Antonio Jurado y los impostores

35ª parte

 Anteriormente

            Cuando terminó la llamada, empujó la puerta de la casa de Mónica y se golpeó con algo. Era la cabeza de su anfitriona que había tratado de escuchar su conversación.

            —¿Qué hacías ahí? —Se hizo la tonta.

            —¿No habrás llamado a la poli? Esta casa es mía.

            —No lo pongo en duda —Ángela tuvo que pestañear dos veces para frenar su capacidad de escudriñar en la mente de la gente y no hacerlo en la de esa chica, que por una pregunta tan nerviosa dejaba en evidencia secretos que podían dar la razón a Lara.

            Durante un segundo se auto convenció de que debía darles el beneficio de la duda. Pero después de ese tiempo se dio cuenta de que podía haber puesto en peligro a Lara por decirle aquello por teléfono. Si bajaba la guardia, ese Dani podría aprovechar esa confianza y matarla.

            —Vale, entonces dime ¿cómo una niña de veinticinco años y sin pareja tiene todo un chalet que cuesta más de trescientos mil euros? —Preguntó inquisitiva, sonriente e incrédula.

            Sin darse cuenta usó su poder para obtener una respuesta veraz.

            —Eh... No le mentí al taxista, soy prosti —dudó un instante y respondió sonriente—. De lujo, ¿entiendes? Mi tío tiene varios chalets de estos y trabajo para él —se llevó las manos a la cabeza y frunció el ceño—. ¿Por qué te lo he contado? No te conozco de nada.

            —Espero que no tengas que matarme por saber esto.

            —Qué bobadas dices, tú también trabajas para el tío. ¿Eres sic o no?

            Entraron de nuevo a la casa.

            Mónica fue derecha a la cocina a terminar de cortar tomates.

            —Ven y seguimos hablando —invitó la anfitriona.

            —¿Y de qué trabaja tú primo? —Se interesó Ángela, con tono casual.

            —Al principio vivía en el bar. Hacía de vigilante por si entraba la pasma o indeseables, pero no le pagaba casi nunca y le pidió a mi tío que le diera una oportunidad, siempre quiso ser como tú, ¿sabes? Me lo ha contado todo sobre ti, que has hecho trabajos acojonantes, has puesto en jaque a peces muy gordos… Por eso insisto, es la primera vez que le dan un encargo y no sabe cómo son las pagas, a quién llamar si le hieren... Es un novato y hoy estaba súper nervioso. ¿Qué puedes aconsejarle?

            —¿Sic? Te refieres a sicario… Para empezar, eso no es como ponerse a comer salchichas —indicó con segundas, refiriéndose al trabajo de ella—, hay que ser experto en toda clase de armas.

            —Eso no es problema posta el, ha servido en el ejército. El caso es que no te ha visto por el bar últimamente, ¿Te has independizado? —Preguntó Mónica.

            —¿Tienes muchos clientes? —Insistió Ángela, volviendo a cambiar de tema.

            —Bah, dos o tres clientes al mes, algunos recurrentes. No hay demasiada gente que pueda pagar mis tarifas.

            —¿Cuánto te pagan? —Insistió en hablar de ella para que dejara de atosigarla sobre su pasado.

            —No sé cuánto cobrará el tío, pero yo me llevo dos mil por visita.

            —Eso es muy poco. Las prostitutas de lujo...

            —Cobran mínimo veinte mil. Lo sé... Aunque no tengo gastos. La casa es del tío, la luz, el gas, el agua corren de su cuenta. Cualquier cosa se rompe y me la pone nueva, de la mejor calidad sin objeción. Vienen a limpiar tres veces por semana o si causo algún desastre puedo llamar cuando quiera, tengo un jardinero, un chófer si lo necesito.... Solo me exige a cambio total disponibilidad, que sepa complacer a los clientes y que no me ponga gorda.

            —Visto así suena muy bien. ¿Qué clase de gente es?

           Como puedes imaginar viejos, famosos y ricos No te puedo decir más o se me acaba el chollo. Así que no preguntes más, me caes bien, no quiero que el tío tenga que pagar a alguien para hacerte una visita nocturna. Espera, es injusto. Yo te hablo de mí, pero no sé nada de ti. ¿Cómo se vive matando a la gente?

