El vórtice

10ª parte

            —Allí está, las flechas salen de detrás de ese árbol —pronunció uno de ellos—. Rodeadla, no tiene escapatoria.

            —Vosotros por la derecha, tú y yo por la izquierda. Recordad, tenemos que capturarla con vida.

            —Voy a hacerme una infusión con la sangre de su regla —replicó uno.

            Su comentario provocó risas toscas.

            —Cuando diga ya saltamos al hueco. ¡Uno, dos, tres! Ya.

            Los atacantes saltaron a ver el agujero. Eran cinco hombres con antorchas y machetes oxidados hechos de trozos de barriles y cuero para los mangos.

            Al saltar sobre la raíz no encontraron a nadie. Examinaron entre las plantas que les rodeaban, miraron hacia arriba por si había trepado el árbol y nada.

            —¡Ha debido retroceder! Vamos —ordenó uno de ellos.

            Corrieron al interior del bosque y dejaron la raíz y el grueso árbol atrás. Cuando estaban a una buena distancia Ángela no podía creer que no la hubieran visto. El pánico hizo que se quedara paralizada contra el tronco del árbol, temblando de pies a cabeza y sin pensar siquiera en ofrecer resistencia.

            —¿Qué diablos ha pasado? —Se preguntó, conteniendo las ganas de llorar de alegría por librarse de una muerte segura.

            Al mirarse el pecho comprendió lo que pasó. Las hojas secas del suelo y la tierra eran del mismo color que el tronco y se le habían pegado por todo el cuerpo ya que estaba tan mojada, tras su rápido baño, que no quedó un centímetro cuadrado limpio. ¿Y su cara? Bueno, seguramente estaba igual de sucia. Lo supo en cuanto paso la mano y sintió la misma tierra pegada a su mejilla.

            —De buena me he librado. Tengo que huir...

            Al volver a mirar por debajo de la raíz vio que la hilera de hombres se había cerrado sobre su posición y a pesar de que muchos habían pasado de largo, aún tenía a cientos detrás a punto de llegar. No podía confiar en que el mismo milagro volviera a funcionar y con sus escasas diez flechas que le quedaban tendría suerte si acertaba a uno o dos.

¿Qué podía hacer? ¿Salir corriendo en dirección a la central nuclear? Parecía lo más sensato pero sentenciará a sus amigos. Si les encontraban, no podía ser porque ella le llevara al enemigo a sus puertas. De hecho, su obligación era distraerlos y atraerlos lejos de la central.

            Respiró hondo y se colgó el arco al hombro. Sus piernas estaban cansadas, aun así sería más ágil que la mayoría de esos hombres.  Y sabía que no querían matarla, así que la perseguirían sin descanso sin dispararle.

            Solo tenía que correr hasta el borde del Vórtice y saltar, como hizo antes. Una carrera que debía ganar por Heather y su familia. Además debía atraer la atención de todos aquellos hombres.

            Se mostró sin estar segura de su plan. Algunos la señalaron y otros silbaron al verla.

            —¡Lista para la segunda ronda! —Corearon algunos.

            —¡Cogedme! Si podéis —Gritó.

            Cometió el error de que la hilera cubría el valle entero, no podría huir en paralelo, la cogerían sin remedio. Sopesó la opción de dejarse coger, era la única forma de salvar a esa familia... Y su propia condena. La mera perspectiva de volver a ver sobre su cabeza ese calendario de 1947 le dio un subidón de energía a sus piernas.

            Comenzó a correr mientras gritaba a pleno pulmón: ¡Me follaré al primero que me coja!

            Al mirar hacia atrás vio que los cinco que se encaminaban a la central se giraban y corrían tras ella, igual que todos los demás, que se cernían a su alrededor como una red imparable e imposible de evitar.

            —Solo tengo que cruzar su línea, ¡vamos! —Se animó a sí misma.

            Los hombres corrían entre chanzas y júbilo, dando por sentado que ya tenían a tiro de piedra la misión por la que habían salido. Ángela hizo volar sus pies sobre el terreno irregular, derecha a un grupo cerrado de hombres que dejaron de correr al verla abalanzarse hacia ellos. Sacaron cuerdas y las prepararon para echárselas en cuanto estuviera a su alcance.

            No les hizo esperar, corrió directa a ellos y las primeras cuerdas la alcanzaron de lado, cosa que aprovechó ella para agarrarlas y tirar con fuerza en su dirección, arrancándoselas de las manos de sus dueños. Sin embargo dos lazos la cogieron y se tensaron de inmediato, inmovilizándola.

