Los últimos vigilantes

11ª parte

 

 

        

 

Cuando bajaron de la nave Montenegro la llevó a la sala de conferencias del EICFD. Ángela vio a un ingeniero paseando por los pasillos con un café en la mano y el comandante le interceptó y le dijo:

         —¡Toma esto! Llévaselo al jefe de investigación.

         —¿Qué es? —Respondió curioso.

         Le hizo entrega de la bolsa con los trajes pleyadianos.

         —Tendría que matarte si te lo cuento, ¡De prisa!

         —¡A la orden!

         El soldado se marchó directo al ascensor con cara de miedo.

         Cuando lo perdieron de vista, Ángela se quedó mirando a Montenegro, extrañada.

         —¿No cree que puede extraviarlos? Son muy importantes, ¿Cómo se los deja al primero que encuentra?

         Montenegro la miró sonriente.

         —¿Y dónde va a ir? Conozco a ese chico, es de fiar. Si no puedo confiar en mis hombres dígame, ¿En quién confío? Quiero que estudien los trajes a conciencia y James sabrá sacarles todo el jugo sin nuestra presencia.

         —Pero, ¿Y sí decide quedárselos? Es demasiado poder en manos de un hombre como ese.

         —Entiendo su recelo, usted sabe de lo que son capaces esos trajes. Pero descuide, James Black es mi mano derecha. Confiaría mi vida en sus manos.

         —¿No es mejor que lo estudie Antonio? Es más de su campo.

         —James es el jefe de la sección de investigación. Si estima oportuno que intervenga el espiritista no dudará en hacerlo. ¿Sabe? Dios fue muy amable al poner a nuestro alcance todos sus trucos. Lo difícil no es encontrar la magnificencia del creador en las cosas sino aprender cómo funcionan.

         —No sabía que fuera creyente, señor —comentó Ángela.

         —No serlo es de estúpidos. ¿Cómo justificaría usted todo lo que hemos presenciado si Dios no existiera? Hora de llamar a los jefes. ¿Preparada?

         Sin darse cuenta habían llegado a la sala de conferencias.

         —Cuando quiera.

         —Vamos a ver quién contesta...

         Pulsó el botón rojo de la mesa central y se encendieron todas las pantallas de la pared. Eran doce pero una más grande que estaba encima de las demás se encendió y mostró una veintena de salas. Entre ellas el laboratorio donde ya estaban estudiando los trajes, al menos visualmente.

         —Sí que los tiene controlados —musió, sonriente.

         Varios monitores se mantuvieron apagados. En uno de ellos, el del centro de la sala de reuniones, distinguió el del consejero de los Estados Unidos. Era el más serio de todos y empezó a hablar sin esperar la conexión del resto de miembros.

         —Comandante, estaba ansioso por sus noticias. ¿Cómo van sus progresos?

         —Tenemos los trajes y esta mujer, fichaje de última hora, ha cumplido la misión de acabar con el escurridizo y peligroso Antonio Jurado.

         —Además es guapa. ¿Cómo te llamas, cielo? —coqueteó el mandatario americano.

         Hablaba en español y se puso nerviosa, nunca había tenido una conversación con alguien tan importante. 

         —Mi nombre es Ángela. Encantada de hablar con usted, señor.

         Ni siquiera escuchó su saludo pues la interrumpió con rostro de cabreo monumental.

         —¿Está completamente seguro de que ha muerto? —Preguntó a Montenegro.

         —¿No fue ese el que dimos orden de eliminar hace... Dos años? —agregó otro rostro enjuto y de pelo largo y canoso—. Creía recordar que nos informaron de que la misión se había llevado a cabo con éxito.

         —Por supuesto señor—respondió el comandante.

         —Este me suena —Preguntó Ángela.

         Montenegro carraspeó y no respondió.

         —¿Dónde está su cadáver? —Insistió el consejero americano—.  ¿Y cómo es que seguía vivo? Explíquese de inmediato.

         —Viajó en el tiempo a este año, señor. Al regresar a su línea temporal, en 2016, murió. Pero alguien viajó a la nuestra a avisarle y evitó su regreso, y por tanto su muerte.

         —¿Cambiaron el pasado? ¿No era él la única amenaza con una máquina del tiempo? Comandante, su ineptitud empieza a ser cuestionada por todos los miembros del consejo, usted debe garantizar que nadie pueda realizar más viajes temporales. Le pagamos para eso, ¿lo ha entendido?

         —Sí, señor. —El rostro de Montenegro se pudo pálido. Ángela nunca había presenciado una reunión con ese personaje político y pensó que no quería volver a tenerla.

         —Señorita, ¿usted lo mató? —Se dirigió a ella.

         —Sí, soy la capitana Ángela Dark.      

         —¿No llevan una videocámara sus trajes de grafeno? Cuestan una fortuna y recuerdo que les instalamos una a cada uno para poder ver lo que hacían. ¿Dónde está la grabación donde lo elimina? Quiero verla.

         —No... Llevaba el casco puesto, señor. Ni siquiera el traje del cuartel.

