Karma de sangre

4ª parte

            La puerta giró lentamente sobre sus goznes y poco a poco fue descubriendo una cama con una mujer atada al cabecero y los pies. Estaba vestida de marinera, destapada y una mordaza cubría su boca. Sus ojos cambiaron la expresión de horror al alivio en un instante cuando vio que entraba ella. Comenzó a intentar chillar para suplicarle ayuda y Sam, conmovida por su situación le quitó el trapo de la boca.

            - Ese cerdo de mierda,... Se merecía lo que le he hecho con creces -siseó mientras la chica lloraba desconsolada y le decía cosas en chino. Mientras liberaba sus pies se dio cuenta de que no era una mujer, apenas debía superar los catorce años.

            En cuanto la soltó, la chica se abrazó a ella, temblorosa, y lloró amargamente mientras se desahogaba.

            - ¿Sabes algo de español? -Preguntó, sorprendida por la lástima que estaba despertando en ella.

            La chica respondió en chino, lo que no sirvió de gran ayuda.

            - Escucha, tranquilízate,... -Lo pensó mejor, ella tampoco debía entenderla así que probó con el inglés-. I mean?

            - No policía, no policía, me devolverán China -respondió ella en inglés.

            - ¿Qué es lo que ha pasado aquí? -Preguntó.

            - Fui engañada, me dijo que me traería como esposa. Yo le creí, pero me encadenó a la cama y me trató como juguete sexual.

            - ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

            - Una semana... Gracias, no me separaré de ti.

            - ¡Ey! Un momento, monada -protestó Sam-. Yo vivo sola, no quiero cargas. Llamaré a los servicios sociales y ellos te...

            - ¡No policía! Me deportarán -rogó la chica.

            - ¿Cuál es tu nombre? -Preguntó Samantha.

            - Jade Zhu -respondió.

            Jade aún temblaba de frío. Aquella casa tenía calefacción y ese miserable ni siquiera se la había puesto para que al menos no pasara frío en su ausencia. Por un momento sintió un odio irracional hacia todos los orientales pero entendió que era ridículo ya que había visto a occidentales mucho más perversos y sin conciencia. Sin ir más lejos, ella misma era un perfecto ejemplo. Aunque ya había bebido aquella noche, tuvo la tentación de morder a esa chiquilla y acabar así con sus problemas. Pero eso hubiera tirado por tierra sus intenciones de humanizarse. Menuda salvadora estaba hecha si mataba a su benefactora.

            - Ese cerdo no volverá a tocarte -sentenció-. La casa es tuya.

            Dio media vuelta y salió por la puerta.

            - Espere, por favor -suplicó la adolescente.

            Sam se detuvo en seco, enfurecida pero no se volvió.

            - No tengo papeles, no tengo trabajo... -Insistió.

            Justo ella podía decir lo mismo. Tenían esas dos cosas en común pero la chiquilla estaba claramente en desventaja... ¿O no? Ella era humana. Tenía limitaciones vitales, necesitaba comer cada día y conseguir dinero para poder proporcionársela. No era como ella que, simplemente, se servía con el primer desgraciado que cayera en sus manos.

            - Será mejor que aprendas a valerte por ti misma. No siempre va a haber alguien que te ayude de forma desinteresada.

            - Tengo hambre...

            Samanta se dio la vuelta y se obligó a mantener los labios cerrados porque los colmillos empezaban a alargarse peligrosamente. Solo había dos formas de excitar su instinto salvaje, una era el hambre extrema y la otra la ira. Esa mocosa estaba empezando a cabrearla de verdad.

            - No me recuerdes el hambre -siseó.

            Jade se asustó al ver sus ojos. Seguramente habían cambiado de color, no podía evitarlo, la había mirado como si fuera un jugoso filete de ternera.

            - ¡Xixuègui! -exclamó, asustada.

            - ¿Qué has dicho?

            - Tú, Xixuègui, vampiro... -Explicó sin perder el miedo.

            Sam quedó fascinada por que existía un termino para definir lo que ella era también en chino. ¿Acaso sabía algo más de las criaturas de la noche?

            - Nunca hubiera imaginado que en china también hubiera vampiros -explicó, tranquilizándose-. Es curioso que lo hayas sabido tan rápido... Normalmente a la gente le cuesta creer que existamos.

            - No me hagas daño, por favor -suplicó Jade.

            - Escucha, niñata -insultó a Jade, harta de los espectáculos que estaba protagonizando -. Haz lo que te venga en gana, me largo. No te preocupes por tu amigo no volverá más.

            - ¿Qué le ha hecho? -Preguntó.

            - Nada que quieras saber. Nada que no mereciera.

            - No, no, él tiene que volver. Él tiene mi documentación china -explicó ella, consternada.

            - Búscala, no puede estar muy perdida.

            Samantha vio con cierta lástima cómo la chica miraba al infinito como si hubiera perdido toda esperanza de recuperar su vida. No era asunto suyo, se dio la vuelta y se marchó.