            —¡Soltadme! —Chilló histérica—. Os mataré a todos, lo juro, como me toquéis un pelo no dejaré alma con vida en este campamento.

            Mientras trataba de quitarse las cuerdas le cayeron encima dos hombretones musculosos y rodearon sus brazos con las sogas mientras ella agitaba la cabeza tratando de golpearlos con ella. Uno de ellos la cogió del pelo y la sujetó para que el otro completara el nudo.

            —Cómo se defiende la zorra —se quejó el que la agarró—. Alastor tenía razón, es una putilla peligrosa.

            —Ha matado a Flemming con ese arco endeble —comentó el otro—. Mejor no dejarle esto a mano.

            Le quitó el machete del cinturón y le cortó las asas de la bolsa de las flechas, dejándolas allí tiradas. Luego agarró el arco, que estaba prisionero entre las cuerdas y lo partió con facilidad por la parte de arriba y la de abajo. Cortó la cuerda con el machete y sacó el palo sin problemas.

            —Esta mierda de arco no mataría ni a una rata —se mofó—. No me explico cómo pudo matarlo.

            —Le dio en el cuello. Pura suerte —replicó otro.

            Ángela suspiró cerrando los ojos, que se le llenaron de lágrimas sabiendo lo que le esperaba. Se forzó a pensar algo positivo, al menos había evitado que descubrieran la central.

           

 

            No quería llegar lastimada de modo que colaboró y caminó sin poner pegas ni tratar de retrasarles. De haberlo hecho podían golpearla y no tendría esperanza de escapar de nuevo. Aunque esos cerdos pondrían los medios para evitar que volviera a conseguirlo. Si al menos pudiera ver a Alastor podría contarle dónde estaban y quizás, lograría inquietarle.

            La llevaron directa al templo. No parecían dispuestos a correr ningún riesgo, querían violarla cuanto antes, debían estar desesperados por el griterío y las juergas. Lo peor era que cualquiera que los escuchara pensaría que fue pan comido volver a capturarla.

            —Yo la pillé primero, seré quien inaugure su agujero —se jactaba el forzudo que la llevaba por la cuerda.

            —Toda tuya, pero intenta no romperla.

            — ¡Déjanos algo para los demás, Derek!

            —Sois unos llorones, ayer ni siquiera me puse a la cola. No pensé que fuera un pivonazo como este. Pienso correrme hasta que le salga semen por la boca. Qué ganas le tengo.

            Muchos rieron su bravuconería. Ángela deseó volver a la central nuclear a apuntar cada una de esas frases que, sencillamente, podían meter entre rejas a cualquiera de esos cerdos si caían ante la justicia. Aunque en ese momento no era mucho consuelo. Esta vez la matarían.

            Pensó tratar la táctica que siguió con White, de intentar camelar a ese orangután con rostro humanoide. Pero lo tenía complicado, si había un cerebro dentro de esa cabellera estaba colapsado por la testosterona que se dibujaba en su mirada con un gesto libidinoso.

            —¡Soy Génesis! —exclamó, improvisando una salida temporal a su situación—. ¡Quiero ver a mi padre Alastor!

            —A quién le importa tu nombre —replicó el hombretón—. Te voy a decir lo que debe importarte, él es el único por el que debes preocuparte —miró su bragueta y señaló con su mano libre. Ten cuidado, algunas dicen que muerde. Me llaman el buldog.

            —Te lo voy a arrancar a moriscos, a ver si vuelve a morder después, gilipollas —amenazó, furiosa.

            Ángela se fue directa a por él y le intentó dar un cabezazo, pues era la única forma de agredirle. Pero él la sujetó sin problemas y la morreó metiendo su lengua entre sus dientes. No le dio tiempo a morderle pues se la sacó de inmediato.

            —Me gustas, voy a pasarlo de vicio contigo —la guiñó un ojo.

            —¡Cabrón! ¡Llévame a ver a Alastor! —Exigió.

            Ya estaban entrando en el templo cuando se escuchó una voz autoritaria.

            —¡Silencio!

Con una efectividad inaudita, los murmullos, jolgorios y voces cesaron al unísono quedando todos paralizados y en silencio. Sin duda era el viejo milenario.

            —Dejadme pasar, panda de descerebrados —exigió desde una de las casetas cercanas al templo.

            Se acercó con paso firme. Se había quitado las ropas militares y vestía una camisa negra abierta en el pecho con un pantalón de tela vaquera. Se podía decir que se había vestido como sus hombres. Aunque a diferencia de ellos él era flaco y ostentaba una musculatura fibrosa por debajo de aquella barba blanca que alcanzaba su nuez. Sus pectorales, se marcaban con líneas paralelas hasta llegar a las clavículas, tan marcadas que parecía que fueran romperse por la presión.