            —¿Qué me has contado? Si al menos me dieras una pista sobre uno de tus clientes… —Replicó, molesta.

            —Mira, no tengo por qué contarte nada.

            —Yo tampoco —contestó Ángela, justificando así su silencio.

           Jose Luis —respondió Mónica, como si eso le dijera algo—. Es el más famoso al que he tenido que tragar… Literalmente.

            —¿En serio? ¿Te refieres a López Vázquez? —Ángela dijo el primero que se le ocurrió, al tun—tun.

            —¿Qué dices? —Replicó—. No puedo decirte el apellido, pero te daré una pista, era un humorista muy famoso. Ahora te toca a ti, no vuelvas a ignorar la pregunta. ¿Qué clase de vida es la de un sic?

            Ángela suspiró ante su sinceridad. Merecía que le respondiera.

            —No se vive, Mónica —respondió seria—. A eso no se le puede llamar vida.

            —Pero Dani cobra veinte mil por trabajo. Si se le da bien piensa comprar una casa cerca de la mía. ¿Siempre pagan tan bien?

            —A veces ofrecen más —respondió pensativa—. Pero no llegas a tener un lugar estable donde vivir. No puedes dar tu dirección a nadie, tu teléfono debe ser provisional, nunca debes firmar contratos y no cobras lo suficiente como para comprarte una casa. Todo es dinero negro y nadie acepta un maletín cuando vende su vivienda. Al menos ese fue mi caso, que al empezar, no tenía donde caerme muerta. Si tu primo se hace sic, ten la seguridad de que tendrá que desaparecer o terminará trincándole la poli. Necesitará documentación falsa, tarjetas de crédito robadas en caliente... Mil detalles que le obligarán a estar con la pasma tras sus talones las veinticuatro horas al día. Es una vida que prefiero olvidar, no muchos logramos salir de ella, ¿sabes?

            —¿Qué es eso de tarjetas de crédito robadas en caliente? —Preguntó Mónica.

            —Si no tienes dinero no puedes tener una cuenta bancaria a tu nombre. Si necesitas ir de compras y te quedas sin pasta, robas a algún inocente, lo mantienes secuestrado e incomunicado hasta que consigues lo que quieres y luego lo matas. Conviene que siga con vida mientras tanto, por si te pillan, así puedes poner condiciones a la poli, y sobre todo te permite conseguir claves de sus cosas. Un muerto no sabe nada.

            —¿A cuánta gente has matado? —Preguntó Mónica, con cara de admiración.

            —Ya he dejado esa vida atrás, he pagado las consecuencias y legalmente soy libre. He cambiado y prefiero no recordar mi pasado.

            —¿Cuántos? —Insistió.

            —Haces demasiadas preguntas, ¿no serás una poli? —Preguntó con tono amenazante.

            —Por favor, no me insultes —respondió Mónica, arisca—. Venga dime un número aproximado.

            —Se va a quemar la pizza —cortó, seca.

            Abrió el horno y la sacó con unos guantes gruesos de tela que había cerca.

            —Eres una leyenda, necesito saber cuántos... Dani me lo va a preguntar.

            —Sobre él te quería preguntar yo. ¿Dices que le dieron un trabajo?

            —Sí, una agencia secreta contactó con Luis y le pidió que matara a una persona que por lo visto les ha traicionado. Dani me contó que la llamaban "la impostora", o algo así. No te pienso decir nada más si tú no me cuentas nada.

            —¿Y te dijo quién era? —La ignoró Ángela.

            —¿Cuántos? —Insistió melosa.

            —Joder... —Ángela dudo si debía obligarla con su poder o si se metería en su mente para no perder más tiempo. Pero no quería delatarse.

            —Creo que diez —respondió—. A lo sumo doce o trece. No recuerdo.

            —¿Cómo? —Se sorprendió Mónica—. Qué pocos.

            —Ya te he contestado, ahora responde tú.

            —No puedo decirte mucho más. Es lo único que me dijo —dudó—. Ah, y que era una impostora… Asi que debe ser una chica.

            Se encogió de hombros.