            - Por favor, necesito ayuda -suplicó la chica, desesperada.

            Esta vez no se detuvo, salió de la habitación y se dirigió a la puerta de salida.

            A pesar del miedo que le tenía, la chiquilla corrió hasta alcanzarla y se interpuso entre la puerta y ella.

            - Ayúdame -suplicó.          

            - ¿Qué puedo hacer por ti? -Preguntó, harta.

            - Quiero ser como tú.

            Sam se quedó seria unos segundos y luego comenzó a reírse a carcajadas. Aquello era demasiado, recordó la estúpida película de vampiros y comprendió de pronto que los adolescentes pensaban que los vampiros eran poco menos que dioses y que ser vampiro era lo máximo. En sus ojos esperanzados veía la misma expresión irracional que la de aquel mocoso de catorce años, ese que se presentó en el pub donde trabajaba, años atrás, desesperado por encontrar un vampiro. No tuvo problemas de conciencia en terminar con su miserable vida, pero esta chica era distinta. Realmente necesitaba su ayuda, ya fuera dándole el poder de matar o cuidándola como su mascota. Solo había un problema y era que no quería hacer ni una cosa ni la otra. La cuestión de convertir en vampiro a una persona era algo que rara vez se le pasaba por la cabeza. No tenía conciencia pero en el fondo no era tan mala, solo sobrevivía y se alimentaba, no le gustaba torturar a su comida. Castigarles al vampirismo se le antojaba excesivo, como si los humanos trincharan a los pollos sin haberlos matado antes. No, nunca sería tan cruel. Le repugnaba solo pensarlo.

             Salvo para Antonio Jurado. Sí, a él le convertiría, quisiera o no. Ese era el único que la había humillado, la única víctima que sabía de su existencia y seguía con vida. Sí, a él le convertiría en vampiro. Estaba deseando que llegara el momento, quería ganarse su confianza, convencerle de que merecía la pena la inmortalidad. Le había salvado el pellejo un par de ocasiones y ya le tenía casi convencido. Si su mujer moría nada le impediría aceptar su propuesta y cuando le convirtiera, la odiaría tanto por haberle engañado, por matar a su mujer, que la mataría. Sí, él le daría el descanso cuando decidiera que había sufrido lo suficiente, cuando no tuviera nada más que hacer en el mundo.

            Se metió la mano en el bolsillo y encontró una tarjetita. La miró y recordó que aquel chico tan guapo le había dado una invitación para una fiesta VIP. Eran las cuatro de la mañana, el momento perfecto para ir a cualquier fiesta. Estaba cansada de dormir en una cama de muelles, tener que regresar a una casa llena de objetos estúpidos, cuadros de flores y fotos de personas desconocidas. Quería volver al lujo y esa tarjetita era un principio.

            - Ya he hecho por ti todo lo que podía hacer -explicó a Jade, lo menos cortante que pudo.

            Se dirigió a la puerta y la chiquilla la persiguió desesperada.

            - ¡Por favor! -La sujetó por la manga de su chaqueta.

            - ¡Suéltame! -Gritó, enfurecida.

            Se la sacudió como una mosca y la chica cayó al suelo. Quizás había sido muy brusca pero era la única forma de que entendiera que solo había dos opciones, que se fuera o que la matara. Entonces se dio cuenta de que no podía dejarla vivir, sabía lo que era, podía identificarla... Era una cabo suelto. Quizás no tenía opciones después de todo. Al empujarla, la mocosa se había golpeado contra el suelo y se quejaba del brazo derecho. Estaba llorando, seguramente se lo había roto en la caída.

            - No llores -siseó, fingiendo lástima-. Volveré a buscarte.

            Dicho eso salió por la puerta y cerró con llave. No tenía mucha hambre todavía, ya volvería, pero no quería que la niña pudiera salir. Hacía tiempo que no bebía de una chica, no le gustaba. Simpatizaba más con ese género, con los hombres no simpatizaba en absoluto, eran vulgares, simples y sin sentimientos en su mayoría. A ellos los podía matar como una costumbre, como si fuera inevitable. Eran su comida y ella necesitaba comer. Las mujeres en cambio eran difíciles de engañar. Claro, necesitaba argumentos complejos para convencer a una para que las pudiera besar el cuello a menos que fueran lesbianas. Pero esa chiquilla china se dejaría morder feliz, creyendo que luego le daría el regalo de la inmortalidad... Ilusa, al menos moriría feliz.

            Una vez al otro lado de la puerta estaba libre de la carga que quería engancharse a ella como una garrapata. Respiró profundamente y se preguntó qué haría ahora esa chiquilla con el brazo roto. No podía dejarla sin más. Era una crueldad.

            Suspiró y se dio cuenta de que no le importaba lo más mínimo. Seguramente la esperaría hasta el día del juicio final y no le importaba en absoluto lo mucho que sufriera hasta que ella volviera.

            - Estúpida... -Chistó, fastidiada.

            Pensó en la dirección donde era la fiesta VIP y casi sin darse cuenta su cuerpo se convirtió en humo.

