Los últimos vigilantes

5ª parte

 

Ángela despertó en una celda iluminada por un fluorescente blanco suspendido en el techo por una placa oxidada y mal atornillada. 

Se dio cuenta en seguida de que aquello podía ser el cuartel del EICFD. Abby y sus hombres las habían sorprendido y no recordaba mucho más que después de una lucha en la que terminaron venciéndolas. 

—¿Alguien puede oírme? —exclamó, mientras se levantaba y se dirigía a la puerta de metal con un ventanuco con tres barrotes por el que no cabía ni un melón.

Era de día, al menos aquel pasillo estaba bañado por la luz cálida del Sol.

No vino nadie, pero pronto escuchó otra llamada a lo lejos.

—¿Estás bien Angela? Soy Amy. 

—¿Qué es este lugar? —Preguntó.

—No tengo ni idea, me he despertado aquí, como tú. 

—¿Por qué nos han encerrado? —vociferó Ángela.

—Supongo que no nos querían a nosotras. Solo somos sus chivatos. 

—¿Qué querrán saber? —Preguntó extrañada.

—Tú no les cuentes nada. Ni las veces que meas al día, ¿Vale? —escucho la voz guasona de Amy—. Que se jodan.

—No lo entiendo, lo que sabemos nosotras lo saben ellos de sobra.

Esta vez habló para sí misma y no al pasillo. No sabía cuántos estarían escuchando en otras celdas.

¿Querían saber si Antonio y Brigitte conservaban el traje? Lo sabían, y también donde encontrarlos. No tenía sentido interrogarlas. 

Agarró los barrotes de la puerta con fuerza y trató de moverlos. Con suerte podría salir por ese hueco si sacaba los barrotes. Tocó la suerficie de metal y por su dureza y temperatura debía ser de acero reforzado con barras verticales y no parecía facil ni siquiera abrirla.

Deseó volver atrás en el tiempo y pedirle a Brigitte fuerza infinita. Había sido una estúpida, las dos, especialmente Amy que desperdició su oportunidad para pedir algo realmente innecesario. Ahora sabía que no era a Antonio al que necesitaba sino a Lara. Ella sí tenía instinto para detectar problemas. Lo malo era que la que había conocido estaba muerta y la de esa línea temporal no tenía ni idea si querría matarla o eran amigas.

Mientras pensaba esas cosas escuchó pasos por el pasillo.

Contuvo la respiración mirando fijamente la puerta. Al llegar junto a su celda se detuvieron y un manojo de llaves tintineó. La cerradura gimió en su mecanismo, al menos movió tres barras de hierro en el interior del portón. ¿Tanta seguridad era necesaria? Sí, ellas eran muy peligrosas y lo sabían.

Debía aparentar calma, ella podía reducir a dos y a diez personas más. No tendría problemas en escapar...

—Hola, Ángela —se quedó asombrada al verse a si misma entrar por la puerta.

—¿Qué haces tú aquí? —Le preguntó—. ¿No te das cuenta de que Abby nos quiere muertas?

—¿Qué? —Respondió, la visitante, confundida—. Es mi compañera, juntas hemos luchado infinidad de veces contra todo tipo de amenazas. Escúchame con atención y no me interrumpas, no tenemos mucho tiempo. Al parecer tú y esa otra mujer...

—Amy —se anticipó.

—Esa, sí... No sois de este año. Por lo que veo debes ser más joven que yo, ¿vienes del pasado?

—Vengo del 2016 —pensó que si era amiga de Abby no debía saber que Antonio le había curado las cicatrices y las piernas con su magia.

—Pareces mucho más joven y además nunca he tenido ese tipo de armadura, ¿qué opinas? —Le preguntó a su acompañante, que hasta ese momento ni se fijó quién era.

—No creo que nuestras lineas temporales sean las mismas —respondió. 

Era un hombre con barba que reconoció por su voz. Su aspecto era totalmente distinto al que había conocido, mucho más delgado y con el pelo lleno de canas. Era su exprometido, Antonio. En su línea temporal vivieron una intensa historia de amor y odio. Aunque con el apocalipsis que tuvieron que experimentar hicieron las paces y habían quedado como buenos amigos. En su línea temporal manipuló sus sentimientos con un anillo mágico. Estuvieron a punto de casarse. Fue la única vez en su vida que amó a un hombre distinto a Frank y fue todo un engaño. 

—¿Por qué estáis juntos? —Preguntó, extrañada.

—¿Qué? —Preguntó su alter ego.

—Enséñame tu mano, ¡Vamos!

Obedeció extrañada mostrando sus dos manos.