         El consejero soltó una carcajada y sonrió con picardía.

         —¿Lo mató mientras se lo tiraba? Eso sí que era digno de verse —su mirada pervertida le dio tanto asco que se sintió desnuda en ese momento.

         —No, señor. "Créame", ha muerto —decidió dar un giro de roles usando sus poderes contra el presidente. Este dejó de reírse de inmediato y asintió con la cabeza.

         —Por supuesto, la creo. Solo espero que no haya nadie más por ahí con máquinas del tiempo cambiándolo todo. ¿Lo ha entendido, Montenegro? Es la última oportunidad que tiene. Corto y cierro.

         Su monitor se apagó y con él otros que habían estado escuchando hicieron lo mismo. El único que quedó conectado fue el del anciano de pelo blanco.

         Montenegro agachó la cabeza pensando que se habían quedado solos pero Ángela le dio un codazo para que mirase al último miembro.

         —Me parece que aún no ha hablado del tema que realmente nos interesa —comentó, con parsimonia—. Aunque los demás estén demasiado atareados, yo tengo todo el tiempo del mundo. Cuénteme, ¿Cómo funcionan esos trajes? ¿Puedo pasarme por allí un día de estos a que me hagan un arreglo? Aunque no deben hacer demasiado evidente mi rejuvenecimiento, tengo una imagen que dar.

         —Ahora mismo los están estudiando. En cuanto tengamos resultados...

         —¿Quiere decir que los van a desmontar?

         —Solo comprobarán su eficacia, señor.

         —Ah, entonces vengan a buscarme a mi residencia de Londres esta misma tarde. Quiero ver esas pruebas con mis propios ojos.

         —Señor —intervino Ángela—. Me gustaría presenciarlas también, si no es inconveniente.

         —Por supuesto, Capitana Dark, contaba con ello.

         —Gracias señor.

         —A partir de las seis les estaré esperando tomando el té.

         —Iré personalmente a buscarle, señor —aceptó Montenegro.

         —Yo sigo confiando plenamente en ti, Juan.

         —Gracias, señor. Me alegra saberlo.

         ¿Se llamaba así?, se sorprendió Ángela. En todo el tiempo que llevaba en el cuartel nunca escuchó el nombre de pila del comandante, siempre le llamaban todos Montenegro y jamás se preguntó si tenía nombre, familia ni nada. Ángela se lo quedó mirando y por primera vez lo vio como una persona y no a su jefe.

         —Juan Montenegro —dijo cuando Bernie cortó su comunicación.

         —Sí, debe ser la primera de por aquí que escucha mi nombre completo.

         —¿Está bien, señor? Parece afectado por la bronca de americano.

         —Sí, ahora entiende por qué prefiero tener compañía durante las comunicaciones con el consejo. A veces se ponen muy complicadas.

         —Ya sé por qué tenían tanto empeño por matar a Antonio Jurado. Les aterran los viajeros del tiempo. Pero deberían comprender que no somos inmortales. ¿Creen que va a pedir "Quiero ser inmortal" si les dejamos usar los trajes?

         Ángela sintió un fugaz mareo y tuvo que sujetarse en la pared. Montenegro la miró extrañado y le ofreció la mano por si la necesitaba. Ella le ignoró, el malestar se le pasó rápidamente.

         —Si lo piensa fríamente, es lógico —continuó hablando el comandante—. Ellos controlan todo, son los seres más poderosos del planeta, pero una persona con una máquina del tiempo puede hacer lo que le dé la gana fuera de su control, incluso eliminarlos. Acabar con los viajeros temporales son misiones de prioridad capital, más que luchar contra las sombras, los vampiros, los zombis o los grises. Tenga en cuenta que podrían borrarnos de la existencia sin que nos enteremos, basta con viajar al pasado y eliminar a un miembro de nuestro árbol genealógico. ¿Se da cuenta de lo expuestos que se sienten?

         —Pero no lo entiendo. ¿No se supone que si se cambia el pasado, los que existen ya, en el futuro, siguen estando aquí?

         —No, querida. Solo se salvan si han logrado escapar de esta línea temporal a la otra nueva. Lo que cambia queda eliminado como si nunca hubiera ocurrido. Un viajero del tiempo puede cambiar literalmente el orden de todas las cosas. Y solo salvaría a quien se lleve con él en su máquina del tiempo. Imagínese que usted viaja al pasado y mata a su otro yo, cuando tenía quince años. No habría podido regresar a matarse a sí misma de no ser porque ha escapado de esa fatal línea temporal. Sin embargo podría hacerlo. Si regresa a su tiempo se encontrará un mundo sin su existencia, una realidad distinta a la que usted vivió.

         Ángela sintió escalofríos ante la perspectiva de que ya no era tan poderosa ni tan indestructible por el hecho de tener el poder del traje. Si alguien viajaba al pasado e impedía que se hiciera con los trajes volvería a ser una mujer corriente. Y existía una persona capaz de cambiarlo todo... Elías. Debía eliminarlo antes de que él pusiera las cosas en su lugar.

