El vórtice

12ª parte

            —Tendrás que soportarme —rió el viejo adquiriendo, de repente, apariencia entrañable—. No pienso quedarme encerrado aquí para siempre de modo que si no lo haces por gusto, asume que perseguimos el mismo objetivo.

            —Si me tengo que quedar en este infierno para que tú no salgas, me quedaré —declaró, furiosa.

            —No te creo. Eres demasiado pretenciosa. Buscarás la salida y tratarás de dejarme atrás.

            La miró mientras se ponía la cazadora con una sonrisa lasciva.

            —Haces bien tapándote los pechos. Ese bikini provocaba más que ocultar. Estos hombres podrán pensar con su cerebro si solo ven tu bonito y redondeado trasero en lugar de todas tus curvas.

            Ángela iba a replicar pero se marchó del templo y la dejó sola mientras aún se abrochaba la chaqueta de cuero.

            Ya no tenía miedo, ni sentía odio. La violación del día anterior se dibujaba en su memoria como una pesadilla y se difuminaba por segundos. Ese viejo debía estar manipulando sus recuerdos... Ya nunca sería libre, siempre observada, evaluada y juzgada por él pues vería a través de sus ojos, escucharía hasta el último de sus pensamientos.

            Pero no todo era tan malo. Sabía que Alastor tenía los poderes mermados, allí no funcionaban como en la Tierra. También ella podría saber sus intenciones en todo momento. Por lo menos tenía mucha más fuerza y ésta la iba a librar de más situaciones vergonzosas en ese campamento. El hambre ya no la torturaría más mientras esa sustancia negra circulara por sus venas y cumpliría su venganza por las noches, eligiendo al siguiente desgraciado al que morder.

 

 

           

            Salió del templo y muchos seguían allí cerca, uno la miraba aún con lascivia pero le devolvió la mirada.

            —Tócame y te corto la mano —amenazó.

            Era tan viejo como White, pero este tenía el pelo blanco y largo, era delgado, más bajo y no tenía barba. Vestía con pantalones baqueros grises y una chaqueta de cuero rota por todo lados.

            —No seas tan grosera —replicó—.  Que estés tan buena no va a cambiar mi comportamiento. Encantado, mon Cherrie —fingió acento francés pero no lo consiguió en absoluto—. Alastor me ha encargado que te espere y te muestre el almacén. Puedes coger un arma y si quieres, indumentaria. Eso sí, tendrás que firmar como que te llevas esos objetos. Ah, me llaman Furry, pero mi nombre de pila es Norbit.

            —¿Por qué ese mote? —se extrañó Ángela.

            —Porque soy el jefe furriel. Soy el encargado de gestionar todo lo que tenemos en el campamento, cosas materiales. Si lo que quieres son provisiones o comida tienes que hablar con Fonso, él prepara esa cosa que llama matarratas... —soltó una carcajada por su propio chiste—. No creas que no le admiro, saca para todos aunque le traigan tres pichones. Entre los cardos, las frutas, los tubérculos... Te hace un puchero con cualquier cosa. Claro, así saben sus platos.

            —No me interesa la comida, por el momento —replicó Ángela.

            —Lo mismo que me dijo Alastor —protestó Furry—. Te lo advierto, si no comes terminarás ahí fuera con esos monstruos.

            Entonces Furry dejó de caminar y esperó a que Ángela le alcanzara para hablarle al oído.

            —¿Crees que puedes hacerme a mí eso que te ha hecho el viejo? Quiero decir, infectarme con esa cosa negra que te metió dentro.

            —Ni de coña.

            —No seas egoísta. Si todos tuviéramos esos poderes no temeríamos a los monstruos por las noches.

            —¿En serio quieres ser un vampiro? —Preguntó incrédula.

            —¡Qué! —Exclamó sorprendido.

            —¿Qué pensabas? ¿Qué me dio un bálsamo de vida eterna o algo así?

            —Entonces es por eso —replicó él, alejándose de ella.

            Ángela sonrió y empujó hacia abajo sus colmillos retráctiles para que Furry los viera.

            —¿Cómo puede ser que no os afecte el Sol?

            —Aquí siempre está nublado —resopló ella. 

            —Claro.

            Volvió a caminar sin abrir más la boca en todo el trayecto. Llegaron al edificio más grande de la fortificación. Al entrar vio que hicieron estanterías de bambú y en todas ellas había multitud de objetos, puede que más de los que deberían soportar.

            —¿De dónde habéis sacado tantas cosas?

            El Furry sonrió mostrando sus dientes sucios y casi podridos.

            —Este es un vertedero de chatarra electrónica. Cada avión, barco o edificio o donde haya un gran campo magnético que tenga la desgracia de ser alcanzada por una ola de antimateria, termina cayendo aquí.

