero ni él ni ella podían modificar las decisiones humanas de nadie.

            —Yo no los he destruido, con esto cumplo mi palabra, hijo. Voy a ver cómo se destruye el planeta entero y me llevaré a los que merezcan una nueva oportunidad a mi paraíso. No podemos cambiar las decisiones equivocadas de las personas, y si yo salvo el mundo, estaré contradiciendo esa ley última.

            —Madre, no puedes dejarlos a su suerte, hay tanta gente buena... ¿No existe nadie que te importe?

            —Sí que la hay. Tú y tu padre. Si me disculpas, quiero avisarle.  Me ha encantado verte... Hablar contigo... Ver lo grande que es tu poder y piedad por la gente. No lo critico, te admiro. Pero el destino de este mundo ya no es cosa mía. Adiós.

 

 

            Volvió a poner en marcha el tiempo mientras desaparecía de la vista de su hijo. Jesús apretó los puños y se quedó indeciso.

            Ángela aparecía en Madrid para hablar con su padre biológico. Él nunca le había visitado en persona ya que su madre, María, siempre le contó que su verdadero progenitor era Dios. Y así era, en efecto, ya que Antonio Jurado no le había engendrado. Aunque en realidad sí lo hizo de alguna forma mística.  Por eso nunca le negó su apoyo a lo largo de su complicada vida ya que él tenía algo que solo él y Ángela habían visto: Creía que podía salvar a todo el mundo. Y esa fé le convertía en la última oportunidad.

            «Sálvalo tú» —recordó las palabras de Ángela.

            —Yo no tengo la fe necesaria —susurró—.  Y en este cuartel nadie la tiene.

            No la siguió. La persona a la que había ido a visitar tenía más poder de persuasión que él y toda la humanidad junta... Al menos para Ángela.

            «Recapacita, por favor. Solo tú puedes salvar el planeta. Si aún lamentas haberme abandonado, hazlo en compensación y lo aceptaré, madre.»

 

 

 

            Ángela llegó a la habitación de Antonio y se sentó en su cama. Sabía que él jugaba en el patio con sus hijos, secándose con una toalla de Mickey Mouse después de bañarse en su piscina. Se hizo visible solo para él. Se quedó tumbada en el lado de la cama que nadie solía ocupar. Hacía años que él no dormía con Brigitte. Su mujer decidió mandarlo a otra habitación cuando empezó a roncar y Charly era bebé. Nunca volvieron a juntarse.

            Ángela se sintió cómoda ocupando un lugar tan cercano a él, donde no tenía que competir con nadie.

            Los misiles volaban directos a la isla de los dragones y tardarían un par de horas en impactar. El mundo estaba sentenciado.

            «Solo tú puedes salvar el planeta» —escuchó la voz de su hijo como un eco en su mente—. «Si me quieres, hazlo por mí, madre» —la última palabra cayó sobre su corazón acompañada de una tonelada de remordimientos.

            —Solo yo puedo. Pero va a ser que no —respondió en un susurro—. Esta vez nadie puede culparme, estos estúpidos se han destruido ellos solos.

            «No permitas que los justos paguen por los pecadores.» —insistía la voz de Cristo.

            Suspiró al recordar su semblante tan guapo, tan alto. Le encantaba haberlo visto. Lamentó que sus opiniones fueran contrarias. Pero cuando todo se terminase, él sería el primero en entrar en su paraíso, en su vientre. Él volvería a ser el Alpha de la humanidad, una donde solo los más justos tendrían lugar. Después se llevaría a Antonio Jurado. Luego ya vería quién merecía ese privilegio o no. Ella sería la jueza que decidiría en el juicio final, el Apocalipsis.

            Nunca creyó en ese día mitológico, pero por lo visto le tocó el papel de la principal protagonista.

            «Tu no guardas rencor, te emocionas cuando alguien cambia —seguía escuchando a su hijo—. ¿Serías capaz de mirar a un niño mientras ves morir a sus padres sin hacer nada para salvarlos?»

            —Si Walter no hubiera pulsado el botón, me lo habría pensado. Él es el culpable, es un personaje enchido de odio, búscale un buen rincón en el infierno donde pague por sus pecados. Él no es diferente al resto, los adultos han perdido la fe en todo. Ahora van a tener que demostrar cuánta fe les queda cuando llegue la adversidad.

            Se concentró en Antonio y le dio una orden de forma oculta haciéndole creer que lo pensaba por sí mismo: Debes subir a su habitación sin los niños, te espero. Le escuchó abrir la reja del patio y cerrar. Subió por las escaleras con ritmo cansado y finalmente abrió la puerta de su habitación.

            —Has venido de verdad —murmuró, nervioso—. supuse que lo había imaginado, pero quería verlo con mis propios ojos.

            Como un minero observa un diamante recién encontrado, Antonio la miró con esa misma intensidad.

            —Aquí estoy, y tengo que darte una noticia nefasta.

            Por el tono empleado parecía que le daba igual.

            —¿Qué has hecho esta vez? —Preguntó con miedo.

            —Perdona, pero han sido tus estúpidos amigos humanos los que han metido la pata. El mundo será destruido en unas dos horas. ¿Recuerdas los dragones? Están vivos y las fuerzas internacionales han orquestado un ataque masivo que va a terminar con la isla que habitan. Van a causar un seísmo que destruirá toda la civilización. Quedarán muy pocos con vida y algunos vendrán conmigo al paraíso que he preparado para que estemos juntos con nuestro hijo. He venido a ahorrarte el dolor. Ven ahora, no quiero que veas morir a tus hijos y tu mujer.

            —¿Qué has dicho? —Tuvo que parpadear varias veces al escuchar aquella declaración—. ¿Cómo que nuestro hijo?