—¡Qué pasa Ángela! —Exclamó Amy alarmada desde lejos.

Al no ver ningún anillo se tranquilizó.

—Tranquila Amy, todo va bien —respondió con calma.

—¿Qué bicho te ha picado? —Protestó la otra Ángela, que aún tenía la cicatriz del brazo. Se le veía pues llevaba una blusa blanca de algodón que dejaba ver parte del hombro y el brazo completo.

—En mi línea temporal él, Antonio —le miró con intensidad—, era un especialista en temas paranormales. Una vez robó a un menda un objeto mágico, bueno dos. ¿Ves su anillo?

Señaló su mano y le miró con odio.

—¿A quién has engañado con tus malas artes? ¿Quién tiene el otro? —Le acusó.

—Por favor, no digas bobadas —protestó la otra Ángela—. Está casado y con dos niños. No es ningún anillo mágico. 

—Cielo santo... ¿Cómo sabes eso? —Se sorprendió el acusado, aunque no parecía sentirse culpable—. Tiene razón, los tengo en una caja de plomo en mi casa. Se los confisqué a un peligroso hechicero satánico, antes de que me alistase en el EICFD. Te juro que nunca los he usado.

—Sí, los usaste conmigo hace unos cinco años —protestó—. Me pregunto cuántas cosas han cambiado para que eso no haya pasado.

—Justo eso es lo que queríamos saber —intervino su alter ego—. ¿Es cierto lo que ha dicho Antonio? ¿Has viajado al pasado y has vuelto? ¿Perteneces a otra línea temporal?

Asintió con la cabeza.

—Es una paradoja, ¿no? —dijo él, nerviososo—. Cada viaje que hacemos es como si crearamos un universo paralelo o simplemente conectamos con ellos. ¿Te gustaría volver a tu tiempo?

Negó con la cabeza.

—Estoy bien aquí, gracias.

—¿Qué cambiasteis? —Insistió la otra Ángela.

—No te lo puedo decir. La coleguita Abby Bright, esa traidora de mierda, lo sabe mejor que yo. Y si no es así, espero que nunca lo sepa.

—Si que me he vuelto vulgar —se quejó la otra.

—Abby está casada con Dimitri —declaró Antonio—. Los dos estaban en el momeno de tu captura. ¿No conoces a su esposo?

—Ah, sí, hay cosas que no cambian. En mi línea temporal también tuvieron un romance tan florido como el palo de una escoba. Es el destino, supongo. "Salido" con "estrecha" debe ser el polo positivo con el negativo.

—Entonces, ¿no nos lo vas a decir? Entenderás que no puedes andar suelta por ahí. No puedo permitir que me suplantes.

—Te contaré algo si tu me cuentas a mí qué pasó con Antonio Jurado —respondió—. Y no me digas que nada, que lo sé casi todo.

—Durante un tiempo tuvimos un rollo. Pero nada que contar, fue una necesidad del momento. Eran otros tiempos, yo necesitaba de sus servicios y él estaba obligado a dármelos. Te toca.

—Bien, pues Abby viajó en el tiempo hacia atrás, bajo las órdenes de Montenegro, para borrar la existencia de Antonio Jurado. Lo lograron. Es un lio bastante gordo, si como tú dices, cada viaje en el tiempo crea un mundo paralelo creo que puedo asegurar que hay infinitos mundos paralelos. Nos metimos en un bucle temporal que hasta ahora no consigo entender del todo bien y tuvimos que romperlo. No podía morir Abby ni él porque si moría uno de los dos, se repetía el ciclo.

—¿Dices que en tu mundo no existió Antonio Jurado? —Preguntó confundida la otra Ángela—. ¿Cómo es que le conoces entonces? Hasta le has ido a salvar la vida hoy mismo, según me ha contado Abby.

—Es una historia muy larga. Digamos que tú tienes un mundo feliz, y yo vengo de una tierra de dragones como diez veces más fuertes y grandes que los dinosaurios y estábamos condenados a la extinción total. De repente aparecieron Abby y Antonio y nos llevaron con ellos al pasado, a 1972. Si no los hubieramos acompañado la rubia bote se habría salido con la suya y solo quedaría una tierra muerta como la mía. Entonces, puedo asegurarte que Amy y yo hemos salvado al mundo con ayuda de Antonio Jurado y a pesar de tu amiguita Abby Bright.

—¿Pero qué parte de "no cuentes nada" no has entendido? —Se quejó Amy en la distancia.

—O sea —trató de entende su otra Ángela cerrando los ojos como rendijas—. Comandante, esto significa que no podemos cumplir las órdenes del consejo. Si le matamos destruiremos el mundo.

