La mano negra

Nota: Quizás deberías haber leido antes:

 

Nueve de corazones

1ª parte

            "Estaban en un campamento minero dos hombres que amaban a la misma mujer. Uno era blanco y rico, el otro negro y pobre, uno el jefe, el otro el minero. Aquella noche estaban solos en la tienda de campaña de Samuel Smith, y su capataz, el hijo del propietario de la mina, sabía que Samuel tenía una aventura con su prometida, Rayne Benedict. Ernesto Gutiérrez aprovechó el cansancio de Samuel para darle una paliza inhumana. Cuando pensaba que estaba inconsciente, Ernesto vio que Samuel tenía colgado de su cuello un medallón que su madre le había regalado a su prometida. Se trataba de una Virgen Inmaculada, en oro de veinticuatro kilates, que ella había perdido la noche anterior. Furioso, cogió un cuchillo y le cortó la mano derecha a Samuel... Que murió desangrado horas después.

            Avergonzado por lo que había hecho, dado que no quiso matarlo, sino simplemente darle un escarmiento ejemplar por ladrón, le devolvió el medallón a su prometida y ésta se puso furiosa con él. Le acusó de asesino y le golpeó con furia hasta hacerle caer. Ella admitió que se lo había regalado a Samuel como señal de amor, como regalo de despedida para que no se sintiera tan desgraciado cuando se casara con él. Le maldijo y esa misma noche, ella se marchó de su caserón y nadie volvió a saber de ella jamás.

            Al día siguiente Ernesto Gutiérrez apareció ahogado en su cama, con marcas claras de estrangulamiento. Según un sirviente, le pareció ver una mano negra posada en la ventana cuando cambió las sábanas de su cuarto.

            Desde entonces la mano negra es la venganza de los muertos que han fallecido sin tener quién los vengue.

            Dicen que si la ves una noche, al día siguiente estás muerto".

 

            Fredy terminó su relato con la cara iluminada por su linterna desde abajo. No hubo ni un solo comentario cuando lo terminó. Su novia estaba abrazada a su brazo y otra pareja y un chico le miraban con expresiones asustadas.

            - ¿Esa es la leyenda? - preguntó Max, el novio de la otra chica -. Yo pensaba que daría más miedo. ¿Alguien sabe otra?

            - Es una historia real - alegó Fredy -. Los que no se la toman en serio, terminan mal.

            - Anda ya, estamos en el siglo XX, las historias de fantasmas son cosa del pasado. Vamos Mónica, tengo sueño y mañana quiero subir la cara norte de la montaña, necesito descansar.

            - ¿Estás loco? - preguntó Trudy, la novia de Fredy -. Hay que subir esa pared con la guía de un profesional.

            - Encanto, yo soy el profesional del alpinismo.

            Dicho eso condujo a su novia al interior de su tienda y luego se metió él. Saludó a todos con un gesto marcial desenfadado y se metió dentro cerrando la cremallera hasta arriba.

            Una vez dentro se metieron cada uno en su saco de dormir y se arrimaron.

            - No deberías intentar subir solo, si te pasa algo ninguno de nosotros podrá ayudarte - sermoneó Mónica, una vez estaban a solas.

            - No te preocupes, subiré antes que vosotros por la cara Este.

            - No podré dormir tranquila sabiendo que... - Mónica se quedó pálida mirando la tela de la tienda. Su cara era el vivo retrato del horror.

            - ¿Qué te pasa? - preguntó él, extrañado -. ¿Has visto una araña o algo así?

            Se dio la vuelta y no vio tal araña. Solo vio que había la sombra de una mano dibujada en la lona. Era la mano negra.

            Al verla, se asustó y saltó hacia Mónica. Ella soltó un grito ensordecedor y pataleó histérica mientras Max bajaba la cremallera de la tienda y salía de allí.

            Cuando salió vio que sus tres amigos se estaban partiendo de risa y le señalaban como si fuera él la causa. Cuando miró hacia la lona de la tienda soltó un suspiro de fastidio.

            - Qué graciosos, un guante... Seréis cabrones... - negó con la cabeza y volvió a la tienda.

            - Menudos amigos gilipollas tienes - le dijo a Mónica mientras se metía en el saco y se tumbaba de espaldas a ella, con intención de dormirse cuanto antes y olvidar el bochorno de la vergüenza.