            —Traedla a mi choza. Quiero tener una charla con ella.

            El que llevaba sus cuerdas gruñó pero obedeció sin objetar una sola palabra. Tiró de ella y la llevó tras el viejo. Después, soltó su cuerda y salió de la estancia.

            No podía creerlo, había funcionado su treta. Se encontraba sola ante ese viejo y aunque no tenía libertad de manos aún le quedaba movilidad completa en las piernas.

            —¿Eres Génesis? —Preguntó el viejo, mirándola con suspicacia.

            —Sigo atrapada en este cuerpo —gruñó—. No pensé que sería succionada por un embudo espacial.

            —¿Por qué tendría que creerte? Ni siquiera sabes hacer prodigios. Para empezar, libérate.

            —Mi magia no funciona. ¿Acaso la tuya sí?

            —Pues claro mujer, es la ventaja de usar la oscuridad y no la luz para mis prodigios.

            Ángela empezaba a estar confundida. Ella no estaba pensando absolutamente nada de lo que decía. ¿De verdad Génesis se encontraba allí? No, si fuera así podría quemar las cuerdas si se concentraba en las manos.

            Cerró los ojos y se imaginó el fuego surgiendo de las palmas, sus ataduras convertidas en cenizas, liberándola. Entonces levantó los párpados y descubrió que ya no había cuerdas.

            —Buen intento, pero me he tomado la libertad de soltarte yo —se mofó Alastor, con el dedo índice elevado y señalando al suelo donde se encontraban las cuerdas cortadas.

            » No siento la presencia de mi hija ahí dentro —susurró—. Pero tampoco mis poderes están como deberían. Veo cosas inexplicables, no consigo localizar este lugar en el mundo, no puedo contactar con la Organización para que vengan a buscarme.

            —Esto no es la Tierra —replicó ella, sonriendo.

            —Sí lo es, al menos lo era. Es un pedazo arrancado por la ionosfera tras una tormenta solar en los años cincuenta. Estamos a escasos cien mil kilómetros de la superficie, deberían detectarnos ahí abajo. Pero es como si fuéramos invisibles. Aquí las leyes de la física no son las que conocíamos. ¡Ni siquiera puedo volar!

            —¿Me estás diciendo que eres vulnerable? —Preguntó ella, sonriendo.

            —Lo dice la que va a ser entregada miles de hombres sedientos de sexo... Que seas mi hija no cambia tu destino. Solo aumenta mi regocijo cuando esos salvajes te revienten.

            —¿Y si pudiera atacarte ahora? Si tus hombres me tocan un pelo podría calcinarlos a todos. Tenemos un problema común y ambos sabemos que matarnos entre nosotros no nos va sacar de este pedrusco en el espacio. En cambio, si colaboramos...

            —¿Qué puedes ofrecerme tú? Si pudieras hacer lo que dices, ¿por qué no lo hiciste antes de ayer? —Se burló Alastor.

            —Voy a quemarte vivo —elevó las manos hacia él con actitud desafiante.

            —No me creo nada. No siento su magia dentro de ti —replicó, nervioso.

            —No, he soportado lo que era necesario para poder estar ante ti, a solas.

            —¿Te crees muy lista? —Se mofó—. No tienes ningún poder, deja de mentir.

            Entonces sus manos se iluminaron. Alastor la miró aterrorizado mientras Ángela se preguntaba cómo demonios lo había hecho... Y encontró la respuesta en su interior. De la misma manera aquellos cinco hombres no la vieron tras el árbol porque alguien debió hacerla invisible. Génesis seguía dentro de ella.

            —¿Por qué me ibas a perdonar la vida teniéndome a tu merced? Llevas siglos queriendo acabar conmigo —razonó el viejo, sin mostrar demasiado miedo.

            —Tú lo has dicho —se concentró y trató de envolverlo en llamas pero su magia se disipó entre sus dedos y Alastor sonrió.

            —Lo sabía, tu poder está contaminado, igual que el mío. ¡Ya podéis entrar!

            —No lo hagas, padre, tú me querías —descubierta su última carta, entró en pánico.

            —¡Imagina el dolor que me has causado con tu traición! —Exclamó Alastor, mientras dos hombres volvían a coger sus manos entre cuerdas y las apretaban con fuerza.

            —¡Por favor! —Suplicó con lágrimas en los ojos—. No me hagas esto, mátame, te lo suplico.

            —Hoy sería un gran día si pudiera eliminar a mis dos peores enemigas aliadas entre sí. Además, voy a disfrutar el primero.

