Los grises

No es necesario leer otros relatos previos, pero para conocer a los personajes se recomienda leer todos los demás relatos. Puedes acceder a ellos desde el enlace de la derecha, el índice.

1ª parte



 

6 de abril de 2015

 

 

 

 

 

 —Te he contado mi vida—continuó Fausta—. El resto es algo que yo misma escribiré algún día cuando tenga claro si quiero que se sepa o no.

         Antonio estaba confuso, desde luego que le interesaba la vida tan remota de Fausta. Lo que sabía de ella era un universo lleno de misterios, era la persona a la que acudía para averiguar cosas que nadie más en el mundo sabía, era bruja, o eso creía, gitana de sangre pura, bastante amiga del dinero y con un carácter de cuidado. Aunque lo que más curiosidad despertaba en él era su inmortalidad. Acababa de contarle una historia que se remontaba al año 720, nada menos que los tiempos de la invasión árabe en España. Aseguraba haber estado en la batalla de Covadonga y había intimado con Pelayo, el mítico rey cristiano que comenzó la reconquista. Lo último que le contó fue que bebió algo que le dio Alastor, que más bien la obligó a tomar, y se acabó su mortalidad.

         —Entonces cuando bebiste el veneno te moriste. Pero te volviste inmortal, ¿qué hiciste? ¿Seguiste como discípula de Alastor?

         Fausta se lo quedó mirando con cara de circunstancias y no respondió.

         — ¿Si te pongo la verja del jardín me lo contarás algún día?—Insistió.

         —Sólo quería que me devolvieras lo que me has destrozado. Y no me importa contarte los detalles de cuando aún vivía pero el día que dejé de respirar no es algo que puedas pregonar por Internet. Hay mucha gente que nos busca, criaturas ambiciosas que nos rastrean desde hace siglos, cuanto menos se sepa de nosotros mejor. No creas que los hijos de la noche somos la amenaza, lo que hacemos es todo lo contrario.

         —Entonces aún hay más con vida.

         — ¿Tú escuchas alguna vez? No es de tu incumbencia —protestó enojada—. Será mejor que me vaya, tengo malas sensaciones, creo que he hablado demasiado... Alguien nos escucha.

         Antonio se extrañó mirando a su alrededor. Estaban solos en su casa.

         —Mi mujer trabaja hasta las siete, mi hijo está en la guardería. Mi casa es segura, no te preocupes.

         —Tus paredes de ladrillo son fuertes pero no son de hormigón.

         —Te pagaré bien, no diré direcciones ni nombres. Vamos, ¿qué mal puede hacerte contarme un par de años más? Sé que el dinero siempre te viene bien.

         —Mis asuntos económicos ya no te conciernen así que olvídalo y olvídate de mí para siempre. Con tu firma en los cheques estamos en paz.

         —Gracias de todos modos... Por contarme aquella historia tan lejana. Mis lectores puede que no estén demasiado interesados en ella, ni estarán satisfechos, pero siempre me ha fascinado la historia de Pelayo y al fin tengo una fuente cercana. Me conformo con eso, gracias.

         Fausta sonrío complacida. Se levantó del sillón y se marchó hacia la puerta principal sin despedirse. El aún tenía la curiosidad y quería seguir preguntando acerca de su pasado inmortal, aún albergaba muchas dudas sobre la organización de Alastor y de Génesis, pues no tenía idea de que ella la hubiera conocido y que tuvieran un pasado en común.

         —Espera, aún tengo que hacerte una última pregunta —la llamó cuando ya estaba en la puerta.

         Fausta no se detuvo aunque no sonó la puerta detrás de ella. Él corrió y se quedó esperando a que se volviera hacia él.

         — ¿Qué puedes decirme de lo que ocurrió con Alastor en Las Bermudas?

         —Ya te dije que no te hablaría de mi vida inmortal.

         —Me refiero ahora, ¿dónde está?

         —Nunca lo encontrarás. Es como buscar el cementerio de los dragones. Ni los inmortales, ni los espíritus astrales saben lo que ocurrió. No volverás a verlo, hazte a la idea.

         —No es a él al que quiero ver, es a Ángela.

         —Qué más da. La respuesta es la misma.

         — ¿Están vivos?

         Fausta se volvió hacia él y le miro a los ojos. Negó con la cabeza y respondió:

         —Hay cosas que ni yo puedo saber, lo siento.

         Siguió caminando hacia su coche.

         —Espera, entonces sabrás quién.