 

            A la mañana siguiente Mónica volvió a chillar con fuerza. Sus amigos de las otras tiendas se despertaron precipitadamente y corrieron a ver qué había sucedido. Trudy, Fredy y Marco se quedaron estupefactos cuando vieron que Max estaba muerto. Aparentemente estrangulado y con una expresión de terror como último testimonio de vida. Lo más inquietante fue que en la lona de la tienda donde dormía, encontraron la huella de una mano negra.

 

 

 

 

            Eran más de las diez, de noche, cuando Antonio Jurado y Brigitte estaban tumbados en la cama, abrazados, mientras veían una película en la tele de la pared. Estaban viendo una película romántica cuando la luz se fue y se quedaron completamente a oscuras, dejándoles la película a medias.

            - ¿Donde están las velas? - preguntó ella.

            - Espera, voy a ver si encuentro el móvil - Antonio tanteó la mesita de noche y consiguió algo de luz.

            Se alejó de allí y vino con una linterna de la cocina.

            - ¿Jugamos al Uno? - ofreció -. No sabemos cuándo regresará la luz así que si no te apetece hacer otra cosa...

            - Anda, pervertido, lo hemos hecho ya hoy.

            - Vaya, nunca pensé que el sexo estuviera limitado por días. ¿Acaso no recuerdas la primera vez...

            - Cállate, pesado, vamos a jugar a Uno - cortó ella, riéndose. Estaba acostumbrada a que él insistiera en hacer el amor a todas horas y la mayoría de las veces se negaba y él lo aceptaba con buen humor.

            Prepararon la mesa del comedor con varias velas perfumadas y abrieron una botella de champán, como si celebraran algo. Se llenaron las copas y brindaron:

            - Por nosotros, para que sigamos tan bien como estamos - dijo ella.

            - Y para que salga un nuevo caso - añadió Antonio.

            - Tú y tus casos, anda, con lo peligroso que es meterse en líos sobrenaturales.

            - ¿Me vas a negar que es divertido? La última vez salvé a una chica de la muerte, ¿recuerdas? Además, te llevé a Londres. Es mi destino, tengo un don... además a ti te gustaba cuando me conociste.

            - Fuimos a Londres hace dos meses, ¿recuerdas? A eso no se le puede llamar destino, ni llevarme a visitar sitios. Si te aburres deberías dejar de jugarte la vida, o que te encuentre la policía, y dedicarte a trabajar. 

           - No necesito trabajar - replicó él.

            - Pues yo sí, me estoy volviendo loca sin hacer nada.

            - Entonces busca trabajo, no te lo voy a impedir.

            - Eso haré - replicó ella, firme.

            - Bueno, qué, ¿jugamos a Uno o seguimos hablando de tonterías? - dijo Antonio, sonriente.

            - No es ninguna tontería, voy a buscarme un trabajito.

            - Genial, reparte - dijo Antonio, mirando las cartas.

            Brigitte barajó las cartas con bastante habilidad, separando los tacos y juntándolos en la mesa haciendo correr las cartas por sus pulgares, para mezclarlas. Comenzó a repartir siete para cada uno y empezaron a jugar. Justo cuando estaban a la mitad de la partida, la luz regresó y se vieron un poco ridículos con la luz del salón encendida y las velas puestas alrededor de las cartas.

            Antonio miró a Brigitte y sonrió. Estiró la mano y apagó la luz de nuevo, quedándose como estaban al comienzo de la partida. Terminaron, ganó ella, y bebieron champán.

            Después volvieron a la habitación y terminaron de ver la película.

            Cuando ya era tarde como para dormir, Antonio fue al ordenador y comprobó su correo. Le sorprendió que hubiera uno.

           

 

            Señor Jurado,

            Me llamo Mónica y mi novio fue asesinado por la mano negra. Sí, sí, el mito de la mano negra. Estábamos de acampada en Gredos y por la noche contaron la leyenda, yo y mi novio nos acostamos y al día siguiente mi novio estaba muerto, estrangulado. En la tienda había la huella de una mano negra. Éramos nosotros dos y tres amigos más, pero estoy segura de que no fue ninguno de ellos. La policía  ha detenido a Marco, dicen que es sospechoso y no me creen cuando les digo que fue la mano negra, el fantasma de la mano negra.

 

            Sé que suena a locura, pero necesito su ayuda.

 

            Por favor, dígame algo, es mi única esperanza.

 

            Mónica