            «¿Se referirá a Lara?» —Pensó mientras ponía la primera pizza en la mesa.

            Mónica cogió el primer pedazo aunque tenía pinta de estar muy caliente. Igualmente, aguantó sin protestar y comió mientras soplaba.

            Ángela prefirió esperar un poco y se quedó mirando la superficie gratinada de queso, tomate, champiñones, cebolla y atún. Olía deliciosa. Durante esos segundos se preguntó si debía usar su poder para averiguar el nombre del objetivo de Dani. Si mataba a Lara no podría perdonárselo nunca, aunque sabía que eso sería complicado. Y si le pagaban tan poco era porque se trataba de alguien sin la menor importancia política, ni mediática, como ella.

            «Quiero saber quién es el objetivo» —pensó.

            La respuesta se dibujó en su mente con nitidez. Por supuesto que era Lara.

            «¿Por qué es una impostora? ¿Qué ha pasado?» —se preguntó de nuevo.

            Odiaba hacer esa clase de preguntas. Era un golpe muy brusco que recibía en apenas un segundo, le llegaba tanta información que solía desmayarse. Pero en aquella ocasión fue un golpe a su corazón más que su mente. De repente vio lo que había pasado, Antonio Jurado le contagió algo a Lara, una especie de presencia que podía tomar el control de sus cuerpos. Esa cosa la acechaba a ella. Se trataba de alguien que no era capaz de ver más allá. Ni siquiera cuando pensaba en Alastor existía ese bloqueo de información, pero esa cosa que infectaba, estaba por encima incluso de ella.

            Suponía que no conocería criatura en el Universo que pudiera ponerla en jaque. Aquella presencia desconocida no era de la Tierra y se mostraba inmune a sus consultas irresistibles, puede que incluso a su poder de ataque.

            Entonces vio a Antonio Jurado en su coche, infectado como un zombi por esa entidad. ¿Por qué le llegó a su mente tal cosa? Se preguntó. Le interesaba la suerte de Antonio, pero trataba de apartarlo de sus pensamientos para evitar influir en su vida o averiguar cosas que no quería saber. Por eso no era normal que surgiera sin su consentimiento.

            —¿Estás bien? —Preguntó Mónica.

            —Eh... Sí, estoy esperando a que se enfríe.

            —Está deliciosa —replicó la chica, mientras daba un segundo bocado a su trozo.

            La imagen siguió viva en su mente, ahora le vio encerrado en el cuartel general del EICFD, en las celdas de máxima seguridad. Lara estaba en inminente peligro y todo parecía orquestado por esa entidad desconocida que la acosaba desde dos frentes como si supiera que haciendo daño a Lara o Antonio, ella se delataría. Tampoco podía verla y por eso la única forma de alcanzarla era con los seres humanos más cercanos a ella. Lo más inquietante era que sabía lo que podía hacer, quién era y cuáles eran las personas más importantes de su vida.

            «¿Cómo sabe tanto de mí? Es ridículo puedo detener el tiempo y salvar a ambos. Y si no llego doy marcha atrás y listo...» Detestaba esa opción, la obligaría a dividirse de nuevo, crear una dimensión paralela y el multiverso ya estaba demasiado poblado.

            Cogió aire y chasqueó los dedos en su mente.

            El tiempo se detuvo con la grotesca mueca de Mónica tratando de masticar una pizza que le quemaba en la boca de forma perpetua, como en una foto.

            Si algo odiaba de bloquear los relojes era que no podía respirar mientras lo hacía. Se asfixiaba y tendría menos de minuto en hacer todo. Se tele—transportó a las celdas del EICFD y vio a un Antonio febril tirado en el suelo de la celda. ¿Se había recuperado del virus de los zombis? Al menos no parecía uno. Lo tocó por el hombro y se lo llevó a su propia casa, lo dejó en su cama y luego fue a casa de Lara. Sus pulmones ardían, le faltaba el aliento, cada traslado la agotaba más y mantener el tiempo bloqueado era un esfuerzo descomunal. Las cosas parecían resquebrajarse ante sus ojos, luchando por dividirse en múltiples caminos, en blanco y negro, con el inefable tiempo tratando de moverse contra su voluntad a golpe de latidos cada vez más fuertes.