            —En realidad no lo hemos tenido, es parte de lo que no te he contado de aquel día que... Nunca ocurrió. Lo importante es que volveremos allí juntos, escaparemos de esta realidad condenada a la más terrible de las oscuridades.

            Antonio se quedó boquiabierto.

            —¡No vas a impedirlo! —Exclamó—. Para eso te entregué el traje.

            —Ya lo intenté —protestó—. Pero no puedo actuar sobre las decisiones humanas.

            —Me refiero a que destruyas los misiles. Tú podrías mandarlos al espacio, no me vengas con... Excusas baratas.

            —O podría no hacerlo. Ya vine a este mundo por ti, a regañadientes.

            —Escúchame bien —insistió con seriedad, Antonio—. Cuando te di el traje de los pleyadianos tuve la oportunidad de matarte. En lugar de eso te lo di sin que me lo pidieras. Tampoco te pedí nada a cambio. Yo esperaba que, si alguien podía salvar al mundo de situaciones límite como esta, eras tú y de paso podrías ponerle un collar al perrito del Consejo, Montenegro.

            —¿Es que no me escuchas? intenté evitarlo y no quiero intervenir más en la libertad de los humanos. Pero hay algo más infinito que el poder divino que tengo. La estupidez y la arrogancia humana. Aunque me gustaría preguntarte una cosa.  ¿Por qué hiciste esa tontería de perdonarme la vida? ¿Cómo pudiste confiar en alguien como yo? Sabes cómo soy y que la vida ajena me importa menos que las piedras.

            Antonio la miró con tristeza y no pudo contestar. Apartó la mirada y se asomó a la ventana, desde donde podía ver a sus hijos jugando con la manguera, derrochando agua, ahora que no tenía posibilidad de regañarles.

            —Necesito saberlo —insistió Ángela.

            —¿No lo sabes todo por ser todopoderosa?

            —Quiero escucharte decirlo.

            —Para empezar, no sería capaz de matarte. Pensé que si Dios fuera como tú..., podría amarte sobre todas las cosas.

            La voz de Antonio se quebró. Acababa de abrir su corazón confesando su amor contenido por ella y tardó unos segundos en comprender su significado.

 

 

Comentarios: 10
  • #10

    Tony (miércoles, 04 septiembre 2019 10:01)

    Siento el retraso, un virus se ha colado en casa y no he tenido cuerpo de revisar nada. Hoy intentaré publicar..

  • #9

    Yenny (miércoles, 04 septiembre 2019 06:25)

    Un especial de 2 capítulos para celebrar el aniversario de la historia.
    Concuerdo con Alfonso, pensé que esta historia no daba para más pero ahora estoy más enganchada que nunca.

  • #8

    Alfonso (lunes, 02 septiembre 2019 01:27)

    Creo que ya se ha comentado todo; no me queda nada más por decir. Nada más que concuerdo con Yenny: la historia se está poniendo cada vez más interesante. Al principio pensé que esta historia no daba para más, pero creo que va a tener un final interesante.
    Esta historia ya tiene casi un año y hay que hacer un homenaje especial por ser la historia más larga (o al menos la más larga que he leído) de este sitio.

  • #7

    Tony (domingo, 01 septiembre 2019 23:24)

    Gracias Yenny, eso es lo más bonito que has escrito de mis relatos últimamente.
    A pesar de eso habrá una buena dosis de xxx antes de que lleguemos al desenlace.
    Espero que nadie lo pida más.
    Ya sólo queda un día para el martes, intentaré ser puntual o incluso podría pública el lunes a lo largo del día.

  • #6

    Alejandro (domingo, 01 septiembre 2019 21:57)

    Yo creo que sin parte XXX, Ángela no tendrá ninguna razón para salvar al mundo.

    Me está gustando la historia y creo que va por buen rumbo. No veo qué papel tendrían los duendes, y sinceramente espero que no aparezcan en la parte XXX.

  • #5

    Yenny (domingo, 01 septiembre 2019 19:37)

    ¿Por qué siempre se queda en lo más emocionante.?
    Ahora con esa confesión seguro Ángela salvará a la humanidad, ya quiero la siguiente parte y está tan emocionante que no necesita parte xxx.

  • #4

    Jaime (miércoles, 28 agosto 2019 02:20)

    No esperaba esta parte nueva tan pronto. Chemo últimamente ha sido el primero en comentar en estas últimas partes de lo emocionado que está por la parte XXX. Es un hecho que se necesita esta parte para convencer a Ángela de salvar al mundo.
    Me pregunto quiénes serán los invitados especiales. Es casi seguro que Jesús estará presente. También podrían invitar a Donald Trump y Stormy Daniels, o incluso el rey Felipe VI. Estoy seguro que será muy divertida.

  • #3

    Tony (martes, 27 agosto 2019 06:16)

    La buena noticia es que la parte XXX no va a ser solo una.
    Además contará con invitados famosos..

  • #2

    Chemo (martes, 27 agosto 2019 03:30)

    Yo esperaba que la Parte XXX fuera, en realidad, XXX. He quedado decepcionado. Aunque todavía hay una forma de salvar al mundo: Antonio puede ofrecer a Ángela unas horas en las duchas a cambio de destruir los misiles. Creo que es la forma más lógica y sensata de convencer a una Diosa que lo puede todo. ¿Qué opináis? Incluso a Jesús le fascina la idea.
    Justamente esta semana se acaba mi trabajo de verano en la piscina del gimnasio. Extrañaré las vistas panorámicas y la atención a las clientas en privado. Pero todavía puedo trabajar en las duchas de Ángela.
    Espero que hayas tenido unas relajadas vacaciones, Tony.

  • #1

    Tony (lunes, 26 agosto 2019 23:58)

    Las vacaciones fueron muy cortas.
    No olvidéis comentar.