         —Sólo hay una persona que podría ayudarte con eso: Génesis.

         —No fastidies, ¿sabes lo cuesta encontrarla? ¿Dónde está?

         Fausta soltó una carcajada.

         —Tú eres el único que la ha encontrado últimamente. No puedo ayudarte porque su cuerpo ya no conserva los recuerdos de su vida, su espíritu es un alma fragmentada en pedazos. Aunque la encontraras dudo que se acuerde de quién es.

         —Cuando la encontré la última vez no pude hablar con ella, poseyó a Ángela... ¿Crees que también desapareció con ella?

         —Es posible —respondió enigmática—. Lo que les ocurrió es un misterio —Fausta se metió en su coche—, pero dudo que sea tan estúpida de no abandonar a Ángela antes de ser devorada por esa "nada" —completó.

         —Si dices que es un alma fragmentada, sabrás la identidad de alguno de los fragmentos.

         —Necesitaría una sesión de espiritismo.

         — ¿Cuándo podrías hacerla? ¿Te llamo mañana?

         Fausta arrancó su coche sonriendo como si disfrutara de la expectación.

         —Hablaremos. Me tengo que ir... Me preocupa que mis ancestros no sepan decirme qué ocurre.

         Giro la llave del motor y no arrancó. Volvió a hacerlo y ni siquiera hacía contacto. Las luces parpadearon en las farolas de alrededor y un zumbido se fue aproximando. Miró a Antonio y éste estaba embobado mirando al cielo.

         Salió del coche y vio un disco de luz del tamaño de una boca de alcantarilla justo encima, a unos siete metros de altura. Dos criaturas menudas saltaron a su lado, eran de piel gris y cabeza romboide, ojos enormes y negros, sin orificio visible de nariz ni boca. Sus delgados brazos se movían como si no tuvieran huesos, eran tentáculos o culebras a juzgar por la fuerza con la que la agarraron. Después dieron un salto y volaron hasta el disco de luz que los tragó y desapareció un segundo después. Tras un zumbido tan fuerte que hizo temblar los cristales de las casas aparecieron varios discos de luz a su alrededor.

         Antonio no tuvo tiempo de pensar nada mas cuando vio caer frente a él una especie de lata plateada y ésta comenzó a expulsar una nube de gas que al respirarlo le hizo perder el sentido.

 

 

         Despertó con un fuerte dolor de cabeza y Brigitte le miraba desde una silla de hospital.

         — ¿Y Charly? —Preguntó preocupado.

         —Llamé a la guardería, cuando te vi en la puerta de casa desmayado pedí ayuda. ¿Cómo estás?

         —Como si me hubiera tomado veinte cervezas. La cabeza me va a explotar.

         — ¿Qué pasó?

         —No sé si fue una pesadilla, debe serlo porque vi a unos seres enanos, grises, bajar de una nave espacial...

         —Ya, eso suena a pesadilla —dedujo Brigitte burlona—. ¿has estado bebiendo?

         —Sabes que no.

         —Sí pero te gusta poner vino en tu comida y con lo rápido que se te sube... —Ella sonrió.

         —No, de hecho... —recordó toda la conversación, el relato de la vida de Fausta—. Puede ser que bebiera una cerveza.

         — ¿Lo ves?—Brigitte sonrió—. Los enfermeros me han dicho que no tienes golpes y tu corazón está bien. Te harán pruebas y podremos irnos a casa.

 

 

         Después de dos tediosas horas de pinchazos, escáneres y tras una radiografía de su cabeza, les dejaron marchar con diagnóstico "Cefaleas y episodio de somnolencia repentina debido a embriaguez" porque encontraron gran cantidad de alcohol en sangre.

         A Brigitte le resultó convincente, pero Antonio estaba seguro de que lo que presenció no fue una pesadilla y lo sabía porque no había bebido en absoluto.

 

 

         Recogieron a Charly y el pobre lloraba desconsoladamente en su clase, a pesar de los repetidos intentos de jugar con él Catalina, su cuidadora.

         En cuanto les vio llegar juntos corrió hacia ellos tambaleante, emocionado y se dejó caer en sus brazos.

         —Ya no sabía qué hacer, nunca han venido tan tarde —les regañó la mujer.

         —Hemos estado en el hospital, encontré a mi marido inconsciente en casa.

         — ¿Se encuentra bien? —Su cara de reproche se transformó en preocupación.

         —Las pruebas que le han hecho no confirman que tenga nada grave —respondió Brigitte—, pero eso nos preocupa más.