         —Veo que lo ha comprendido —asintió Montenegro al ver lo sería que se puso—. Somos guardianes del futuro y del pasado, nunca lo olvide. Los últimos vigilantes que les quedan a la humanidad. Tenemos sobre nuestros hombros un peso que muy poca gente es capaz de soportar. Por eso necesito personas como usted, de plena confianza.

        Gra… Gracias, señor.

         —Se lo ha ganado a pulso, no tiene que agradecerme nada. Váyase a casa, ordenaré que la lleven en un Halcón. Descanse, voy a necesitarla en plenitud de facultades esta tarde, vaya al punto de reunión y la recogerán junto a los demás oficiales. Hoy estaremos todos en la demostración. Espero que Abby y John hayan regresado de sus misiones ilesos.

         —No sabía que hubieran, señor.

         —Una limpieza rutinaria Los grises atacaron a unos turistas en el desierto del Goby.

         —De acuerdo, señor. ¿A qué hora vendrán a buscarme?

         —Ya se la confirmaré por teléfono.

         —Claro, comandante.

 

         Montenegro se marchó al laboratorio y quiso seguirle, estar presente en el momento que hicieran las pruebas y así poder engañarles haciéndoles creer que funcionaban. Pero estaba preocupada con el riesgo que suponía para ella un hombre como Elías. No descansaría, tenía que eliminarlo. Lo malo era que no podía desaparecer sin despertar sospechas.

         —¿La llevo? —Preguntó un soldado al que no había visto nunca.

         —Gracias.

         —¿Me acompañas al hangar?

         —Claro, te sigo.

         —Las damas primero —ofreció cortés el militar.

         —Qué caballeroso —asintió, abriendo camino.

         Al adelantarse vio que el soldado se ponía tras ella, fuera de su campo visual y le miró con desconfianza.

         —No me gusta que nadie vaya a mi espalda —protestó, volviéndose.

         Cuando se volvió, la estaba encañonando a la cara con una pistola.

         —Solo cumplo órdenes.

         Y disparó.

 

 

Comentarios: 7
  • #7

    Alfonso (domingo, 13 enero 2019 20:31)

    Feliz año a todos. Espero que tengáis un excelente inicio de año.
    Apenas he regresado de vacaciones con mi esposa de Méjico y me da gusto saber que no me he perdido de mucho.
    Me he quedado pensando: ¿qué pasaría si Ángela desease ser inmortal, indestructible y omnipotente? Simplemente ni la Organización ni nadie podría contra ella y podría dedicarse a hacer realidad sus fantasías en las duchas. Y obviamente la historia se daría por concluída. Pero obvio no es así jejeje.
    Me gustaría conocer un poco más sobre la estructura de la Organización y que comience la verdadera lucha por destituirlos del poder mundial.
    Espero la continuación.

  • #6

    Yenny (domingo, 13 enero 2019 05:06)

    Lo primero: Feliz año a todos espero que este año nuevo sea mejor en todos los aspectos de su vida.
    Por fin parte nueva que larga se hizo la espera, creo que Ángela pidió accidentalmente ser inmortal , bueno eso ya lo veremos en la siguiente parte.
    Sentí un poco corta está parte, creo que se debe a que la espera fue muy larga.
    Que bueno que comenten más personas ojalá pronto se sumen nuevos lectores y se haga más conocida la página.

  • #5

    Jaime (jueves, 10 enero 2019 01:49)

    Por cierto, Tony, ¡feliz año nuevo! Ojalá todas tus metas se cumplan y puedas hacerte de algo de reconocimiento como escritor.

  • #4

    Jaime (jueves, 10 enero 2019 01:48)

    No esperaba que Ángela fuese traicionada tan rápidamente. Supongo que la delató la facilidad con que convenció a los miembros del Consejo. Y el dolor de cabeza ¿será un implante que le han colocado para monitorear sus actividades o un efecto secundario por usar los poderes del traje indebidamente?
    Al menos ya sabemos que Bernie Grant es miembro del Consejo. No sé quién será el miembro estadounidense pero seguramente no es Trump. Debe ser alguien más inteligente jeje.
    A esperar otro mes para la parte siguiente.

  • #3

    Tony (miércoles, 09 enero 2019 23:42)

    Bienvenido Mario, es un gusto ver comentarios nuevos.
    Por favor no dejes de visitar la pagina, intento subir una continuacion una vez a la semana, a veces consigo que sea el martes y otras no, como esta.

  • #2

    mario de argentina (miércoles, 09 enero 2019 22:19)

    Tony es un gusto seguir tus historias. Esperare la continuacion con muchas ganas! Un abrazo desde Argentina y espero tengas un excelente 2019.

  • #1

    Tony (miércoles, 09 enero 2019 12:59)

    Feliz año nuevo.
    Recordad que tenéis que comentar. Ah y aunque doy pistas de quiénes son los miembros del consejo no olvidéis que son relatos olvidados. Basados en el mundo real, pero son historias de ficción.