—¿Con quién hablas? —Preguntó confusa.

—Nuestra conversación la ha escuchado Montenegro. Quería que te sacara toda la información posible porque decía que solo un cambio radical en el curso de los acontencimiento podían duplicar a una persona, como ha pasado con nosotras. 

—Qué bien lo sabe, él lo ha hecho varias veces. Incluso se ha matado a si mismo para suplantarse.

—Vaya, es justo lo que me toca hacer —replicó la otra Ángela.

Sacó una pistola de la parte de atrás de su cinturón y la apuntó a la cabeza.

No le dio tiempo a apretar el gatillo, llevaba un rato pensando cómo noquearlos y esa era su oportunidad. No sabía lo ágil que estaría ella misma y no se atrevía a atacarla de frente pero sí conocía muy bien la torpeza del científico que la acompañaba. Le agarró por los brazos y lo empujó con todas sus fuerzas contra la otra Ángela. Esta disparó varias veces y una de las balas le rozó la oreja derecha. 

Como temía, era igual de ágil que ella y no se dejó empujar por el cuerpo del científico. Mientras se tiraba en plancha y la disparó en plena caida. 

 

 

 

 

—¿Qué diablos pasa? —Preguntaba Amy.

Los disparos se detuvieron y el mutismo fue mortal.

—¿Qué ha pasado? —Insistió preocupada.

Tras unos minutos de angustioso silencio escuchó pasos por el pasillo. Nadie parecía querer contarle lo sucedido.

—¡Ángela! ¿Estás bien? —Preguntó angustiada.

—Estoy genial —respondió, su voz cada vez era más cercana. No escuchó más pisadas que de una persona.

¿Mató a su alter? ¿O era la otra la ganadora?

La vio aparecer caminando a toda prisa por el pasillo hasta llegar a su celda. 

—Espero que los de ahí arriba limpien el desastre que he dejado —musitó.

—¿Los has matado a los dos? —Reconoció el uniforme de combate de escamas.

—Pan comido —respondió.

—Espera...

Cuando abrió la puerta y verle la pistola del EICFD en su bandolera dudó un momento. Esas armas funcionaban por detección de huellas dactilares,... Pero claro, ella era Ángela, cualquiera de las dos podía usarla.

—Salgamos de aquí —le mostró las llaves con una sonrisa pletórica.

Amy le devolvió la sonrisa. 

—¿Alguna idea de dónde estamos? —Preguntó.

—Es la prisión de alta seguridad del EICFD —respondió muy segura de si misma—. Planta sub sotano séptimo. Me la enseñó ese científico en nuestra línea temporal, ¿recuerdas que casi me caso con él?

—Sí, claro —mintió, no recordaba que Ángela le contara nada sobre sus amores pasados y era extraño porque esa asumía que sí lo sabía. 

—¿A qué esperas?

—Perdona, ya estoy bien...

Salió de la celda y abrió la marcha por el pasillo hasta el ascensor.

—¿Cómo vamos a escapar del cuartel? —Preguntó.

Al volverse hacia Ángela, esta la apuntaba con su pistola a la cabeza. El científico apareció por la puerta de la celda de su amiga arrastrando un cadáver desnudo... 

—Lo siento Amy. No puede haber dobles y erais muy peligrosas.

Disparó.

 

Comentarios: 3
  • #3

    Tony (sábado, 17 noviembre 2018 04:56)

    Puede que hubiera más seguimiento con el relato erótico pero aquello fue una prueba y aunque considero que no desentonaba en el ámbito de diario personal, fuera de ahí sí lo hace.
    Espero que los demás seguidores (que ya no dan señales de vida) puedan entenderlo y volver, a pesar de que he vuelto al público general en lugar de "para mayores de 18".
    Gracias, Yenny y Lyubasha por permanecer fieles.

  • #2

    Yenny (viernes, 16 noviembre 2018 03:11)

    Esta parte si me dejó sorprendida, la historia está tomando otro giro y eso me gusta, que sea impredecible.

  • #1

    Lyubasha (miércoles, 14 noviembre 2018 17:45)

    Hola Tony,
    He seguido tus historias aunque no comentaba por falta de tiempo. La verdad es que esta parte me ha sorprendido, no me esperaba que Ángela matara a la otra Ángela y a la otra Amy..
    Por cierto, aunque sé que una parte de tus seguidores me va a odiar, prefiero más esta historia que el relato erótico sobre Ángela, me daba la sensación de que un personaje tan interesante como ella no se lo merecía (o a lo mejor soy yo que encontraba muy interesante lo poco que las otras historias daban a entender sobre su relación con Frank).
    Quedo a la espera de la próxima parte.