            Apareció en la habitación de Lara. Estaba siendo abrazada por Dani, en una postura muy tierna, en la cama, ambos dormían juntos. Una curiosa forma de cumplir su encargo, pensó dubitativa, al ver a Dani tan a gusto con Lara. O era un buen actor, o no sería capaz de cumplirlo… O esperaba a que se quedara dormida. No podía confiar en él, ya que era su primer encargo y no se le permitía fallar.

            El aire se le acababa, si los tocaba, se los llevaría juntos. No pudo hacer nada y regresó junto a Mónica. Tosió cuando dejó fluir el tiempo de nuevo para justificar su falta de aliento.

            —Estás bien —preguntó la chica, sorprendida por su inesperado acceso de tos.

            —Me he atragantado —respondió con dificultad. De repente estaba sudando y con dificultades respiratorias lo hizo alarmarse a Mónica, que la miró asustada, se puso en pie y se alejó hasta la nevera.

            —¡Mierda! —Gritó—. Tienes el puto Covid.

            —Que va, tía, déjame explicarte... —No tenía fuerzas ni para hablar. Tampoco se le ocurría ninguna mentira.

            —Me van a encerrar en casa, odio las cuarentenas, joder... ¡Qué mala suerte!

            —Lo siento, tengo que irme, no quiero contagiarte... —Replicó, decidiendo que era inútil discutir con ella, y se puso en pie.

            —Pide una ambulancia. Yo no puedo llevarte —Mónica corrió a su bolso y se colocó la mascarilla con ansiedad—. Joder, tocaste la pizza —sollozó.

            —Lo siento. Ya me busco la vida.

            Se levantó y se fue por la puerta. Cuando Mónica reaccionó y fue tras ella se encontró el patio delantero vacío.

            —¿Ángela? —Preguntó.

            Solo le contestaron los grillos de la noche.     

 

Continuará

 

Comentarios: 5
  • #5

    Chemo (miércoles, 28 julio 2021 02:13)

    No entiendo qué ha pasado con Dani. Ni tuvo acción con Lara ni la mató. Al contrario, se quedó dormido en el lecho de su muerte. Hasta yo sería un mejor sicario. Jeje
    Me gusta el pronóstico de Alfonso. Ahora que Ángela está involucrada, las cosas se pondrán interesantes. Al menos más interesantes que el trabajo fallido de Dani. Espero la continuación.

  • #4

    Alfonso (lunes, 26 julio 2021 13:51)

    No me la creo que Ángela solamente haya asesinado a diez personas. Para ser profesional, me suponía que al menos cincuenta.
    Creo saber quién fue el cliente a quien se refería Mónica. Se destapó toda la cloaca hace apenas unas semanas.
    Ahora que Ángela está involucrada, la trama se va a poner interesante. Sobre todo sabiendo que el EICFD es la única organización que querría a Lara muerta. Espero la continuación.

  • #3

    Tony (domingo, 25 julio 2021 23:19)

    Pronto publicaré la siguiente parte y despejaré tus dudas Jaime.
    Nunca te lo digo, pero gracias por comentar siempre de los primeros (casi siempre el primero).

  • #2

    Jaime (domingo, 25 julio 2021 19:05)

    No se me había ocurrido que Arita buscase a Ángela. Aunque tiene sentido. Tras haber leído los pensamientos de Antonio, Arita ahora sabe de la existencia de Ángela y que ella tiene el poder del traje pleyadiano.
    Todavía me pregunto por qué Dani no ha terminado con la vida de Lara aun. Ni siquiera parece que hayan tenido acción.

  • #1

    Tony (domingo, 25 julio 2021 17:03)

    Disculpad por la larga espera. He tenido problemas con la página, no se me cargaba bien y me ha sido imposible subir esta parte hasta ahora (ya creí que se había estropeado jimdo, pero por lo visto el modo edición está teniendo problemas). No os preocupéis, el modo de lectura que usais vosotros está bien.

    Si no habéís podido leer la página de forma correcta (y os sale mal formateada, ya sabéis descargaros el firefox).
    Supongo que todos estaréis de vacaciones, espero que estéis bien.