 

 

 

 

 

Comentarios: 7
  • #7

    Yenny (lunes, 20 abril 2020 18:51)

    En palabras simples acá andan muy salidos y cualquier mención al cuerpo es insinuación jejeje.
    Me desespera un poco que Ángela sea tan impulsiva podría tratar de planear las cosas bien antes de hacerlas, la están atrapando muy fácilmente ( me recuerda a las películas de terror que uno grita a la pantalla no entres ahí te van a matar y al final los matan).
    Espero que todos esten tranquilos en esta cuarentena porque la verdad ya hasta se me cae el cabello del estrés.

  • #6

    Alfonso (jueves, 16 abril 2020 17:15)

    Yo también creo que Ángela tendrá que hacer un pacto con Alastor si quiere salir viva de allí. Aunque no sé si Génesis aceptará, ya que liberaría a su padre de su prisión en el Vórtice. Ahora que Alastor podría también decidirse en torturarla más y dejarla a unas rondas más para destruir la poca cordura que le queda. Obvio, dejándola viva para que al final no tenga de otra que acatar sus órdenes, a no ser que quiera continuar con las rondas. ¿Qué opináis?

  • #5

    Chemo (jueves, 16 abril 2020 02:28)

    Yo también había notado lo que cuenta Jaime. Y es obvio que es para atraer lectores del sexo masculino. Al menos las descripciones juegan su papel en este encierro obligatorio.
    Ya me imaginaba que iban a coger a Ángela. Creo que ya lo había mencionado Jaime anteriormente: el gran problema de Ángela es que es muy impulsiva, lo cual la lleva a meterse en líos como éste. En fin, si Ángela no se hace presente y convence a Alastor de trabajar juntos para escapar del Vórtice, me comenzaré a formar en la fila para la segunda ronda. Jeje

  • #4

    Tony (miércoles, 15 abril 2020 00:33)

    Describir cualquier detalle del cuerpo de Ángela puede despertar deseos por parte de los lectores, pero eso ocurre en cualquier medio, cine, televisión, incluso videojuegos.
    Ocurre en ambos sexos, un hombre “corriente” sale con el pecho desnudó y no pasa de anecdota, pero si es un chico joven, fuerte y guapo no sólo se le perdona que se quite la camiseta con la excusa de que la chica se limpié los mocos. Algunos intentan provocar con ese gesto, como ocurre en la película de Ghost, que uno de los protagonistas se "deja caer/se derrama descaradamente" el café encima para poder quitarse la camisa mostrar sus musculitos. Encima se le aplaude efusivamente por parte del público femenino.
    Es natural, somos humanos y nos gustan los humanos. Y ahora que estamos encerrados en casa quizás más que nunca, especialmente aquellos que viven solos.
    Quiero decir con esto que nuestra mente lo ve todo de forma relativa. Para muchos la mención de las hojas no es insinuación de nada, para otros es mas que descarada. Depende del "estado de floración del capullo" (de lo salidos que estemos, vaya). Esto es como la belleza, que está en los ojos del que mira.

  • #3

    Jaime (martes, 14 abril 2020 22:53)

    No quería decirlo, pero desde que comenzó la historia he encontrado muchas referencias ocultas al sexo en la historia (o será que mi mente está contaminada). Como, por ejemplo:
    «se le habían pegado por todo el cuerpo ya que estaba tan mojada que no quedó un centímetro cuadrado limpio.»

    Es interesante saber que la Oscuridad tiene su punto débil y creo que por eso Génesis decidió desterrar a Alastor en el Vórtice. Quizá ella no lo planeaba así, pero mandó a Ángela al Vórtice también. Lo más probable que ocurrirá en la siguiente parte es que Alastor y Ángela-Génesis colaboren para escapar del Vórtice. De otra forma, Ángela será violada y Alastor nunca escaparía de allí, y todos sabemos que eso no ocurrirá.

  • #2

    Lyubasha (martes, 14 abril 2020 17:59)

    Buena continuación, me pregunto qué hará Ángela para librarse de lo que le espera, tal vez Génesis consiga ayudarla en el último momento.
    Ah, Tony, gracias por subir historias anteriores, había algunas como "Hay cosas que es mejor no saber" y "El misterio del vagabundo" que me habían gustado mucho.
    Cuídate y cuidaros todos.

  • #1

    Tony (martes, 14 abril 2020)

    Gracias por seguir al pie de la historia y no olvides comentar.

    Por si no te lo han dicho antes por ahí, quédate en casa y lee mis relatos para amenizar el tiempo de ocio.

    Espero que estéis todos bien, mucho ánimo.