 

 

            Era un edificio de la calle Orense. Cuando se materializó había un borracho tirado en el suelo, a tres metros de la puerta y al verla llegar dio un respingo y retrocedió arrastrándose por el suelo.

            - ¡La madre que te parió! -exclamó el hombre-. ¿Eres un fantasma qué? Oye -añadió al ver que era de carne y hueso y ni siquiera le miraba-. Si tienes unos eurillos sueltos te lo agradecería.

            Samantha le ignoró por completo. Apestaba a vino, era un tipo delgadísimo que no parecía tener fuerza ni para sujetar la botella en su boca. Tenía barba de un mes y sus ojos diminutos la miraban sin fijación, como los de un muñeco.

            - Claro, luego se quejan de que molesto y... -Siguió hablando el borracho-. Y que les atraque. La pasma me tiene harto, joder, hasta los cojones me tiene -añadió, levantándose con dificultad-. Os voy a matar a todos, cabroneess. Solo quiero algo pa comeer.

            Sam le dedicó una mirada de asombro. Desde luego, estaba muy borracho y no sería capaz de matar ni a una mosca pero estaba resultando bastante molesto y escandaloso y si se acercaba un solo metro a ella tendría que hacer algo con él.

            Al ver su mirada enojada el borracho se dejó caer y se quedó sentado, con la espalda apoyada contra la pared. La postura debió gustarle porque no hizo amago de volver a  moverse.

            - Es que todo da asco, los políticos llenándose los bolsillos, los funcionarios no dan un palo al agua, la miseria de este país cada día es peor y siempre nos toca a los mismos pasar la vergüenza del frío. ¡Del frío!... ¡Y del hambre! Maldita sea, había que coger a los políticos y matarlos a todos, son unos bastardos ladrones que solo miran para su bolsillo...

            Sam dejó de escucharle, se estaba entreteniendo solito con su discurso. Aprovechó que podía entrar en el portal sin que nadie fuera a perseguirla y subió a la cuarta planta, donde era la fiesta VIP. Era un edificio con casas enormes. Era el único portal para aquella majestuosa construcción. Cuando llegó arriba y tocó el timbre, la puerta tardó cinco segundos en abrirse.

            Se llevó una agradable sorpresa al ver que quien abría era el mismo apuesto joven que le entregó la invitación.

            - Hola, preciosa, bienvenida a mi fiesta privada.

            Le abrió la puerta de par en par y se encontró una casa llena de gente tirada por el suelo. La música estaba a todo volumen y era de discoteca, con ritmos fuertes de Reggaeton. Sin embargo nadie se movía. Entró, sorprendida y olisqueó el ambiente. Olía a sangre por todas partes y el único que estaba en pie era el chico.

            - ¿He llegado tarde a la diversión? -Preguntó divertida.

            - No pude esperarte, aunque he dejado vivos a todos para que elijas tu siguiente presa.

            Samantha se puso en alerta. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Ese chico no era humano, no emitía más olor que el de su penetrante aroma a perfume caro. Entre las especias mezcladas con alcohol no había más olores. ¿Qué diablos era?

            - ¿Quién eres? -Inquirió, sin moverse de la puerta.

            - Puedes entrar sin miedo, tú y yo somos iguales.

            - Nunca... -Iba a defenderse y decir que nunca había atacado a tanta gente, pero si ese hombre era un vampiro, como insinuaba, había sido sutil dejando que todos se emborracharan para luego poder beber su sangre sin peligro de que pudieran descubrir su identidad.

            Pero lo que más la preocupaba era que él parecía conocerla y no tenía ni idea de quién era él. ¿Tan obvia era?

            - Pasa, no seas tímida -insistió el extraño.

            Samantha no quería hablar en el portal de su condición vampírica y no le tenía miedo. Nadie podía asustarla mientras tuviera sangre tibia calentando sus venas muertas. Dio varios pasos y entró en la casa mientras su anfitrión cerraba tras ella.

Escribir comentario

Comentarios: 3
  • #1

    Carla (sábado, 26 noviembre 2011 00:01)

    Yeeeiip!! :D
    Va muy bien!
    Espero puedas continuarla pronto ;).
    Ah! Hubo en pequeño error en la parte que dice: "Escucha, niñata -insultó Jade" creo que quiziste decir: "insulto Sam"
    Cuidate y porfiis acuerdate de escribir cualquier cosita aunque se cada dos dias para saber que sigues por ahi!
    Suerte!!

  • #2

    Antonio J. Fernández Del Campo (sábado, 26 noviembre 2011 08:35)

    Faltaba una "a". Intentaré dar señales de vida cada día, aunque sea para decir que no puedo escribir.
    Gracias Carla

  • #3

    yenny (sábado, 26 noviembre 2011 16:01)

    Muy buena historia, cada vez se esta poniendo mas interesante, lo malo es que me dejes en intriga por mucho tiempo pero esta bien sere paciente.
    Cuidate Tony, sigue asi y que todo te vaya bien.