            —Parece que sabes mucho sobre el vórtice.

            —Para ser astronauta es necesario estudiar más que nadie. Soy el oficial científico del Apolo XIX.

            —Entonces llevas aquí treinta o cuarenta años.

            —No tanto, pero sí es mucho tiempo. Según hemos recibido nuevos "colonos" —entrecomilló con los dedos—. Fuimos descubriendo que es difícil saber cuánto tiempo ha pasado en la Tierra desde que nos fuimos.

            —Ya, eso me comentó White.

            —Sí, era mi mejor amigo aquí —suspiró con tristeza—. ¿Puedo preguntarte por qué tuviste que matarlo?

            Ángela le miró sorprendida.

            —Pero si era el único que me ayudó... No fui yo. Lo mató Zurita.

            El Furry la examinó con desconfianza.

            —No tienes por qué negarlo, aquí nadie te va a castigar por nada.

            —Razón de más para que me creas. ¿Por qué iba a mentir? ¿Dónde está ese cerdo? Quisiera tener una charla con él.

            —Es pinche de cocina. Se pasa el día pelando patatas y cortando zanahorias. Pero ese hombre no hay matado nunca ni a una mosca.

            —¿Me estás llamando mentirosa? —Protestó, enojada.

            —No, solo que me extraña lo que me cuentas.

            —El poder del sexo puede convertir en monstruo a cualquiera. Zurita estaba demasiado salido, más que el resto me atrevo a decir.

            —Y sobre ese tema... —interrumpió el Furry, sonriente—. ¿Vas a volver a darnos número para...?

            —Lo que me ha hecho Alastor me ha matado por dentro. O lo saco de mi cuerpo antes de tres días o seré un cadáver para siempre. No creo que quieras intentar penetrarme, tengo la vagina tan seca y dura como una zapatilla de esparto.

            —Qué putada... ¿Y vas a tratar de sacarte ese veneno? ¿Cómo?

            —Ni idea. Solo sé que si no lo hago, seré su espectro de pesadilla para toda la eternidad. De todas formas no pienso quedarme en el cuartel. Voy a salir a investigar. ¿Tienes algún arco bueno?

            —Sí, tenemos varios. En aquel armario están.

            Se acercaron a uno hecho de varas de bambú y dentro vieron apilados cientos de arcos con carcajs colgados de ganchos en las paredes. Cogió uno cualquiera y eligió un arco ligero con refuerzos de tela y cuerda tan tensa que sonaba una nota musical al tocarla.

            —Me han dicho que tenías uno de paja. ¿Qué te parece ese? —Preguntó el hombre.

            —Pues me va a venir muy bien para cazar.

            —De modo que te unes al grupo de cazadores —replicó el Furry.

            —No me uno a nadie. Tengo que averiguar qué hay más allá de las montañas, encontrar a los monstruos que salen por las noches. En algún lugar deben esconderse.

            —Eso no es ningún misterio, mujer. La guarida no existe, aparecen de noche porque son espectros. Son las almas de los que vienen a parar a este mundo y no sobreviven. Incluso de los nuestros que mueren.

            —No creo en los fantasmas.

            —¿Es que no los has visto? —Terció el Furry—. Si quieres investigar algo de verdad, lo que más nos inquieta a todos, ve al borde norte del Vórtice.

            —¿Qué es lo que hay allí?

            —Nadie lo sabe.

            —¿Qué quieres decir? Por qué tendría que investigarlo entonces.

            —Es que todos los que han ido a investigar desaparecen. Los chicos llaman a esa zona el Cabo del Diablo.

            —¿Y por qué iba yo a jugarme la vida por descubrir lo que pasa? —Protestó.

            —Es cierto, parece una locura, pero los más osados suelen decir que quizás exista la forma de escapar de esta piedra espacial. Claro que luego no volvemos a verlos, dicen que el que llega a ese sitio logra salir.

            Ángela se quedó pensativa y sonrió.

            —Tienes razón, Furry. Vaya, has conseguido que me pique la curiosidad.

            —También puede ser que haya una horrible criatura que devora a todos los que llegan a su guarida.

            —O un esqueleto fantasma vigilando un tesoro —se burló Ángela—. Tienes mucha imaginación.

            —Piensa lo que quieras. Pero si hay algo así, tú que eres tan fuerte y rápida podrías acabar con el monstruo o amenaza, liberar a los hombres que han estado investigando... Es un buen comienzo para que los demás dejen de mirarte como un pedazo de carne.

            —Voy a dar una vuelta. Ya veré si me paso por allí. ¿Hay más misterios que quieres que resuelva?

            El Furry se rascó la mejilla con aire pensativo antes de contestar.