         —Vaya, espero que no sea nada.

         —Seguro que no lo es —le quitó importancia Antonio.

         Pero Brigitte no compartía su optimismo.

 

 

 

         Regresaron a la rutina cotidiana con unas horas de retraso y después del baño del niño lo acostaron y se fueron a la cama.

         Dormían separados desde hacía meses para poder descansar noches alternadas ya que Charly solía despertarse en las madrugadas y así sólo uno tenía que  escuchar la cámara y el otro se recuperaba de la noche anterior.

         Desde que hicieron eso cada uno se acostumbró a su tiempo de relax nocturno a su manera. Ella viendo la tele hasta quedar dormida y él con los videojuegos.

         Pero aquella noche Antonio buscó por internet información sobre abducciones extraterrestres con resultados bastante decepcionantes. Después de perder una hora leyendo relatos estrambóticos, le entro sueño y se fue a dormir.

 

7 de abril de 2015

 

         Despertó muy lúcido, como si su cerebro hubiera trabajado toda la noche y le diera las pautas a seguir. Se acordó de Lara Emmerich, comisaria de una importante comisaría de Madrid, y que estaba al corriente de la importancia de Fausta en la organización dirigida por Alastor.

         Llevó el niño a la guardería, Brigitte se fue a trabajar temprano y antes de irse le preguntó si estaba bien. Seguía preocupada. Esa noche tuvo él la cámara de Charly y el niño no se había movido por lo que pudo dormir del tirón y estaba muy fresco.

         Cuando regresó a casa buscó el teléfono de Lara y la llamó. Tardó cinco tonos en cogerlo y finalmente escuchó su voz.

         — ¿Lara? Soy Antonio Jurado...

         —Ya sé quién eres, tengo tu teléfono en la agenda.

         —Disculpa, es la costumbre.

         —Estoy trabajando en un caso importante, ¿qué quieres?

         — ¿Recuerdas a Fausta? La adivina...

         —Sí.

         —Creo que ha desaparecido.

         — ¿Cómo que crees?

         Antonio carraspeó consciente de que lo que estaba a punto de decir sonaría muy raro.

         —No sé cómo explicarlo sin que me consideres un chiflado...

         —No te preocupes por eso, ya lo creo. ¿Qué ha pasado?

         —Ayer me encontré con ella y... Al irse de mi casa, su coche no arrancó... Ehmm... Se fue la luz en todo el vecindario y... Apareció un disco luminoso en el cielo, saltaron unos seres grises junto a ella desde la luz, la agarraron y se la llevaron.

         Lara se quedó callada un momento.

         — ¡Por el amor de Dios! Estoy ocupada para escuchar estas chorradas.

         Y le colgó.

         Antonio suspiró nervioso sintiéndose como un idiota. Lo cierto era que tampoco él lo creería si alguien se lo contara pero verlo con sus propios ojos y saber que nadie le haría ni caso le frustró mucho.

 

 

         Dos horas después, mientras seguía buscando en internet testimonios de sucesos parecidos recibió una llamada al móvil. Era un número desconocido.

         —Antonio Jurado, dígame.

         —Nosotros le creemos —dijo una voz masculina y ronca, con acento americano.

 

 

Comentarios: 3
  • #3

    Tony (miércoles, 06 mayo 2015 11:47)

    Gracias Jaime. Parece que está teniendo una acogida bastante floja. Espero publicar la segunda parte a lo largo del día de hoy.

  • #2

    Jaime (sábado, 02 mayo 2015 05:20)

    Me pareció un inicio del relato muy interesante. Supongo que el relato tiene que ver con algo real que pasó en abril de 2015, aunque por más que pienso no sé qué sea. Tampoco sigo las noticias OVNI, así que quizá algo se me escapa. Me parece interesante que los Grises hayan podido abducir a Fausta, quien posee los poderes de la oscuridad. Voy a arriesgarme a opinar que los Grises son una facción de experimentos humanos quienes buscan el poder perdido de Alastor y podrían estar vinculados con la Organización. Si ellos han creado zombis y monstruos marinos, ¿por qué no a los Grises? También conjeturo que Jackson es ahora un agente del Área 51 quien busca este poder para su país. Opino que Antonio debería intentar comunicarse con Verónica para que le dé información.

  • #1

    Tony (sábado, 02 mayo 2015 01:03)

    Gracias por seguir fiel a la página. Si has comentado antes o no has comentado nunca, deja aquí tu opinión sobre este relato o la página en general.