            —Los picos nevados, la central nuclear, el bosque de las montañas...

            —¿Qué le pasa a la central nuclear?

            —Está en el centro del Vórtice. Los que han estado allí afirman haber visto fantasmas. Dicen que es una mujer con sus dos hijos. Eran la familia de uno de los nuestros, creo que le conociste.

            —Guillermo —se anticipó sin pensar.

            —Impresionante, también lees la mente. Sí que sois vampiros. El caso es que su familia no sobrevivó a la primera oleada de los "Sin rostro" y hay quien afirma que sus espíritus rondan la central. Varios de los nuestros han visto corretear por allí al niño. Algunos incluso se han beneficiado a la niña y luego han tenido pesadillas durante semanas.

            Ángela se quedó sorprendida. Ella no vio fantasmas, aunque, si que eran la familia de Guillermo a pesar de que no le cuadraban las fechas.

            —¿Cuánto hace que llegaron? Me refiero a esa familia.

            —Más de cinco años. Recuerdo a su hija, era una preciosidad, su cabello parecía hecho de hebras de oro. Pero era una adolescente.

            —¿Los conociste?

            —Claro, llevo aquí más tiempo que nadie. Fue una tragedia, todos muertos por nuestro descuido, por confiarnos. No quedo ni un alma con vida.

            Ángela sonrió incrédula.

            —¿Y no pudieron esconderse? ¿Y si están vivos y todo el mundo piensa que son fantasmas?

            —Creí que hablabas por leer mi mente pero si así fuera sabrías que no miento. Tú has visto algo que no quieres contarme —la miró entrecerrando los ojos.

            —Pues no te voy a mentir, los he visto. A los tres. Me dijeron que esperaban a Guillermo, que había desaparecido hace un par de días.

            —¿En serio eran reales? —se burló el Furry, sacando una cajetilla de tabaco del bolsillo y encendiéndose un cigarro a medio gastar.

            —¡Cenaron conmigo! —se defendió Ángela—. Comí con ellos.

            —¿Entonces, esperan a ese viejo? —se rió—. Tiene cierta gracia, yo diría que hoy se han encontrado al fin.

            Ángela lo apartó de un empujón y salió del almacén corriendo. Aumentó la longitud y velocidad de las zancadas a medida que se daba cuenta de que no se cansaba y aún estaba lejos de su límite.

            Corrió como una centella aprovechando la puerta abierta del campamento, sin dar oportunidad al vigía de pedirle el salvoconducto.

 

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios: 6
  • #6

    Lyubasha (lunes, 11 mayo 2020 21:11)

    Me ha gustado mucho esta parte. Tengo curiosidad por saber qué encontrará Ángela en los lugares que le dijo Furry y también quién es en realidad la gente que está viviendo en la central (si son fantasmas o personas de carne y hueso).

  • #5

    Chemo (viernes, 08 mayo 2020 06:28)

    Lo único bueno de la cuarentena es que me he puesto al corriente con todas las chicas. Muchas hasta me extrañaban. Jijiji
    Nada más espero no encontrarme con una vampira.
    La historia va bastante bien. Falta por revelarse por qué Alastor apoya a Ángela.

  • #4

    Yenny (jueves, 07 mayo 2020 22:10)

    Ahora me quedó la intriga ¿ serán fantasmas o que pasó con la familia de Guillermo??
    Gracias Tony por tomarte el tiempo para subir nueva parte.
    Chicos espero que todos se encuentren bien y cuídense mucho.

  • #3

    Jaime (jueves, 07 mayo 2020 04:55)

    Interesante teoría la de Alfonso. Aunque es difícil pensar qué puede hacer Ángela que Alastor no pueda hacer por él mismo.
    Si la familia de Guillermo seguía viva cuando se encontraron con Ángela, significa que el tiempo está distorisionado en el vórtice o que ellos realmente fantasmas. Todavía queda la duda de qué son los espectros que rondan el campamento.
    Últimamente me han tenido bastante ocupado en e trabajo, pero hoy me di un pequeño tiempo para ponerme al corriente con la historia.

  • #2

    Alfonso (miércoles, 06 mayo 2020 20:07)

    Algo corta esta parte. Sigo con la duda de cómo espera Alastor que Ángela haga algo que él no pueda hacer. Lo más lógico es suponer que hay algo que el mismo Alastor no puede vencer y está usando a Ángela como conejillo de Indias para que ella venza el obstáculo o muera en el intento. ¿Qué opináis?
    Espero que todos estéis teniendo una cuarentena llevadera.

  • #1

    Tony (miércoles, 06 mayo 2020 02:17)

    Siento mucho esta semana de retraso. Es difícil hacer de profesor de dos niños y disponer de tiempo libre.
    Espero vuestros comentarios.